El aumento del 163% en la importación de maíz durante los últimos 15 años encendió las alarmas en el sector agrícola del país, al evidenciar una caída en la autosuficiencia alimentaria, que actualmente ronda apenas el 48%. Así lo advirtió Agustín Espinoza Laguna, secretario general de la Coordinación Organizadora de la Unidad Campesina (COUC) en Sinaloa.
Con base en datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), el dirigente denunció que México importó 12.18 millones de toneladas métricas de maíz blanco y amarillo entre enero y junio de 2025, frente a las 4.63 millones registradas en el mismo periodo de 2010.
“México, cuna del maíz, no puede permitirse esta vergonzosa dependencia”, sentenció Espinoza.
El líder campesino criticó que, por tercer año consecutivo, el país se ubique como el principal importador mundial de maíz, una situación que –afirmó– se debe a una política agroalimentaria fallida que privilegia el maíz amarillo importado, de menor costo, por encima del maíz blanco destinado al consumo humano tradicional.
Sustituyen maíz blanco en la industria: un golpe cultural y económico
Espinoza advirtió que el maíz blanco mexicano está siendo desplazado de productos procesados como cereales y frituras, lo que implica no solo un daño económico a los productores nacionales, sino un deterioro cultural y nutricional para los consumidores.
“La sustitución motivada por la competitividad económica, y no por criterios nutricionales o culturales, es un golpe directo a nuestros productores”, subrayó.
También enfatizó que la producción nacional no ha logrado alcanzar el ritmo de la demanda, consolidando así a Estados Unidos como el principal proveedor de maíz para México, con implicaciones de dependencia económica y geopolítica.
Exigen cambio urgente en política agroalimentaria
Ante este panorama, la COUC hizo un llamado urgente al Gobierno federal para frenar la creciente dependencia del extranjero y garantizar la soberanía alimentaria del país. Entre las propuestas destacan:
- Inversión sostenida en el campo, con prioridad a pequeños y medianos productores.
- Acceso a crédito oportuno para la modernización de cultivos.
- Precios de garantía justos para cosechas nacionales.
- Mejor infraestructura rural, incluyendo sistemas de riego, caminos y almacenamiento.
- Impulso a la investigación y desarrollo de nuevas variedades de maíz.
“No podemos seguir siendo rehenes de las importaciones. Es momento de apostar por nuestros campesinos, por nuestra soberanía alimentaria y por el maíz que es el sustento de nuestra gente”, concluyó Espinoza Laguna.