Sergio Salomón Céspedes Peregrina por fin –tras una espera de casi seis meses– ha llegado al que tal vez sea uno de los tres cargos más complicados del Gobierno federal, que es ejecutar la política migratoria en México, la cual es una posición en que la que estará bajo presión del propio Gobierno mexicano y de Estados Unidos, de grupos defensores de derechos humanos, de la Iglesia católica mediante la Pastoral de Movilidad Humana, de los medios de comunicación, de los intereses del personal del Instituto Nacional de Migración (INM) y hasta del crimen organizado, solo por citar a algunos frentes.
Es una responsabilidad en la que no se brilla nunca y se está en constante etapa de supervivencia, de cuestionamientos de todo tipo y de muchos actores sociales, políticos, criminales y religiosos.
Para entender la complejidad de dirigir el INM hay que analizar las siguientes cifras: entre los años 2023 y 2024 el Instituto detuvo a más de un millón 488 mil migrantes irregulares, con nacionalidades de todos los continentes, que equivale a seis veces el tamaño de la población penitenciaria del país.
Y eso implica que el exgobernador de Puebla tendrá la tarea de domar, de controlar, de contener, los múltiples problemas de corrupción, violencia, discriminación y criminalización en contra de los migrantes que surgen desde las propias filas del INM.
Pero al mismo tiempo, el exgobernador de Puebla se acaba de convertir –a partir de este jueves 1 de mayo– en un político privilegiado, ya que solamente hay dos poblanos –la otra es Olivia Salomón Vibaldo, la directora general de la Lotería Nacional– que están cerca de la presidenta Claudia Sheinbaum y, en general, de todas las decisiones del Gobierno federal, del Congreso de la Unión y de la cúpula de Morena.
Con ello se le da vigor, fuerza, al grupo político que Céspedes construyó antes y durante el periodo –de un bienio– en que fue gobernador sustituto de Puebla. Entre los que se encuentran figuras como el alcalde de la capital, José Chedraui Budib, los expriistas Jorge Estefan Chidiac y José Antonio López Malo, junto con el actual titular de la Secretaría de Bienestar, Javier Aquino Limón.
Tal situación plantea que Céspedes podrá seguir influyendo en el mundo político de la 4T, sobre todo en los procesos electorales que se avecinan, como son los comicios legislativos y municipales de 2027.
Cinco retos
Sin duda alguna, Sergio Salomón Céspedes ha logrado trascender más allá de su periodo de gobierno por su capacidad negociadora, su diálogo, de no haber caído en ningún escándalo de corrupción en su gestión de dos años como gobernador de Puebla, pero sobre todo haberse sabido adaptar e identificar con la 4T, luego de haber tenido un pasado priista y de cercanía al morenovallismo.
Ahora, para poder salir avante en la responsabilidad del INM y que no vaya a significar su “caída política”, tendrá que superar los siguientes 5 retos:
Primero: no errar y llevar al INM a personajes obscuros, autoritarios y detestados por la cúpula nacional de la 4T.
Hay dos actores en particular que sería un dislate incorporarlos –directa o indirectamente– al INM. Uno de ellos es Ardelio Vargas Fosado, quien tiene cuentas pendientes con la violación a los derechos humanos de activistas sociales y de migrantes, luego de fue comisionado del instituto durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.
El otro es Eukid Castañón Herrera, quien fue el principal operador de la “guerra sucia” del gobierno panista de Rafael Moreno Valle Rosas contra movimientos sociales e importantes figuras de la izquierda.
Tal advertencia es pertinente porque es sabido que Castañón Herrera y Vargas Fosado guardan una buena relación con el recién estrenado titular del Instituto Nacional de Migración.
Segundo: sería un grave tropiezo que se deje en la impunidad la tragedia del 27 de marzo de 2023, en que murieron calcinados 40 migrantes –principalmente de nacionalidad guatemalteca– en la estación del INM ubicada en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Es cierto que se quiso responsabilizar, de manera extralimitada, al extitular del INM, Francisco Garduño Yáñez, como el artífice de la tragedia.
Pero también es verdad que no se ha tocado a todo al círculo de funcionarios y agentes del Instituto que sí estuvieron directamente involucrados en el maltrato y la muerte de los indocumentados que estaban en el lugar del desastre.
Si no se castiga a los responsables, se seguirá mandando el terrible mensaje de que a los migrantes en México se le ve como “mercancías”, como seres humanos “desechables”.
Tercero: aunque será una labor titánica, Céspedes tendrá que reducir el carácter represor del INM y evitar que siga torturando, tratando como “animales”, a los ciudadanos que caen en las estaciones migratorias.
Por ejemplo, se tiene que terminar con los desplazamientos arbitrarios contra los migrantes, como es que dividir a los grupos que son capturados y mandarlos lejos del lugar en que fueron detenidos. Eso ha provocado que se fracturen familias y se violente la vida de los afectados.
Cuarto: concretar el proyecto –aunque parezca utópico– de que el INM, más que ser una instancia persecutora, debe ser una institución que respete el derecho a la movilidad humana.
Quinto: el último reto de Sergio Salomón Céspedes Peregrina, que sin duda será el más complicado, es lograr el agrado del presidente Donald Trump, que presiona para lograr una reducción drástica de la migración irregular hacia Estados Unidos.