Un sello distintivo de Sergio Salomón Céspedes Peregrina es que, por lo menos en los últimos 13 años, ha sido el gobernador de Puebla que más proyectos de obra pública ha realizado, en un corto periodo de apenas dos años y con un par de características singulares: sin endeudar al estado y sin grandes apoyos presupuestales de la Federación. Todo se hizo con fondos estatales.
Al mandatario le quedan cinco semanas en el cargo de titular del Poder Ejecutivo de Puebla y por esa razón está inmerso en un trajín de recorrer entre cinco y hasta ocho municipios por día en toda la geografía del estado. Es además la oportunidad de encontrarse con los nuevos alcaldes, los que rindieron protesta el pasado 15 de octubre y que algunos de ellos, están en la etapa de descubrir el desarrollo de la función pública que les ha tocado desempeñar.
Céspedes les enfatiza a cada uno de los nuevos ediles en pláticas informales: tienen que bachear las calles, garantizar un buen funcionamiento de la policía y el servicio de agua potable, pero sobre todo, reunirse y escuchar a todos los pobladores. Es el primer escalón de sus gobiernos, les deja en claro, para garantizar la estabilidad.
Este columnista tuvo la oportunidad de acompañar al gobernador en un largo periplo por la periferia de la capital y por tres municipios de la Mixteca poblana.
Más allá de los números fríos de las obras y los montos de inversión, lo que más destacó en esta larga gira es la emotividad que se vivió en escuelas, en juntas auxiliares, en pequeñas localidades, en donde tenían munchos años que no veían, no saludaban, a un gobernador del estado.
Es ahí donde el mandatario despliega un discurso con mucho sentido social: “la mejor manera de combatir la desigualdad social es garantizar educación para todos”, subraya en cada acto público.
El largo recorrido inicia poco después de las 8 de la mañana. En el helipuerto del Centro Integral de Servicios de la Vía Atlixcáyotl.
Se le ve cansado al mandatario, en cuanto aparece en la pista de despegue del helicóptero. Lo acompaña el alcalde de la capital, José Chedraui Budib. Ahí comenta que su día inicia a las 5:30 de la mañana y termina a las 9 o 10 de la noche. No puede parar porque ya está en la cuenta regresiva para concretar todas las acciones de su gobierno.
Minutos más tarde, apenas entra a las instalaciones del Centro Escolar Coronel Raúl Santiago de Velasco de la junta auxiliar de San Miguel Canoa, en el municipio de Puebla, y se le disipa el rostro de desvelo y choca las manos con los alumnos de primaria.
Es la primera parada de la gira. Ahí saltan las cifras: en los últimos dos años se construyeron más de 300 techados en escuelas pública, una cifra que superó los números de los exmandatarios Rafael Moreno Valle Rosas, José Antonio Gali y Luis Miguel Barbosa Huerta. Con cada uno de ellos no hubo más de 50 proyectos de este tipo.
Se construyeron más de mil aulas, con una inversión de 6 mil 600 millones de pesos. En 170 de los 217 municipios del estado hubo mejoras a las escuelas, con nuevos salones o con algunos de los techados.
Aunque la definición más cualitativa es cuando se advierte: en la última década se abandonó la infraestructura educativa en Puebla.
Mientras se toma infinidades de selfies con maestros, con alumnos, con vecinos, el mandatario no deja de sonreír, de bromear. Queda claro que está en su ambiente. Más allá de cumplir con la entrega de obras, se le nota que disfruta con el contacto de la gente.
Ahí en Huatlatlauca, en la escuela Miguel Hidalgo, el techado recién inaugurado sobre el patio del plantel, es un alivio al intenso calor de la Mixteca.
Cuando el mandatario ya se marcha tiene un encuentro inesperado, con una mujer de muy baja estatura, vestida de manera sencilla con un pantalón rosa y una blusa azul marino de manga corta, junto con una sombrilla en la mano izquierda. Se trata de Mercedes Aguilar, quien fuera la secretaria privada y “mano derecha” del extinto exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas.
Sorprende que esta mujer, muy influyente en el sexenio morenovallista, estaba ahí como cualquier otro ciudadano viendo el acto. Minutos más tarde el alcalde del municipio le relata al mandatario que Mercedes Aguilar es originaria de esa demarcación de muy pocos habitantes –no más de 2 mil— y que la casa que era del padre de la ex funcionaria “es aquella que tiene la antena”, señaló en dirección de un inmueble sencillo, en la plaza principal del pueblo.
En todos los discursos Sergio Salomón Céspedes enfatiza que le lastimó conocer, cuando llegó al cargo, enterarse que cada año la UAP rechaza a 40 mil alumnos que buscan un espacio en la institución de educación superior pública más importante del estado. Es una ola de “frustración que alguien se quede fuera de la universidad… y que a los padres no les alcance para pagar una universidad privada”, expresa.
Por eso lo que más presume, lo que más enfatiza, es que cuando termine su gestión se habrán abierto espacios en la educación superior para el 93 por ciento de esos 40 mil escolares que –cada año– no les tocaba un lugar en la máxima casa de estudios de la entidad. Y desliza en sus intervenciones: “Esto es la 4T”.
La parte más sensible fue sin duda la última parada, en Atoyatempan, en donde gobernador al ser recibido por el alcalde lo recuerda por ser hijo de un comerciante, “un cacahuatero”, del que rememora como un hombre trabajador, muy dedicado a sus labores.
Ahí el gobernador se dirige a los alumnos de un bachillerato: los invita a que pregunten a sus padres y sus abuelos como eran precarias las condiciones educativas de antes. Por eso les pide que ahora deben aprovechar las mejores a la infraestructura escolar.
El mismo Sergio Salomón Céspedes recuerda sus orígenes humildes, en Tepeaca. Su padre fue chofer y su madre maestra de escuela primaria.
Les confiesa a los presentes que para él fue muy emotivo cuando inauguró la Central de Autobuses del Sur, hace un par de meses. Ahí saludó de mano a muchos choferes de autobuses y eso le llevó a una conclusión: “Puebla es un estado tan generoso que hasta el hijo de un chofer puede llegar a ser gobernador”.