Alberto Jiménez Morales fue un personaje representativo de los cacicazgos regionales que dominaron a Puebla la mayor parte del siglo XX y su fama, principalmente, se debió a que fue el personaje de mayor poder político durante el gobierno de Mariano Piña Olaya. Un aspecto que poco se conoce de “Don Alberto” –como gustaba que lo llamaran— es que enfrentó una fuerte rivalidad con Carlos Hank González, el creador del Grupo Atlacomulco, por el traslado de las importaciones del consorcio alemán Volkswagen (VW) en la década de los años 70.
“Don Alberto” –quien falleció a los 94 años, la mañana de este jueves— en su calidad de coordinador de asesores del gobierno de Piña Olaya, habría sido el artífice de varios de los actos de mayor represión en contra de movimientos populares de Puebla, los cuales afloraron como secuelas de las crisis económicas del PRI que provocaron una oleada de brutal empobrecimiento de las comunidades campesinas y sub-urbanas.
A lo largo del mandato de Mariano Piña Olaya –quien gobernó entre los años de 1987 a 1993— todas las decisiones importantes pasaban por la aprobación, el visto bueno, de “Don Alberto”.
Y bajo el control gubernamental que ejercía Alberto Jiménez Morales ocurrieron los siguientes hechos obscuros:
Durante ese periodo se perpetró el asesinato de Gumaro Amaro Ramírez, el líder de la Unión de Amas de Casa, un crimen que sigue impune.
Se reprimió a los campesinos de San Francisco Ocotlán, que se oponían a la enajenación de sus terrenos que de manara abusiva fueron entregados a VW para su expansión industrial. En ese episodio los agentes policiacos mataron a un anciano y aunque el homicidio fue documentado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos, nunca se castigó a los responsables.
También hubo la persecución de grupos de colonos que fueron despojados de sus viviendas y/o de predios por la expropiación de más de mil hectáreas, en lo que ahora es la reserva territorial Atlixcáyotl-Quetzalcóatl, una de las zonas –en la actualidad– de mayor plusvalía inmobiliaria del país.
El abuso no terminó con el despojo, sino también se dio porque el gobierno piñaolayista vendió los terrenos de manera ilegal a los mejores postores, siendo uno de ellos Kamel Nacif Borge, el empresario libanés que desató el escándalo del Lydiagate. Los predios los recuperó Manuel Bartlett Díaz, cuando en el siguiente sexenio fue el titular del Poder Ejecutivo.
También en ese periodo se desató una feroz persecución contra la Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre (UPVA) y el encarcelamiento de su líder histórico, Rubén Sarabia Sánchez, alias Simitrio, que se convirtió en un preso político –encerrado en un par de prisiones de alta seguridad– por le negativa a incorporar a la UPVA al sector popular del PRI, tal como lo había exigido el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari.
En esos años del piñaolayismo surgió el Partido de la Revolución Democrática, que era la primera opción de izquierda que le disputaba el poder político al PRI.
Por esa razón, el PRD pagó una “cuota de sangre”, que fue el asesinato de varios de sus militantes y para ello, se utilizó al Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, que generaba violencia contra los primeros comités municipales perredistas, principalmente en la Mixteca poblana.
Con tales antecedentes se entendía porque “Don Alberto” era un hombre que generaba terror entre los que osaban enfrentarse a la hegemonía priista de finales del siglo pasado.
Se dice que el poder que ejercía como jefe de asesores del gobierno de Piña Olaya sirvió para afianzar los cacicazgos de Eleazar Pérez Sánchez, en Atlixco; de Amador Hernández, en Tehuacán; de los líderes de las centrales obreras de la CROM, la FROC-CROC y la CTM; así como el llamado Huachi-Power, que era la facción de control político de la familia Jiménez Morales, en la Sierra Norte del estado.
Otro aspecto relevante es que bajo la sombra de los hermanos Guillermo y Alberto Jiménez Morales floreció la violenta organización Antorcha Campesina, que en su momento fue un poderoso “brazo político” del PRI, y ahora es una agrupación vinculada al conservador Partido Acción Nacional.
Antorcha Campesina creció en impunidad, en influencia política y económica, primero en el periodo del gobernador Guillermo Jiménez Morales, que inició en 1981 y concluyó en 1987; para que después ese poderío se consolidara en el siguiente sexenio, el que encabezó Mariano Piña Olaya, que tenía como principal operador a Alberto Jiménez Morales.
Por eso no es exagerado afirmar que, con el fallecimiento de Alberto Jiménez Morales, murió el último gran cacique poblano del siglo XX.
La disputa con el profesor Hank
En la década de los años 70, el cargo más importante que había tenido Alberto Jiménez Morales era haber sido un alto dirigente de la Confederación Nacional Campesina.
Al iniciar el gobierno de José López Portillo, la fortuna le sonrió a “Don Alberto”, ya que un hombre muy cercano a él llegó al poderoso cargo de titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Se trataba de Julio Rodolfo Moctezuma Cid.
Esa influencia le permitió a Jiménez Morales obtener la concesión de la Central de Carga del Puerto de Tuxpan, Veracruz, que en ese entonces era donde desembarcaban los contenedores de la firma VW que contenían los componentes de importación para el armado de los autos de la firma alemana, cuya planta se ubica en Puebla.
Dicho negocio duró apenas dos años, debido a que Julio Rodolfo Moctezuma Cid protagonizó una disputa por el manejo de los recursos públicos del gobierno de la República con Carlos Tello Macías, quien era el titular de la Secretaría de Programación y Presupuesto. Por esa razón, el 16 de noviembre de 1977, el entonces presidente López Portillo destituyó de sus cargos a ambos miembros del gabinete.
La situación fue aprovechada por el regente de la Ciudad de México, Carlos Hank González, el creador del Grupo Atlacomulco, que durante décadas fue la facción priista de mayor peso e influencia en el país.
Hank compró 3 mil 500 camiones de carga y convenció a López Portillo de quitarle a “Don Alberto” la Central de Carga de Tuxpan, Veracruz. De esa manera, el “profesor Hank”, un mote que tenía por haber sido parte del magisterio del estado de México, controló el traslado de las mercancías de VW.
Bien dicen que la política es como “la rueda de la fortuna, porque a veces se está arriba y luego muy abajo”.
A la mitad del sexenio lopezportillista, llegó a la secretaría privada de la Presidencia de la República un personaje llamado Roberto Carrillo, quien fue compañero de Alberto Jiménez Morales en la dirigencia de la Sociedad de Alumnos de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuando ambos eran estudiantes de esa institución de educación superior.
Carrillo intrigó, operó y convenció a Guillermo López Portillo de que la Central de Carga de Tuxpan, regresara a manos de “Don Alberto”.
Por eso en el mundo del PRI, de fin de siglo, le tenían respeto y/o miedo a Alberto Jiménez Morales, porque se le supo imponer a Carlos Hank, el autor de la celebre frase: “Un político pobre, es un pobre político”.