En Guerrero, que se ha convertido en uno de los estados más violentos del país, la Iglesia católica lanzará un programa con la finalidad de evitar que los jóvenes sean reclutados por grupos del crimen organizado.
“Queremos construir la paz desde un principio. Es entrar en contacto con jóvenes en situación de riesgo y rehabilitarlos. Ya estamos buscando y contactando a pandilleros, grafiteros, franeleros, reguetoneros, todos aquellos que estén en vulnerabilidad o marginación, y que son caldo de cultivo del crimen organizado”, dijo en entrevista para el diario MILENIO Tomás Perulero Muñoz, encargado del proyecto de atención juvenil de la arquidiócesis de Acapulco. El plan es arrancar en las colonias altas del puerto a finales de febrero.
A través de cuadrillas de jóvenes vinculados con la Iglesia se pretende “inflitrar” las tribunas urbanas más violentas y ganarse su confianza, una tarea de alto riesgo, ya que entre éstas existen algunas que han servido como fuente de reclutamiento para los carteles de la droga.
El objetivo es identificar a jóvenes en riesgo de caer en delincuencia o que ya han delinquido y que puedan ser rehabilitados mediante “terapia psicosocial”. Después, para continuar con su rehabilitación, para posteriormente ser invitados a uno de los nuevos centros juveniles de paz —cuya ubicación, que se mantiene reservada por seguridad— que la arquidiócesis de Acapulco ha establecido en una decena de parroquias de la ciudad en los últimos meses.
Este proyecto, que tiene ya una antigüedad de cuatro años —aunque no en el país— fue elaborado con asistencia de la Conferencia del Episcopado Colombiano y la experiencia que tuvo la Iglesia en zonas conflictivas de Bogotá, Barranquilla y Cali. En México llevará por título Centros Integrales de Acompañamiento y buscará suplir algunos de los principales vacíos sociales en la vida de los jóvenes que habitan en el Acapulco marginal.
Números de Guerrero
El 26% de la población guerrerense se ubica entre los 15 y 29 años de edad, una etapa particularmente vulnerable a la violencia y cooptación criminal. Las tasas de delincuentes menores de edad son de las más altas del país: tan sólo en 2012, 10 mil jóvenes guerrerenses fueron procesados por algún delito, entre ellos 562 por homicidio, 146 por secuestro, 276 por robo de vehículo y mil 607 por lesiones.




