Ya son legión quienes se andan promoviendo, promocionando y pavoneando.
No son pocas ni pocos quienes creen tener méritos.
Más de uno espera que así le paguen su “gran” contribución a las campañas.
Suponen que el gobernador electo, quien sin duda lleva mano, los va a elegir por alguna razón -que sólo ellos conocen-.
La imposición de Luisa María Alcalde Luján como dirigente nacional de Morena, junto con el arribo de Andrés Manuel López Beltrán -“el orgullo del nepotismo” del presidente López Obrador- a la Secretaría de Organización, significó el arranque de los relevos en los Comités Estatales del partido.
En Puebla con más razón tras el nombramiento que Alejandro Armenta Mier dio en su gabinete a Olga Romero Garci-Crespo, quien como presidenta estatal de Morena ha sido un cero a la izquierda -literalmente hablando-.
Romero será directora del organismo público descentralizado Carreteras de Cuota y debe renunciar, pues no podrá ocupar ambos cargos.
Sin embargo, no hay una fecha.
Y menos una fecha límite.
Sólo se sabe que deberá ser antes del 14 de diciembre, cuando inicia el gobierno armentista.
De hecho, el reciente Congreso Nacional de Morena dejó fuera de la discusión -y en consecuencia, de la agenda- los relevos en las dirigencias estatales, que se creían inminentes.
Ello da más margen de maniobra para tomar la mejor decisión.
Se han manejado varios nombres.
Claudia Rivera Vivanco (ex alcaldesa de Puebla, diputada federal y muy cercana al grupo de María Luisa Alcalde) y Alejandro Carvajal (diputado federal, del grupo de Alfonso Ramírez Cuéllar, operador de la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo), entre ellos.
Sin embargo, la realidad es que aún no hay perfiles.
Y falta tiempo, mucho tiempo para valorar y llegar a una conclusión.
Eso es al menos lo que se maneja en el entorno de Alejandro Armenta.
El mismo que hoy anda ocupado en otras prioridades.
Y entre ellas no está, a pesar de lo que suponen, el futuro del partido en el estado.
Lo único cierto, y verdadero, es que quien quede al frente de la dirigencia de Morena va a surgir de un proceso en el que no sólo contará la opinión del Comité Ejecutivo Nacional.
La voz del hoy gobernador electo será de peso.
No sólo porque necesita un liderazgo cercano a él, a sus ideas, a su proyecto, a su forma de ver y entender el poder, sino porque el gobierno no puede ir por un lado y el partido por otro, como ha ocurrido claramente durante varias etapas de la historia reciente.
De hecho, Alejandro Armenta será el primer gobernador surgido de la Cuarta Transformación (4T) con influencia determinante en el Comité Ejecutivo Estatal de Morena.
Cuando Luis Miguel Barbosa Huerta llegó a la gubernatura, Morena Puebla era controlado por un grupo distinto al suyo y por tanto no lo dejaron meter mano ni decidir absolutamente nada.
Incluso desde el partido operaron en su contra, como si fuesen enemigos o integrantes de fuerzas políticas distintas.
Fue hasta agosto de 2022 que, por diversas circunstancias, las cosas se le acomodaron y pudo imponer a Olga Romero al frente del partido.
Por su parte, Sergio Salomón Céspedes Peregrina, tras asumir la gubernatura, no tuvo otra opción más que convivir con la incómoda herencia de Barbosa en Morena.
Para fortuna de todos y todas, las cosas salieron bien en el proceso electoral 2024.
La figura de Andrés Manuel López Obrador, popularísimo gracias a los programas sociales, los ajustes al salario mínimo y su eficaz estrategia de polarización, hizo que los candidatos del régimen arrasaran en las urnas.
Y hoy el escenario es todo a favor.
Es probable que si se apresura, por alguna circunstancia, la salida de Olga Romero antes del 14 de diciembre, sea el actual secretario general, Agustín Guerrero Castillo, quien deba asumir las funciones de presidente, pero sólo temporalmente.
Porque el cambio en la dirigencia de Morena va a esperar.
Hasta que se encuentre al perfil adecuado.
Para lo que aún falta tiempo, mucho tiempo.
Que nadie como ansias.