A los ojos de un buen número de panistas poblanos, la derrota que vivió este partido en Puebla y en algunas plazas, como la Ciudad de México y el resto del país, se debió a una traición operada al más alto nivel, por el dirigente nacional del albiazul, Marko Cortés.
No sería la primera vez que Cortés vende una elección, en los hechos ha sido un muy valioso aliado de la 4T, no por nada, muchos panistas piensan en abandonar las filas de este partido para integrarse a Movimiento Ciudadano como en el caso de Puebla, como también al nuevo partido que se piensa formar, el Frente Cívico Nacional, el cual pretende emerger de lo que fue en su momento la famosa “marea rosa”.
Una cifra que tiene muy indignados a los miembros de este instituto político, es que solo se haya alcanzado una cobertura con representantes de poco menos del 60 por ciento de las casillas instaladas en Puebla capital y de menos del 55 por ciento en el interior del estado, cuando se suponía que la fuerza de la coalición, era precisamente lo que aportaban en ejército electoral y cobertura de los centros de voto.
¿Quién operó la traición y a cambio de qué? Es algo que se preguntan muchos integrantes de la sociedad civil y de Acción Nacional, quienes no dan crédito a la derrota tan contundente que vivieron tanto Eduardo Rivera, como Mario Riestra.
A los ojos de todos era claro que iba a ganar Claudia Sheinbaum y en Puebla todo mundo daba por descontado que Armenta llevaba mano, pero en el caso de la capital, la mayoría le daba el triunfo a Mario Riestra o hablaban de una contienda cerrada y terminó ganado el empresario que gobernará la capital, por 15 puntos.
De la misma forma, aunque se daba por descontado el triunfo de Sheinbaum y de Armenta, no se creía que fuera a ser de la proporción porcentual que resultó, más de 30 puntos sobre sus más cercanos adversarios, lo que habla de algo pocas veces visto, pero también de traiciones al interior del panismo y de sus aliados del PRI y el PRD.
En el caso de Puebla, ¿Quién era el responsable del ejército electoral que tenía que verificar que la estructura estuviera completa? ¿Quién no hizo su trabajo y permitió que el 40 por ciento de las casillas instaladas quedarán a merced de Morena?
Son muy buenas preguntas, porque de ahí se desprende una muy buena parte de la derrota sufrida por el panismo en Puebla capital y también en el interior del estado, debe de existir un responsable de esta área, la cual todos saben es estratégica en cualquier proceso electoral.
Dejar sin cobertura las casillas, equivale a salir de tu casa y dejar la puerta abierta de par en par, para que pueda ingresar a quién se le antoje la gana, robarte lo que te quiera robar y poder salir tranquilamente sin ser molestado.
Dejar sin cobertura las casillas electorales equivale también a darles las llaves de tu casa a los ladrones, para que ingresen tranquilamente a tu hogar y que se puedan llevar todo lo que quieran. ¿Quién fue el responsable de esto? ¿Quién?
Por eso tienen una parte de razón aquellos que alegan que en Puebla capital, existió una traición mayor, pero el silencio de todos los actores frente a esto, es hasta cómplice. Allá ellos y sus conciencias.
Una fiesta, el cierre de las administraciones municipales. Mucho cuidado debe de tener la nueva administración estatal y la nueva legislatura que se apresta a entrar en funciones en septiembre de este año, porque el fin de fiesta dentro de las administraciones municipales, está a todo lo que da, principalmente en aquellas demarcaciones en donde el edil en funciones buscaba la reelección y perdió.
Desafortunadamente la mayor parte de los ediles saben que pueden saquear impunemente las administraciones municipales, sin recibir ningún castigo de por medio, ya que los procesos de entrega-recepción, son una auténtica farsa.
Ojalá dentro de los cambios que ha prometido el nuevo gobernador, Alejandro Armenta, venga uno en torno a castigar de manera ejemplar a los ediles que ya se preparan para dejar saqueadas sus respectivas administraciones municipales y lo peor, sin consecuencias.
Un caso por demás significativo, es el del actual presidente municipal de Cuautlancingo, Filomeno Sarmiento, quien se niega a iniciar el proceso de entrega-recepción y se quiere robar hasta los clips.
Ilustración: Alejandro Medina