Esta semana los 29 nuevos jueces de Puebla, recién designados, se tomaron la foto oficial y mostraron con orgullo los nombramientos que los colocan como los primeros togados en obtener esas plazas mediante un supuesto examen de oposición. Sin embargo, este proceso en lugar de dejar un halo de satisfacción ha generado una ola de malestar, de rabia, entre muchos integrantes del Poder Judicial (PJ) porque para nadie es un secreto que la selección se hizo mediante un intenso tráfico de influencias y no se eligieron a los mejores aspirantes.
La opinión generalizada que quedó en el ambiente es que, en el estado de Puebla, es una utopía, o mejor dicho una “tomadura de pelo”, eso de la carrera judicial.
¿Qué es la carrera judicial? Es nombrar a jueces o magistrados mediante un proceso de selección –que incluye un examen de oposición– entre los funcionarios del PJ que se han venido destacando por su buen desempeño como proyectistas o secretarios de juzgados, además de acrecentar y mejorar su técnica jurídica.
Lo anteriormente descrito, en lo formal así ocurrió, ya que en abril se aplicó el primer examen de oposición de jueces.
En la realidad eso no pasó así, en un sentido crítico se puede decir que los nuevos 29 jueces surgieron de tres vías:
Primera: varios de ellos son parientes de jueces en activo o en retiro.
Segunda: eran funcionarios de los magistrados que calificaron la evaluación.
Tercera: son parientes de exmagistrados.
Entre los nuevos titulares de juzgados si hay personajes que llegaron a esos lugares por sus méritos. Pero dicen fuentes bien informadas del PJ que son los menos.
Dicha situación explica porque en el PJ poblano persiste un ambiente de rabia, de frustración, de desencanto hacia el Consejo de la Judicatura, ya que muchos funcionarios de ese ámbito han buscado llevar trayectorias apegadas a las reglas, han aumentado su formación académica y se prepararon para el examen de jueces. Al final quedaron marginados porque no tienen un pariente influyente o nadie con suficiente poder los pudo recomendar.
Por eso suena absurda la opinión de quienes se oponen al proyecto presidencial de designar a ministros y magistrados mediante el voto popular, argumentando que debe prevalecer la carrera judicial, para garantizar la llegada de los mejores cuadros a los cargos de mayor jerarquía del PJ.
Al final, para nadie es un secreto que, de los tres poderes públicos, el Judicial, es donde más domina el nepotismo e influyentísimo.
Siempre el Poder Judicial, federal y estatal –por lo menos en el caso de Puebla–, el grueso de las plazas de secretarías administrativas, proyectistas, secretarios de juzgado o de salas judiciales, son principalmente parientes, parejas sentimentales y recomendados de quienes toman las decisiones.
En los corrillos del Poder Judicial de Puebla –respecto a la reciente evaluación para designara los nuevos togados– con sorna se dice: “Fue tan recto el examen de oposición que llegó a juez el proyectista del juez borracho y deudor”.
Hay un juez, al parecer de un juzgado de lo civil o penal, del que se omite su nombre por obvias razones para evitar represalias, que es famoso por sus escándalos, que incluyen ser deudor alimentario de sus hijos y tener un grave problema de dipsomanía.
Algo que no tendría que ocurrir con alguien que se dedica a aplicar la ley.
Se podría partir de la idea de que tales problemas del juez son del ámbito privado y nadie tendría por qué cuestionarlo.
Solo que hay un pequeño detalle: el togado en mención constantemente convierte a su juzgado en un bar y ahí es donde consume el alcohol en cantidades abundantes.
Él cree que nadie se da cuenta. En realidad, todos los que ahí laboran se hacen “de la vista gorda” para no meterse en problemas.
Y resulta que su compañero de consumo, de parranda, es uno de los proyectistas del juzgado, mismo que ahora –al parecer– figura en la lista de nuevos jueces.
Eso explica por qué en la reciente encuesta que levantaron –el fin de semana— las empresas Enkoll y De la Heras Demotecnia, junto con el departamento demoscópico de Morena, por encargo de la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo, se arroja que 8 de cada 10 ciudadanos opinan que urge reformar al Poder Judicial.
Y lo que es peor, más de 70 por ciento dicen que los tribunales están llenos de corrupción.