En la primera entrega hablamos de que los personajes públicos tienen derecho a la vida privada como cualquier otra persona, y esta debe ser respetada, siempre y cuando el tema que se toque no sea de interés público e incluso puse algunos ejemplos de cuándo temas de vida privada se vuelven públicos.
La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 6, consagra precisamente el derecho a la libertad de expresión y también establece los principios de inconformidad, cuando alguna de las partes se siente afectada, haciendo uso de su derecho de réplica, dentro de los mecanismos de ley que se han establecido para garantizar también este derecho.
En 2011, siendo gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, se intentó aprobar en Puebla, la llamada “Ley Mordaza”, como parte de las reformas llevadas a cabo por esa administración, para eliminar la pena corporal tipificado como difamación y calumnias, que se castigaba con cárcel de acuerdo al código penal anterior y pasarlo al Código Civil bajo la figura de “daño moral”.
La enmienda disfrazada de una reforma a favor de los periodistas para que ya no fueran a la cárcel, era una verdadera “manzana envenenada”, al incluir dentro de la figura del daño moral, el literal, “herir los sentimientos de la persona afectada”.
La resistencia de la prensa poblana y el apoyo a nivel nacional de diferentes organizaciones y periodistas, evitó esta aberración, aunque sí se aprobó que en vez de pena corporal, quien incurriera en “daño moral”, tuviera que pagar una multa fijada por un juez.
Y es aquí en donde nuevamente, reitero, entra el tema de la vida privada, la cual a veces se trastoca porque el personaje público, precisamente, mezcla los temas privados con los públicos.
En el ámbito local, es de interés público el saber que a la esposa del exsecretario de Gobernación, hoy secretario de Bienestar, se le entregó la Notaría No. 53 de Puebla. La respuesta es sí, por el conflicto de intereses que existe en esta designación, ya que la dirección general de Notaría depende directamente de la Secretaría de Gobernación a cargo en ese entonces, del ahora encargado de Bienestar en el estado.
¿Es de interés público el saber cuántos viajes realizó un gobernador en helicóptero durante su mandato y cuánto se gastó? Otra vez la respuesta es sí y más, si también lo prestó para trasladar a otras personas o para labores diferentes a las relacionadas con su papel al frente del Ejecutivo del estado, así de sencillo y así de fácil.
Todo lo que está relacionado con el interés público es tema y materia periodística.
Existe una gran confusión por parte del poder, sobre la actividad periodística, la cual no se limita a leer medianamente bien notas, a copiar y pegar boletines, a verte bien a cuadro, a escribir sobre las jacarandas o decir que el clima de Puebla es bonito. El verdadero periodismo, es indagar, investigar, denunciar y, por eso, siempre será incómodo para el poder.
No hay necesidad de que exista una ley para la protección de los periodistas, que ejerza su libertad de expresión cada quien, como la quiera ejercer o si no, también se vale.
Las faenas de la política y el arte de fingir trabajar
Las faenas comunitarias, el proyecto del gobernador Alejandro Armenta, más allá de la brocha gorda y el machete bien afilado, busca recordarle a la gente que el gobierno es su aliado, esa es la intención de estos trabajos.
Y sí, ver al gobernador pintando bardas, sembrando árboles y macheteando el monte es una imagen que no sorprende a quienes lo conocen. Al final del día, Armenta no es de los que temen ensuciarse las manos… literalmente. Lo curioso del asunto no es su entusiasmo, sino el séquito que lo acompaña, que, en vez de seguir su ejemplo, corre como Forrest Gump, pero no hacia el trabajo, sino hacia la mejor selfie posible.
La faena del pasado domingo, en el sur de la capital, dejó estampas dignas de un mural de la política moderna: integrantes del Comité Ejecutivo Estatal de Morena, “simulando” trabajar con una destreza digna de un Oscar, y que, al ver al gobernador levantar una herramienta, prefieren levantar el celular y su despliegue de novatez política generan más ternura que confianza. Porque si algo ha dejado claro este evento es que hay mucho entusiasmo, pero poco entendimiento de lo que significa trabajar en serio.
El gobernador, la presidenta de Morena, el alcalde de Puebla, secretarios de estado y diputados locales dieron muestra de que la política, cuando se toma en serio, se suda. Pero otros, en cambio, han preferido el brillo del protagonismo antes que el del esfuerzo. Tal vez no han entendido que para construir un perfil político sólido no basta con salir en la foto, y menos cuando la pose delata la falta de convicción.
El exceso de redes sociales ha creado una generación de políticos que creen que el servicio público se mide en likes y no en logros, que prefieren una imagen bien editada antes que una acción bien hecha. Pero, ojo, porque si su intención es construir una candidatura futura, hacerlo desde el partido y no desde el trabajo real es un error de novatos.
Al final, la política no es solo cuestión de imagen, sino de fondo. Y aunque algunos crean que con una brocha en la mano ya están transformando el mundo, lo cierto es que el verdadero cambio no se da con filtros de Instagram, sino con trabajo real. Que tomen nota, sobre todo los que son parte del Comité Estatal de Morena en Puebla.