La ambición de los autores intelectuales del paro en Ciudad Universitaria de la BUAP, es brutal. Miles de jóvenes dejarían de estudiar por un tiempo indeterminado, tal vez pierdan un semestre o un ciclo escolar.
Eso no le interesa a la mafia de gánsteres que sueña con regresar a la universidad, que se frota las manos con manejar otra vez el presupuesto de la institución y que fantasea con derrocar a la rectora Lilia Cedillo, para que no busque la reelección.
Todo tiene un límite y si el próximo 31 de marzo no se abre el proceso de Admisión 2025, se suspenderá este proceso que afectará a unos 70 mil aspirantes a ingresar a la BUAP este año.
Además de que afectará a otros miles de egresados de bachiller de la BUAP, que no podrán obtener su certificado para buscar otras opciones escolares.
Todo eso, si los jóvenes que mantienen el paro en Ciudad Universitaria, no liberan antes de esa fecha las instalaciones, para permitir la reapertura en la Dirección de Administración Escolar (DAE).
Es ingenuo pensar que el grupo de jóvenes que participan en el paro, que no tienen nada que hacer, son quienes están detrás del movimiento.
Si se remontan a años recientes, comprenderán que son al menos tres exrectores quienes generaron este alboroto, cuando acabaron con su mina de oro.
Estos angelitos tenían hasta hace unos meses contratos millonarios en Farmacias Fleming. La institución acabó con este negocio manchado de corrupción de estos personajes.
Hay denuncias penales contra los operadores de Esparza, uno de los exrectores, quienes no soltaban ni las farmacias ni el hospital Universitario.
Al cerrarles la llave, estos señores compraron conciencias y pagaron a jóvenes para tomar las instalaciones de la BUAP. Lo que buscan es volver hacer negocio en el sector salud y, si se pueden, recuperar la Rectoría de la institución.
Para eso hicieron mancuerna con una de las agrupaciones más delictivas en Puebla, Antorcha, la cual tiene a jóvenes en el paro.
Es obvio que los líderes ricos de Antorcha sueñan que les regresen las canonjías en la institución. Esta agrupación ingresaba a jóvenes a diferentes carreras sin hacer examen de admisión, en pasados rectorados.
Los líderes recibían en otros años donaciones en computadoras, dizque para que los jóvenes Antorchistas tuvieran con que estudiar y hacer sus tareas. En realidad, la agrupación abría cybers y rentaba los equipos a los jóvenes.
La agrupación recibía camas que no llegaban a los jóvenes, sino que las ocupaban para abrir hostales.
Esta mafia de exrectores, con el apoyo de esta organización, es la que sueña que volver a tomar el control de la universidad. Ninguno de estos angelitos pudo construir una Ciudad Universitaria 2, como lo hizo la actual rectora y en poco tiempo.
Señores padres de familia reflexionen cuál va a ser el futuro de sus hijos si estos gánsteres regresan al poder en la institución.