Este sábado 19 de abril, el cielo del Centro Histórico se pintó de chispas y risas. En el corazón del Barrio del Artista, entre pólvora, aplausos y celulares en alto, volvió a prenderse uno de los rituales más esperados de la Semana Santa en Puebla: la Quema de Judas.
La plazuela, habitualmente tranquila, se convirtió en un escenario vibrante donde la crítica mordaz y la celebración popular se abrazaron entre llamas. Cientos de personas se dieron cita para ser testigos de una tradición que no solo sobrevive, sino que arde con fuerza renovada.
Las figuras, hechas con carrizo, cartón y papel china, desfilaron una a una hacia su destino de fuego. Cada Judas, meticulosamente creado por manos artesanas del barrio, representaba algo más que un personaje: eran símbolos encarnados de lo que molesta, hiere o simplemente hace reír a la sociedad.
Este año, la mezcla fue explosiva. Ardieron nombres como Donald Trump, Benjamin Netanyahu, Javier Milei, y hasta ídolos del regional mexicano como Peso Pluma, Natanael Cano, Christian Nodal y Ángela Aguilar.
La sátira no se detuvo ahí: también fueron pasto de las llamas figuras nacionales como la presidenta Claudia Sheinbaum, el gobernador Alejandro Armenta y el alcalde José Chedraui.
Asimismo, hubo un Judas dedicado a medios de comunicación que se visualizaban nombres como Televisa, TV Azteca, entre otros.
Lo que comenzó en el siglo XVI como un castigo simbólico a Judas Iscariote, ha mutado en una celebración cargada de ingenio y catarsis colectiva.
Hoy, más que un acto de fe, la Quema de Judas es una válvula de escape, un ritual donde la gente ríe, grita y se burla de sus demonios cotidianos… y los quema, literalmente.
Los organizadores y artesanos recalcaron el objetivo: preservar una expresión popular que es identidad viva de Puebla. Detrás de cada muñeco hay horas de observación, creatividad y crítica disfrazada de humor.