La relación entre la prensa y el poder siempre ha sido mala, conflictiva y muy atropellada, particularmente porque de ambos depende la estabilidad de un país, un estado, un municipio, una región, una sociedad, un grupo, una comunidad y, en general, de una democracia.
Siempre ha sido polémica la relación entre el periodista y el gobernante.
Ninguna de las partes se salva de la crítica, sea bueno o malo el trato entre ambos. De hecho, sus intereses siempre chocan por naturaleza.
El periodista debe ser crítico y muy riguroso a la hora de obtener, procesar, trabajar y publicar la información que logra recabar de sus fuentes, sobre todo cuando se trata de datos gubernamentales.
El político o el gobernante debe tomar decisiones que respondan a las demandas, necesidades y aspiraciones de sus electores.
La prensa, por su parte, está obligada a informar sobre esas decisiones, cómo es qué fueron tomadas, y develar los intereses que están detrás. El deber del gobernante es garantizar que las decisiones políticas sean tomadas con responsabilidad y en beneficio de la sociedad.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando los intereses de ambos se mezclan y tienen un mismo fin?
¿Qué pasa cuando el periodista y el gobernante pactan acuerdos?
¿Qué sucede cuando el periodista se convierte en proveedor del gobernante, del político y/o funcionario público en general?
No estoy acostumbrado a hablar o arremeter contra mi gremio; de hecho, una de mis premisas es justamente esa, no atentar, criticar o fustigar la labor periodística de alguien que lo hace con profesionalismo y ética.
En Puebla, los medios, sus dueños, junto con sus plantillas informativas, así como los directores, columnistas, reporteros, editores, fotógrafos y, en general, todos los comunicadores, tenemos intereses y merecen mis respetos.
Empero, también hay que reconocer que en el gremio periodístico no somos solidarios.
Más bien somos muy críticos con nuestros pares, a quienes incluso enjuiciamos muchas veces sin razón.
Es el caso del periodista Rodolfo Ruiz, director de e-consulta, quien recientemente se puso en el ojo del huracán por una polémica con el gobernador Alejandro Armenta Mier, a quien no se ha cansado de criticar.
La semana pasada acusó en medios nacionales que es víctima de una persecución velada por parte del gobierno en turno, incluso arremetió, en entrevista con Carmen Aristegui, contra todo el resto de los medios de comunicación en Puebla, porque, según él, se dedican a echarle porra al gobernador Alejandro Armenta.
“Yo veo que, este, hay una alineación de medios en Puebla, prácticamente los medios, buena parte de los medios, no quisiera generalizar, pero yo diría que la mayoría de los medios, pues, prácticamente se dedican a ensalzar al gobernador, se dedican a echarle porras cuando hay cosas graves que están ocurriendo en el estado”, acusó.
¿En serio en Puebla el único periodista que tiene la cara limpia se llama Rodolfo Ruiz?
Insisto, yo tengo prohibido criticar a mi gremio, pero ante estas locuras tampoco puedo quedarme callado.
Decir que todos los medios en Puebla son porristas y comparsas del poder, a excepción de Rodolfo Ruiz, es una verdadera chingadera.
Desde luego no es así, mucho menos cuando su relación con el poder la ha roto cuantas veces ha podido el mismo Rodolfo, quien, como todos, tiene negocios al margen de su periódico digital, como cualquiera.
Porque su consultoría Contracorriente, que hace encuestas, estudios de opinión y que ofrece asesoría a los políticos y funcionarios, es un negocio que es utilizado a la par de e-consulta, por ejemplo, lo que tira su discurso de ser el santo de los periodistas en Puebla.
Podría poner muchos ejemplos de cómo es que Rodolfo, a quien reconozco como un buen periodista, también ha incurrido en excesos.
Porque para exigir, reclamar y acusar persecución habría que hablar con la verdad a fondo, no solo a medias y con omisiones.
Y aquí queda eso de “quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra”.
Rodolfo, hábilmente, aprovechó la coyuntura, dice que una equivocación, la supuesta persecución y el tiempo aire en medios nacionales para tirarse al piso, para ganar reflector y foco, y para promoverse como el único periodista limpio y pulcro.
“La prensa, los poderes, el Poder Judicial, el Poder Legislativo, los propios partidos políticos están totalmente subordinados al Ejecutivo, no hay contrapesos en Puebla. Y por eso estos excesos, esta forma de gobierno autoritaria, del gobernador Alejandro Armenta”, asentó el periodista en otra parte de la entrevista con Carmen Aristegui.
El colmo fue cuando Rodolfo aseguró que el actual gobernador es peor que el exmandatario Luis Miguel Barbosa Huerta, quien lo único que hizo en Puebla, todos lo sabemos, fue dividir, generar encono, un fraude multimillonario y generar caos.
Es de risa escuchar a Rodolfo cuando dice que todos los medios en Puebla son comparsas del gobierno y qué él es el único crítico.
Olvida que además de él existen grandes periodistas que tienen una carrera exitosa y que nunca han sido comparsas de nadie, que son críticos e independientes, y que no se atreverían tampoco a protagonizar una película como la que él protagoniza.
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