El huracán Helene ha devastado el sureste de Estados Unidos, dejando más de 200 muertos, lo que lo convierte en el huracán más mortífero desde Katrina en 2005. La tormenta tocó tierra en Florida el 26 de septiembre como una categoría 4, causando destrucción masiva, especialmente en Carolina del Norte, donde comunidades enteras fueron arrasadas.
El número de desaparecidos sigue en aumento, mientras los equipos de rescate continúan buscando sobrevivientes. Además, casi un millón de hogares siguen sin electricidad una semana después del impacto, y miles de personas en Carolina del Norte carecen de acceso a agua potable, especialmente en la zona montañosa de Asheville.
El presidente Joe Biden, en una gira de dos días por las zonas afectadas, visitó Florida y Georgia, observando los daños y prometiendo el apoyo total del gobierno federal. “Nos quedaremos hasta que se recuperen”, aseguró el mandatario, quien también anunció la aprobación de ayuda federal para las zonas de desastre en Florida, Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Virginia.
En medio de los esfuerzos de recuperación, voluntarios han estado distribuyendo ayuda a las comunidades más remotas. En Carolina del Norte, incluso se han utilizado mulas para transportar suministros como insulina, alimentos y productos de primera necesidad, debido a las carreteras dañadas por las inundaciones.
El huracán Helene también ha provocado la reubicación de más de 2 mil prisioneros en Carolina del Norte debido a la falta de electricidad y agua potable en varias prisiones. Además, se espera que las lluvias continúen en la región, lo que podría complicar los esfuerzos de recuperación.
La temporada de huracanes en el Atlántico aún no ha terminado, por lo que las autoridades permanecen en alerta ante la posibilidad de nuevas tormentas en las próximas semanas.