Un hecho poco conocido es que el recién fallecido Fidel Herrera Beltrán fue quien salvó a Mario Marín Torres de caer como gobernador de Puebla, recién le estalló el escándalo del llamado Lydiagate, al ser quien frenó una operación que se estaba fraguando en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI para sacudirse al político poblano y salvar el proceso electoral de 2006, que era la segunda contienda del tricolor fuera del poder absoluto de la Presidencia de la República.
A 19 años de distancia se puede afirmar que la dupla de Mario Marín y Fidel Herrera, que transitaron juntos en las gubernaturas de Puebla y Veracruz en el mismo periodo –de 2005 a 2011–, respectivamente, y ambos formaron una sólida alianza de intereses políticos y económicos, se acabaron convirtiendo en uno de los factores más contundentes para llevar al PRI a su decadencia, que tiene al otrora “partido oficial” caminando rumbo a su desaparición.
Herrera y Marín se protegieron mutuamente y al final, ambos tuvieron un destino común: se convirtieron en los exgobernadores más odiados por la opinión pública nacional, se volvieron símbolos de la corrupción y el abuso del poder.
“Si cae Marín, caemos todos”
Al cumplirse cuatro días de que había estallado el escándalo de las grabaciones –que reveló La Jornada en la edición del 14 de febrero de 2006— en donde se escucha a Mario Marín y el empresario Kamel Nacif Borge maquinar la detención ilegal de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, el entonces candidato presidencial del PRI, el tabasqueño Roberto Madrazo Pintado, convocó a una reunión urgente en el CEN priista para encontrar una salida a dicho alboroto.
Fue una reunión de petit comité, de solo cuatro personas, en la que no se incluyó a Mariano Palacios Alcocer, el entonces presidente nacional del PRI.
Ese grupo selecto se debía a que Madrazo tenía una deuda con la dupla Marín y Herrera porque ambos, el 13 de diciembre de 2005, desde Casa Aguayo, que es la sede del Poder Ejecutivo de Puebla, cerraron filas en torno a Roberto Madrazo para consolidar su postulación como candidato presidencial del tricolor y darle la espalda a la líder magisterial Elba Esther Gordillo Morales, que cuestionaba la nominación del político tabasqueño.
Mientras que Manlio Fabio Beltrones era uno de los hombres más poderosos en el PRI y había contribuido a construir el proyecto del exgobernador de Tabasco, quien primero se hizo de la dirigencia priista y sin mayor competencia, se apropió de la candidatura presidencial del tricolor.
A esas alturas, se creí que el tricolor tenía posibilidades de remontar y regresar a gobernar desde Palacio Nacional.
La condición de la reunión es que Mario Marín solo iba a escuchar y que aceptaría el acuerdo que se tomara en ese encuentro.
Que la crisis de Marín había que convertirla en una oportunidad valiosa. Era necesario que el CEN del PRI le exigiera al gobernador de Puebla su renuncia y de esa manera se mandara un mensaje claro al electorado de que “había un nuevo PRI”, que ya no estaba a favor de los abusos de poder y de proteger a malos mandatarios.
Según la fuente consultada, Manlio Fabio Beltrones propuso que el anuncio –de la posible salida de Marín del Poder Ejecutivo poblano– lo debía hacer el propio Madrazo para vender la idea al electorado de que era un candidato intransigente con el pasado oscuro del PRI y que eso, le iba a ayudar a contrastar su imagen frente al decepcionante desempeño de Vicente Fox, el primer presidente de México no priista.
Madrazo luego de escuchar a Manlio Fabio Beltrones habría comentado que en el CEN priista ya se estaba trabajando en una declaratoria para pedirle a Marín que solicitara licencia como mandatario para aclarar lo ocurrido en el Lydiagate.
Beltrones habría interrumpido a Madrazo y le dijo que eso no servía, al revés se percibiría como una simulación a favor de Marín. Tenía que ser la renuncia al cargo.
El sonorense, al parecer, le advirtió al tabasqueño que, si no le pedía la dimisión a Marín, él iba a quedar con un candidato débil frente a la opinión pública. Era momento de mostrarse con una posición fuerte para que se creyera que había un PRI renovado que no iba a solapar más abusos de poder.
A continuación, tomó la palabra Fidel Herrera y usando un estilo tranquilo, pero con tonos mafiosos, le habría dicho algo así a Madrazo: “Si ahorita dejas caer a Marín, seguimos todos los demás gobernadores del PRI”.
Sostuvo que el PAN para intentar levantar su alicaída popularidad electoral contaba con expedientes oscuros contra cada gobernador priista y tenía, mediante la Dirección de Comunicación Social de la Presidencia de la República, el control de la prensa para magnificar los escándalos contra el tricolor.
Por tanto, propuso que se llamara a todos los cuadros priistas del país a cerrar filas en la defensa de Mario Marín.
Madrazo se sentía presionado para tomar una decisión esa misma tarde. Luego de pensar algunos segundos habría dicho: se hará lo que propone el gobernador de Veracruz.
Un Manlio Fabio Beltrones, evidentemente molesto, habría alcanzado a decirle a Madrazo: “ya perdiste la elección”.
El político sonorense tuvo la razón: en el año 2000, el PRI por primera vez perdió la presidencia de la República al quedar en el segundo lugar de la contienda al tener una diferencia desfavorable frente al PAN de 2.4 millones de sufragios y seis puntos porcentuales de la votación total.
En 2006 Roberto Madrazo quedó en un vergonzoso tercer lugar de la contienda presidencial, al ser superado por 12 millones de votos por los dos punteros: el panista Felipe Calderón Hinojosa y el perredista Andrés Manuel López Obrador.
El tabasqueño apenas mordió los 9.3 millones de votos, mientras que López Obrador tuvo 14.7 millones de sufragios y Calderón 15 millones de boletas a su favor, en una contienda donde quedó el mal sabor de que hubo un fraude contra la izquierda, perpetrado por el PAN con la ayuda de los gobernadores priistas que querían “salvar el pellejo”.
Marín actualmente está en la cárcel y ha vivido los últimos 19 años como un “apestado”.
Herrera, quien murió la semana pasada, se volvió una figura icónica de la narcopolítica en México, pues en Veracruz es de dominio público que “le abrió la puerta del estado al crimen organizado”. A los Zetas, en específico, que durante dos sexenios sembraron el terror en tierras jarochas.
Tal vez la anterior historia sea parte de la llamada “política ficción”, pero suena muy convincente la narración del supuesto rescate de Fidel Herrera del llamado “góber precioso”.