En la incertidumbre se encuentran 66 abogados que resultaron ser los finalistas del Primer Concurso de Oposición Cerrado del Poder Judicial de Puebla (PJP) para seleccionar a nuevos jueces de primera instancia en lo civil, familiar, mercantil y penal. Esa inquietud se debe no solamente a que aún no se conoce quienes son los ganadores, luego de que el proceso arrancó en abril pasado, sino también porque se dice, se rumora, de que les abrían mandado un sutil mensaje a varios suspirantes de que, pese a las entrevistas y exámenes a los que fueron sometidos, las plazas tienen “un costo”.
De lo que se dice en “radio pasillo” en el Tribunal Superior de Justicia es que personas ajenas al Consejo de la Judicatura de Puebla, que es la instancia que emitió la convocatoria a los exámenes de oposición, son los que habrían llevado el mensaje de que cada puesto de juez tendría “un costo” de entre 500 mil y hasta 800 mil pesos.
Esos tributos, que no son legales y se buscaría cobrar “en lo oscurito”, están en función del lugar en donde los interesados quieran iniciar sus carreras como jueces.
Si solamente logran pagar medio millón de pesos de soborno, entonces los mandarían a las plazas más alejadas de la capital.
Y si consiguen rozar la cifra del tributo a casi un millón de pesos, entonces su destino sería un juzgado de la Angelópolis o en la zona metropolitana de Puebla.
Ese es el rumor que se ha esparcido. Todo va a depender de cómo se resuelva la selección de los nuevos jueces para saber si esa versión es un infundio o es una expresión más de la corrupción que carcome al Poder Judicial.
Se sabe que entre los 66 finalistas hay personajes que tienen una larga, limpia y destacada trayectoria en Poder Judicial. Si entre ellos se selecciona a los próximos titulares de juzgados, se mandará el mensaje de que realmente han funcionado las reformas y cambios que han operado en los últimos años en el PJP.
Pero también en esa lista hay personajes que enfrentan señalamientos de malos y oscuros desempeños como trabajadores de los juzgados.
Una tercera característica del conjunto de finalistas del concurso es que hay parientes de jueces y magistrados que le están apostando a entrar a los cargos de jueces por las influencias de sus padres, tíos o hermanos.
Si en la selección final quedan malos funcionarios del PJP o los parientes de magistrados y jueces, quedará claro que en el Poder Judicial se hicieron cambios, para que al final todo quedara igual.
Regalos y recomendados
Según la versión que se ha esparcido de la forma en que se está seleccionando a los nuevos jueces –de la que se debe insistir que no se sabe aún de su veracidad–, apunta a que en los últimos días se han percibido comportamientos raros en el Poder Judicial.
Uno de ellos sería que se habría visto a 4 ex magistrados, de apellidos Camacho, López Rubí, Acosta y Martínez, pidiendo audiencia con los integrantes del Consejo de la Judicatura de Puebla al aparecer para impulsar a sus recomendados para ocupar las vacantes de jueces.
También que se habría visto llegar ostentosos regalos a las oficinas de quienes dirigen el destino del PJP, como parte del “impulso” a ciertos nombres de la lista de 66 finalistas del concurso en cuestión.
Algo muy especial, dice esa versión de “radio pasillo”, que se debe poner en la mira a los aspirantes que son parientes de jueces y magistrados.
Por ejemplo, se dice que estaría concursando un hijo de la magistrada María de los Ángeles Muñoz Juárez y que el candidato, tiene el antecedente de haber causado el atraso en la emisión de sentencias en los juzgados que han estado a cargo de los jueces Griselda Méndez Ibarra, Alicia Ortiz Márquez y Leonardo Treviño. Habría que revisar si eso es cierto.
Otro ejemplo, de infundo o de una descripción de la realidad, es que se ha dicho que José Fernández Rosales es uno de los aspirantes a nuevo juez y que tiene el mal antecedente de cargar con pendiente en la elaboración de varias sentencias en el juzgado octavo de lo civil. Que uno de sus parientes, que es parte del PJP, es quien estaría visitando a “amigos” del Consejo de la Judicatura para pedirles que “le echen una manita” a su recomendado.
Se comenta que hay dos mujeres aspirantes, con los apellidos Ortiz y Concha, que ya se sienten seguras de que van a ser seleccionadas porque una de ellas es hermana de una juez y la otra, tiene a una magistrada de pariente.