Son por lo menos tres grupos -no necesariamente excluyentes- quienes mantienen tercamente la toma de Ciudad Universitaria (CU) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Tres grupos distintos que han cometido varios errores, pero el principal ha sido el de confundir prudencia con debilidad por parte de la rectora Lilia Cedillo Ramírez.
Uno de esos grupos es la Asamblea Universitaria.
Este grupo está conformado principalmente por estudiantes de Ciencias Políticas, obviamente altamente politizados.
Históricamente, son de posturas duras y totalmente críticas hacia los directivos y jefes de la BUAP.
Con discurso estructurado y el uso inteligente de propaganda, tienen gran influencia sobre los integrantes de los otros contingentes de paristas.
Hay un segundo grupo que se ha apoderado físicamente de las entradas y salidas de Ciudad Universitaria.
Son alumnas y alumnos que usualmente visten de color negro, radicales que tienen una relación directa con el denominado “Bloque Negro”, un grupo táctico de feministas que marchan cada 8 de marzo y que usan métodos controvertidos como la pinta de edificios públicos, aunque su verdadera misión es proteger, con conocimientos de defensa personal y primeros auxilios, a las manifestantes con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Un tercer grupo es el de estudiantes independientes, con decisión y demandas propias y legítimas, relacionadas con deficiencias académicas y administrativas, o casos de acoso sexual o estudiantil, que han denunciado desde hace tiempo y que sus respectivos directores o directoras de facultades han sido negligentes o incapaces de atender con eficiencia.
En medio de estos tres grupos aparecen docentes resentidos y otros relacionados con ciertas corrientes de Morena o el SUNTUAP, que ciertamente han metido “su cuchara”, manipulado a no pocos estudiantes y politizado para beneficio propio las demandas del alumnado, a través de posturas irreductibles.
Todo, claro, en el marco de la sucesión en la BUAP, proceso en el que la clase política universitaria trabaja para la reelección de la doctora Cedillo Ramírez, quien ha intentado personalmente entablar diálogo con los protestantes de CU, pero son tantas cabezas, y tantos intereses los que convergen en medio del conflicto universitario, que ha sido muy difícil, si no es que imposible, a diferencia de lo ocurrido con los estudiantes de Medicina -el germen del conflicto-, Estomatología, Administración y Contaduría, que ya regresaron a la normalidad a la espera del cumplimiento de los acuerdos.
En CU se instaló una mesa general de diálogo para recibir las quejas y solicitudes de los quejosos, pero estos la han ignorado y vilipendiado, mostrando que tienen intereses más allá de los universitarios.
Este martes se llevó a cabo una asamblea en CU, en la explanada de la Torre de Rectoría, frente al Pabellón Universitario, pero no se llegó a nada.
Y es que los estudiantes están tan empoderados y envalentonados, que han fijado sus condiciones y ya determinan cuándo, cómo y con quién “dialogar”.
Rechazaron presentar su pliego petitorio general y se negaron a dialogar con Sergio Díaz Carranza, presidente de la Comisión de Honor y Justicia de la BUAP, porque alegaron que querían a la rectora presente, cuando la rectora incluso se ha apersonado a las puertas de CU para escucharlos y atender sus reclamos.
El paro se mantiene en CU y no se sabe realmente cuánto durará más esta situación que daña no solo la vida institucional de la BUAP, sino su imagen a nivel nacional y la de Puebla en general.
Se sabe que una de las exigencias de los manifestantes es que la rectora grabe un video “donde se comprometa” a cumplir con todas sus exigencias y entonces será cuando den a conocer día y hora de la entrega de su pliego general, no de la liberación de CU.
Hasta hoy, pese a todos estos exabruptos, la rectora Lilia Cedillo ha apostado por el diálogo, el diálogo y otra vez el diálogo; incluso ya recibió el apoyo de universidades tan importantes como el Tec de Monterrey, la Anáhuac, la UPAEP, la UDLAP, la Ibero Puebla y la UMAD, quienes integran el Consorcio Universitario.
Sin embargo, la pregunta que todos -interna y externamente- ya se están haciendo es: diálogo, sí, pero ¿hasta cuándo?. Es decir, cómo dialogar con quienes no quieren dialogar o sólo bajo sus términos y condiciones. Cómo llegar a acuerdos con quienes exhiben su interés en no llegar a acuerdos.
Se sabe que la línea es agotar hasta donde se pueda el diálogo con los paristas; de lo contrario, muy probablemente tenga que ser el Consejo Universitario, la máxima autoridad de la BUAP, quien determine los pasos a seguir, como sucedió en su momento con el conflicto estudiantil y la huelga de 1999 en la UNAM, en la época del tristemente célebre “El Mosh”.
Y ahí ya la historia cambia.
Y adquiere otro estatus.
Y son otras las variables.
Los valientes estudiantes de Medicina, con quejas y demandas legítimas, iniciaron el movimiento el pasado 24 de febrero, pero ya regresaron a sus actividades tras llegar a acuerdos con la administración central de la universidad.
¿Por qué se niegan a hacer lo mismo quienes tienen tomada CU?
¿Por qué la cerrazón?
¿Qué hay detrás?
¿Cuáles son sus verdaderos objetivos?
¿Hasta dónde va a llegar el conflicto en la BUAP?
Hay que estar muy atentos.
Porque prudencia no es sinónimo de debilidad.