Puebla, durante enero de este año, ocupó el segundo lugar de feminicidios a nivel nacional, lo que nos recuerda que algo no estamos haciendo bien, pese a la inclusión de las mujeres en muchos ámbitos sociales, aún no es suficiente y es evidente que tenemos mucho por hacer aún.
El gobernador de Puebla, Alejandro Armenta, ofreció disculpas públicas a través de una carta que fue dirigida a todas las poblanas por las omisiones del gobierno ante actos de violencia hacia ellas. Que además acompañó de un decálogo de acciones a favor de ellas, que de verdad son necesarias, más que por compromiso político, por empatía hacia ellas, donde muchas veces terminan siendo revictimizadas.
Y es que, efectivamente, a las mujeres nos quedan debiendo años de oportunidades, aunque quieran ocupar aquella frase de marketing que hizo famosa a la muñeca Barbie de que “las mujeres pueden ser lo que quieran ser”, la realidad es que todavía existe la exclusión, discriminación, violencia y muchas otras situaciones poco favorecedoras a las féminas que buscan destacar ya sea en lo laboral o en lo social.
La otra cara de la moneda cada 8 de marzo es el radicalismo, esas manifestaciones bajo un falso empoderamiento femenino que no nos representa a muchas, yo me incluyo; quien utiliza la violencia para buscar erradicarla cae en una contradicción, ya que no le ofrece ninguna solución inmediata y, muchas veces, a largo plazo tampoco, así que aquí algo tampoco se está haciendo bien.
Por otra parte, resulta lamentable que cada que se crea una nueva ley a favor de las mujeres, tenga que ser gracias a la desgracia de otra, donde además le ponen el nombre de la víctima, como recordatorio a una tragedia, a algo que no tuvo que haber pasado y Puebla es, también, referencia en eso.
Por esta razón, es evidente que algo no estamos haciendo bien, probablemente un problema que empieza desde casa con falsos estereotipos o conductas que se normalizan y que terminan por formar adultos con falsos estándares de machismo o de feminismo que, finalmente, cobran factura en un entorno social como el que tenemos. Una inclusión superior a años pasados, pero que también trae consigo mayores índices de feminicidios.
Si bien la mujer ha ganado terreno en muchos ámbitos, queda todavía un largo camino para entender, por ejemplo, que el aborto no es un método anticonceptivo y que además no es responsabilidad exclusiva de la mujer; que hombres y mujeres NO SOMOS IGUALES, nunca lo seremos, pero sí un complemento que parte desde la reproducción y que se divide en muchos roles, por lo que “la igualdad” muchas veces se malinterpreta.
El rol de la mujer actual no es para nada parecido al que desempeñaron nuestras madres, abuelas y bisabuelas, ha ido evolucionando y con esa evolución se arrastra al sistema patriarcal con el que también crecieron nuestros padres, abuelos y bisabuelos, así que encontrar el equilibrio ha sido tan complicado, que a muchas les sigue costando la vida, mientras que otras más han creado contextos falsos de empoderamiento que a nadie benefician, ni si quiera a ellas mismas…