El nuevo alcalde de Puebla, José Chedraui Budib, abrió su gobierno –luego de rendir protesta ante el Cabildo, en un abarrotado auditorio de la Reforma— con un discurso ambivalente: por un lado, supo trasmitir calidez, una importante dosis de sensibilidad social y las buenas intenciones que tiene como edil de la capital; pero por el otro, exhibió plenamente su falta de identidad con la 4T, la fuerza política que lo llevó al poder. Su primera intervención sonó a la de un presidente municipal alejado de un proyecto de izquierda o incluso, de tener pertenencia a alguna agrupación partidista.
Sin contar que se estrenó en el cargo con una grave falta al protocolo oficial que fue sentar en el presídium al joven universitario Alejandro Armenta Arellano, quien acudió con la representación de su padre, el gobernador electo Alejandro Armenta Mier, quien se ausentó ante una segunda e inesperada operación que ha sufrido del talón de Aquiles, desde que ganó los comicios del 2 de junio.
Armenta Arellano fue presentado –por el edil– como “un joven talentoso” que es licenciado en Robótica y ahora cursa un posgrado en Inteligencia Artificial.
Por supuesto que el hijo de Armenta Mier podía estar presente representando a su padre, pero no en el presídium oficial, ya que él no es parte de ninguno de los poderes públicos y la ceremonia de ayer, no era un acto de campaña electoral, sino se trataba de una sesión solemne del Cabildo de la capital, en la que se otorgó la investidura jurídica al alcalde, los regidores y la síndica municipal para ser los representantes populares del municipio de Puebla.
Un desconocimiento de los protocolos oficiales o un ligero acto de soberbia, pudo ser el origen de otorgarle un lugar equivocado a Armenta Arellano e incluso, presentarlo ante los asistentes en primer lugar, por encima de la presencia de Samuel Aguilar Pala, quien será el próximo secretario de Gobernación del Poder Ejecutivo.
Ni la sombra de la 4T
Una parte muy notable del arranque de la administración de José Chedraui es haber demostrado su entendimiento de los asuntos más urgentes de atender y que han generado un fuerte malestar social.
En ese tenor anunció programas emergentes e intensivos de bacheo del municipio de Puebla; de reparación de la red de semáforos y de las líneas de alumbrado público, además de darles mantenimientos a las áreas verdes, que fueron asuntos abandonados deliberadamente por la negligencia e insensibilidad del gobierno saliente de Adán Domínguez.
Otro aspecto relevante es que anunció un programa alimentario para las familias pobres de la capital y hasta en 8 o 10 ocasiones, recalcó que su administración tendrá como guía el reducir las desigualdades sociales.
Y que anunciara la mejora salarial de los policías de la ciudad de Puebla, la incorporación de 200 patrullas a las zonas más peligrosas de la capital y la incorporación de cámaras con control satelital, como auxiliar en la etapa de recabar evidencias de actos delictivos.
Todo lo anterior se aplaude que esté en las prioridades del nuevo gobierno. Sin embargo, no tocó “ni con el pétalo de una flor” un tema imperioso: los abusos y fraudes que se cometen contra los usuarios del servicio de agua potable por parte de la empresa Concesiones Integrales. En lo que parecería ser la repetición del ciclo en que los candidatos de la 4T en la campaña electoral prometen eliminar el contrato de esa compañía y llegando al poder, solapan los excesos de dicha firma.
Más allá de los asuntos de coyuntura, el alcalde demostró que poco le interesa o que no entiende que está parado en una zona de alto riesgo, que es: la falta de identidad y de arraigo frente a las bases del movimiento obradorista, que al final son los electorales que lo llevaron al poder.
No es algo menor, porque son los militantes y simpatizantes de la 4T los que a lo largo de los próximos 3 años podrán darle legitimidad a su gobierno.
Chedraui debe verse en el espejo de Enrique Peña Nieto, del que fue muy cercano en su etapa de presidente de México, pue el político mexiquense encabezó un gobierno que no gustó a nadie, empezando por los militantes priistas, lo cual acabó provocando que el último mandatario federal del PRI acabara su sexenio con un índice de impopularidad de casi el 90 por ciento.
A lo largo de su discurso, se observó a un Chedraui muy sensible, que en un par de ocasiones se le quebró la voz y estuvo al borde del llanto cuando habló de sus padres, de su familia. Se le percibió como un político alejado de la arrogancia de los alcaldes que le han precedido. Ese rasgo es positivo.
Pero al mismo tiempo hubo graves omisiones. En su larga intervención solamente una vez mencionó a Morena y casi de manera accidental, al presentar a la presidenta estatal de este partido, Olga Lucia Romero Garci-Crespo. Si no fuera por ese detalle, nunca hubiera pronunciado los nombres de las fuerzas políticas que le abrieron las puertas luego de dejar al PRI.
Tampoco nunca hizo la más mínima alusión al arquitecto de la 4T: al presidente Andrés Manuel López Obrador, cuya popularidad fue el factor decisivo para que docenas de candidatos a cargos de elección popular de todo el país y en particular en Puebla, pudieran ganaran las últimas elecciones, sin importar que muchos de ellos carecían de la identidad con Morena, aunado a que no tenían la suficiente aceptación social como para triunfar en los comicios.
Otro tema ausente en la intervención del edil y que es uno de los ejes rectores de la 4T: fue la austeridad republicana que echó andar AMLO para eliminar gastos suntuosos y privilegios de la alta burocracia, que son agravios sentidos por la población y son erogaciones que sangran a las finanzas públicas.
Un segundo tema rector de la 4T: la prioridad de atender “primero a los pobres” con una política social que canalice el grueso del gasto público hacia la atención de las clases populares.
El pasado fin de semana estuvieron en Puebla los recién ungidos dirigentes nacionales de Morena, Luisa María Alcalde Luján y Andrés Manuel López Beltrán. Algo que llamó la atención es que una masiva asamblea de la 4T, los personajes más abucheados fueron: el senador Ignacio Mier Velazco y el edil José Chedraui Budib.
Esa vociferación es un termómetro que alerta la falta de popularidad, en el caso de Mier, y el desarraigo en el caso de Chedraui.
Este martes el edil José Chedraui dio muestras de que no percibe sus problemas con las bases de la 4T o de manera equivocada está minimizando ese escollo.