Ante la posible renovación de la dirigencia estatal de Morena, entre las diferentes corrientes del movimiento obradorista ha crecido la demanda, el reclamo, de que el nuevo presidente tiene que ser un personaje plenamente identificado con los principios de la 4T, que sea fundador de esta fuerza política y no provenga del PRI. En ese sentido la mirada de diferentes agrupamientos se ha puesto sobre el diputado federal Alejandro Carvajal Hidalgo, quien surgió de las filas de El Barzón Poblano y es visto como un destacado morenista “orgánico”.
El escenario de un cambio en la dirección del Partido de Regeneración Nacional se debe a que antes de diciembre próximo tienen que renunciar a sus cargos la presidenta estatal de Morena, Olga Lucia Romero Garci-Crespo, quien será la titular del Organismo Operador de Carreteras de Cuota en el siguiente sexenio; así como Samuel Aguilar Pala, el secretario de Organización Política, quien fue designado como futuro secretario de Gobernación por el mandatario electo de Puebla, Alejandro Armenta Mier.
Esa situación plantea tres posibles rutas para cubrir tales ausencias:
Primera: que por prelación suba a la presidencia estatal de Morena el actual secretario general del partido, Agustín Guerrero Castillo, quien es un líder político de izquierda con una larga trayectoria en el movimiento obradorista, desde que surgió a principios de siglo. El tendría la labor de concluir el mandato de Olga Lucia Romero Garci-Crespo, cuyo periodo termina oficialmente a finales del próximo año.
Segunda: que el Comité Ejecutivo Nacional de Morena designe a un delegado encargado de la dirigencia. Es una solución incluida en los estatutos de esta fuerza política, pero se tiene la amarga de experiencia de que, casi siempre, se generan muchos conflictos cuando se entrega el control del partido a alguien que no se haya ganado el puesto en un proceso interno.
Tercera: que se siga el modelo que se ha planteado en el ámbito nacional de Morena, en donde la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, optó porque se haga una renovación de la dirigencia morenista, para que al iniciar el próximo gobierno se tenga un liderazgo sólido y renovado en la conducción del Partido de Regeneración Nacional.
Mario Delgado y Citlalli Hernández dejarán los cargos de presidente y secretaria general de Morena, respectivamente, para incorporarse como secretario de Educación y de la Mujer, en el próximo gabinete federal, lo que llevó a la decisión de hacer una renovación total del Comité Ejecutivo Nacional morenista.
Una opción que había era nombrar a delegados provisionales que, convocaran a elecciones internas para el siguiente año. Esa posibilidad la descartó Claudia Sheinbaum y por esa razón se ha llamado a que el Consejo Nacional del partido sesione y vote por una nueva dirección.
Hasta ahora se perfila Luisa María Alcalde Luján, la actual secretaria de Gobernación, para convertirse en la próxima líder de Morena. Ella es fundadora de Morena, ha sido de los protagonistas más jóvenes en el gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador y se le ve como un cuadro orgánico de la 4T.
El próximo gobernador de Puebla, Alejandro Armenta Mier, podría optar por un planteamiento similar al que está siguiendo Claudia Sheinbaum y adelantar la renovación de estatal de Morena.
El dilema que plantea la posibilidad de adelantar un cambio de la dirigencia poblana de Morena es que, como parte de la dinámica política que caracteriza a Alejandro Armenta, pudiera llegar a la cabeza del partido algún personaje que no tenga identidad con la 4T y provenga del PRI.
O que pase algo similar a lo ocurrido con Olga Lucia Romero Garci-Crespo, quien se afilió a Morena en 2018 para poder contender por una diputación local, pero antes de ello era una persona ajena a la 4T.
Como legisladora tuvo un pobre desempeño y todavía más decepcionante resultó como dirigente de Morena, ya que Romero Garci-Crespo nunca pudo colocar al partido en los espacios de la opinión pública. De hecho, se sabe que a la dirigente de Morena le da tirria la prensa, por el temor de que le cuestionen sobre los conflictos legales que ha enfrentado en Tehuacán, su ciudad natal.
Carvajal hasta ahora no ha hecho ninguna definición acerca de que si tiene o no interés de buscar un cargo partidista.No obstante, ha contribuido al debate al exponer que en el arranque del nuevo sexenio en Puebla se necesita que Morena tome su papel de observar, con sentido crítico, que los gobiernos locales se ajusten a los principios de la 4T, en lugar de ser un partido “palero”. En lo que pareció ser una alusión directa al actual desempeño gris de la dirigencia encabezada por Olga Lucia Romero Garci-Crespo.
Alejandro Carvajal tiene de su lado que ha ganado tres elecciones consecutivas, como diputado federal. Es fundador de Morena. Nunca ha estado implicado en escándalos de corrupción. Se ha visto involucrado en la defensa de grupos campesinos, deudores de la banca y conflictos de colonos, que son una parte esencial de las bases de Morena.