“Las puertas del PRI están abiertas para todo el que quiera entrar, también las puertas del PRI están abiertas para el que se quiera ir”, palabras más, palabras menos, fue la frase lapidaria que –hace menos de una década– un dirigente del tricolor le expresó al entonces diputado local Sergio Salomón Céspedes Peregrina por atreverse a cuestionar los logros del gobierno Enrique Peña Nieto, el último presidente del PRI.
Ese episodio marcó la salida del PRI de Sergio Salomón Céspedes Peregrina, cuando era diputado local y al mismo tiempo dirigente priista en su natal municipio de Tepeaca.
Sin saberlo en ese momento, ese fue el paso crucial que marcó su derrotero político que, más tarde, lo llevó a tener una relación cordial, pero distante, con el morenovallismo; y años después, a convertirse en una figura central de la 4T en el estado de Puebla y próximamente ser integrante del gabinete de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El gobernador Sergio Salomón Céspedes ofreció este lunes un recorrido a directivos y columnistas de medios de comunicación locales para mostrar los avances de dos obras fundamentales de su administración: la edificación del campus en Puebla del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la nueva sede del Congreso local, siendo este último proyecto muy especial porque él lo empezó a gestionar como diputado local y ahora lo concreta como titular del Poder Ejecutivo.
Pero de alguna manera este encuentro con la prensa ya tuvo mucho de nostalgia, de un balance final de su gestión, de hacer definiciones de lo que vivió como mandatario, pues a partir de esta semana le quedan dos meses para que se extinga el actual sexenio, que a él le tocó cerrar en los últimos dos años de dicho periodo, luego del fallecimiento del gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.
Siempre muy cuidadoso de no dar pasos en falso, ni en la platica informal ni en una comida con todos los periodistas convocados a la gira de trabajo. Fue cauto de hablar de sus proyectos políticos a futuro y de la próxima encomienda como comisionado del Instituto Nacional de Migración, cargo del que dijo está en tránsito de definir cuál va a ser la política pública del gobierno de Claudia Sheinbaum frente al fenómeno migratorio.
Incluso cuando un periodista la preguntó, algo así: ¿Pareciera que toda la obra del sexenio se hizo tan solo en estos dos años que le tocó a usted?, la respuesta del mandatario fue no comprometer alguna respuesta polémica. Al inicio del recorrido de los trabajos del nuevo campus del IPN solo dijo que se siente orgulloso de que, en estos momentos, no hay maquinaria ni camiones de carga disponibles en Puebla, por tantos proyectos que está ejecutando el Poder Ejecutivo.
Ante la pregunta: ¿cuál fue el momento más difícil de su gestión? Respondió que cuando le entregó la bandera de México a las madres de unos policías muertos en el servicio. “No había palabras” para agradecer la entrega de sus hijos, dijo.
Un asunto del que le preocupó: que muchos alcaldes no entendían, o no querían, entregar información sobre problemas de seguridad pública a las instancias del gobierno del estado.
De lo que si habló ampliamente fue de su pasado político: recordó que hace poco más de una década, cuando el PRI no le permitió ser candidato a alcalde de Tepeaca, como premio de consolación le dieron la dirigencia priista de ese municipio y se volvió legislador local.
Le tocó vivir la campaña electoral de Enrique Peña Nieto, que prometió para ganar el voto de la región de Tepeaca cuatro proyectos carreteros, que en un principio causó una respuesta positiva de la población.
Al paso del tiempo, solo se cumplió con un proyecto y quedó inconcluso.
Un día fue convocado a una reunión del PRI que tenía como propósito el que los presentes apuntalaran la buena imagen de Enrique Peña Nieto como presidente de México, que ya empezaba a caer en los índices de popularidad. Ahí el entonces legislador Céspedes pidió la palabra y dijo que cómo se podía hacer eso si en su región, de cuatro proyectos prometidos en campaña, se hizo uno y no lo terminaron bien.
Al final del encuentro, un dirigente priista, del que solo definió como “un exgobernador”, se le acercó y le dijo, palabras más, palabras menos: “las puertas del PRI están suficientemente abiertas para todo el que quiera entrar… las puertas del PRI también están abiertas para el que se quiera ir”.
Eso lo llevó a renunciar al PRI y volverse legislador independiente. En otra época eso hubiera sido el fin de su carrera política. Meses más tarde, la corriente política del morenovallismo –en 2018– lo vio como un buen candidato para edil de Tepeaca y ganó la elección de su municipio.
Relató que en 2019 conoció a Luis Miguel Barbosa Huerta, en su etapa de candidato de Morena a la elección extraordinaria de gobernador. Frente a él le hizo la siguiente definición: con Rafael Moreno Valle Rosas y Martha Érika Alonso “había un compromiso de trabajo, no una amistad”, pues ellos “estaban en otro nivel”. A la muerte de la gobernadora panista en diciembre de 2018, “se acabó ese compromiso”.
Luis Miguel Barbosa lo invitó entrar a la 4T. Años más tarde, Sergio Salomón Céspedes se convirtió en la figura central en Puebla del morenismo.
Darle espacio a los rechazados de la UAP
Sergio Salomón Céspedes en todo momento enfatizó que si en algo coincidió con el presidente Andrés Manuel López Obrador fue el tema de reducir la desigualdad social.
Por tanto, él mismo calificó que la obra educativa que se está concretando en este año, es el proyecto más trascendente del sexenio.
Le espantó y preocupó, confesó, el descubrir que en la UAP hay alrededor de 50 mil estudiantes rechazados en el examen de ingreso de cada año.
Los dos años de su gestión los enfocó en crear alternativas educativas y ampliar la infraestructura física de instituciones de educación superior, para dar cabida a más de 40 mil de esos estudiantes que, cada año, se quedan fuera de la máxima casa de estudios.
En ese esfuerzo se amplió la capacidad de unidades académicas de universidades regionales y pedagógicas de Puebla, sobre todo en zonas de comunidades indígenas. Se construyó Ciudad Universitaria 2 de la UAP y ahora se está a punto de concluir el campus del IPN.
Cuando contactó a los directivos del IPN –narró– estos le aclararon que el Instituto Politécnico Nacional no construye, pero se podía hacer cargo de la planta docente de maestros y el mantenimiento de la institución.
Por eso el gobierno del estado, con recursos propios, ha destinado más de 3 mil millones de pesos para crear esta alternativa de educación superior que, arranca con las carreras de: inteligencia artificial, alimentos, ciencia de datos y sistemas automotrices, entre otras ramas.
El campus del IPN en Puebla será uno de los más grandes de esta institución en el país. Se tienen ya construidos 49 mil metros cuadrados, repartidos en nueve edificios por cada sección. Ya están terminadas 150 aulas y están en proceso otras 130.
La nueva sede del IPN estará concluida el próximo 6 de diciembre y la meta, al cabo de 5 años, es que tenga 7 mil estudiantes, de bachillerato y educación superior.