Como puntero en todas las encuestas -las publicadas y las no publicadas-, Alejandro Armenta era el candidato que tenía más que perder en el debate del INE por la gubernatura de Puebla.
Una mala actuación, un error gigante o un “cadáver en el clóset”, hubieran movido las preferencias en su contra.
Pero eso no sólo no ocurrió, sino que el candidato de Morena-PVEM-PT-Nueva Alianza-FxM salió ileso y terminó ganando el ejercicio, como lo reflejaron las encuestas posteriores al encuentro celebrado en el CCU de la BUAP y las métricas en redes sociales.
Eduardo Rivera, el retador, el contrincante, estaba obligado a noquear. El ex alcalde asumió su papel de segundo lugar y opositor, y en ese marco, dio dos, quizá tres buenos golpes a Armenta.
Pero ninguno letal, ninguno sorprendente, ninguno que lo sacudiera o mandara a la lona, si se permite la analogía con el box.
Eduardo Rivera fue previsible, lo peor que le puede suceder a un contendiente que está obligado a remontar.
Echó mano de no pocos lugares comunes.
Recicló viejas y oxidadas historias como la de “El Grillo” y Mario Marín, que más allá del “círculo rojo” a nadie le importan, y para su sorpresa, se llevó varios uppercuts como respuesta.
Tal vez creyó que no le contestarían, que le dejarían pasar todas, que tendría un día de campo, y se equivocó.
Eduardo Rivera -mal desde la vestimenta sugerida por sus managers– lució todo el tiempo enojado, hasta irritado, desesperado, asumiendo un papel de víctima u ofendido que francamente no le queda.
Como si el mundo, la vida, alguien lo hubiera ofendido grave y personalmente.
Hizo malos chistes (“Armentira”, el más patético).
Revivió el robo a casa habitación en el fraccionamiento donde vive; reiteró que fue “un ataque directo” y nuevamente se sobrepasó en su histrionismo: “¡Iban por mi”, clamó.
La historia, su historia -para muchos un montaje electorero-, sigue teniendo muchos huecos que en estos días va a llenar la Fiscalía General del Estado, con un reporte completo, detallado de lo realmente sucedido a las vecinas del aspirante.
Alejandro Armenta tardó en responder algunos de los señalamientos de Eduardo Rivera, pero cuando lo hizo, fue contundente; incluso recurrió a la ironía y se burló varias veces de su contrincante.
“No te enojes, sólo es un debate”, le pidió, cuidándose de no soltar una carcajada.
Eduardo Rivera perdió los estribos: “¡Palero, esquirol”, calificó a Fernando Morales, quien cumplió su rol de tercero en discordia, sin nada que perder y mucho que ganar, a la perfección. Se enfocó en el panista, pero también dio sus raspones al morenista. El de Movimiento Ciudadano lo hizo bastante bien. No le va alcanzar para nada, pero tuvo un buen desempeño. Se ve que se preparó o lo prepararon correctamente para este debate.
Alejandro Armenta, quien se refirió casi todo el tiempo a Eduardo Rivera como “el candidato del PRI”, no cometió ningún gazapo, se apegó al guion, le entró a todos los temas, administró sus tiempos y, ojo, defendió a la 4T, a Claudia Sheinbaum, al presidente López Obrador y hasta a Sergio Salomón Céspedes Peregrina, a diferencia de Eduardo Rivera, que no defendió a los gobiernos del PAN y se olvidó de Xóchitl Gálvez y del resto de candidatos de la oposición.
Por cierto: el golpe bajo, debajo del cinturón, al gobernador de Puebla, por parte de Eduardo Rivera Pérez, quien mostró, fuera de todo contexto, una fotografía de él con la narcocandidata del PRIANRDSI, Tania “N”, será recordado como uno de los peores episodios en la historia de los debates.
Por innecesario.
A muchos les consta: el mandatario estatal no hizo otra cosa que tenderle su mano el tiempo que coincidieron, él como jefe del Ejecutivo, Rivera como alcalde Puebla, y así le pagó.
¿Es tal su desesperación?
Como diría el clásico: “¿Qué necesidad?”.
Sí, qué necesidad porque el exabrupto tendrá consecuencias, pues el de Eduardo Rivera es de esos ataques que no se pueden quedar sin respuesta.
Por cierto, mientras se desarrollaba el debate, adelanté (vía X) que Tania “N”, ex colaboradora de Rivera Pérez, quedó vinculada a proceso por delitos contra la salud y otros relacionados con el crimen organizado. No es precisamente Sergio Salomón quien va a tener que responder cómo fue posible que el PAN-PRI-PRD-PSI la hicieran candidata a diputada suplente. ¿En serio nadie se enteró de sus nexos con la mafia?
Fernando Morales fue ácido al respecto: al final lamentaría que Eduardo Rivera se negó a responder por qué permitió, como jefe máxima del PAN, que una delincuente como Tania “N” fuera postulada; lo mismo en el caso del falso indígena Néstor Camarillo, sedicente ex dirigente del PRI y quien ya amarró una Senaduría.
Otra salida fuera de tono de Eduardo Rivera, totalmente innecesaria, llegó cuando, sin contexto ni justificación, preguntó si Alejandro Armenta y Fernando Morales “¿pasarían una prueba antidoping?” (sic).
Extrañeza, mucha extrañeza, causó también que haya dicho que invitará al Rey de España a su toma de posesión, lo cual está entre el millón de temas que menos le importan a los poblanos.
Eduardo Rivera confirmó que la estrategia de la coalición que encabeza es construir la narrativa de un fraude por anticipado: “¡Se quieren robar la elección y no nos vamos a dejar!”, señaló, en la ruta de lo que él y sus asesores pretenden sea la judicialización del proceso electoral poblano.
–Mientes, mientes, mientes y vuelves a mentir -respondió Alejandro Armenta a varios de los señalamientos del panista, de quien se esperaba más, mucho más, el mismo que se salió por la tangente -o al menos lo intentó- cuando Fernando Morales lo acusó de solapar a los acosadores sexuales de su periodo como alcalde.
“A Armenta sí lo invitaría a mi gabinete, a Eduardo Rivera definitivamente no; ya nos falló dos veces, las dos veces que fue alcalde”, dijo, palabras más, palabras menos, el candidato naranja, el que se presentó como chavoruco y como hijo del ex gobernador Melquiades Morales; como el “diferente”, el que fue, llegó, hizo su papel, logró sacar de sus casillas al panista y… punto.
El debate, lamentablemente, tuvo escasa audiencia. Los poblanos y las poblanas no están interesados en las campañas y se notó. El pico más alto en la transmisión del IEE vía YouTube alcanzó 2,593 views. El ejercicio calmó el morbo de operadores, colaboradores, periodistas, comentócratas, etcétera. Pero no tuvo el impacto que quizá deseaban Rivera y Morales.
Habrá que ver el posdebate, que a veces importante más que el debate, pero por lo que se vio y escuchó, este no va a mover las preferencias ni las tendencias de cara al 2 de junio.
Cinco encuestas (de Indicadores, RUBRUM, Gobernarte, Demoscopia Digital y Electoralia) registraron que quienes observaron el encuentro, vieron que Alejandro Armenta lo ganó. Obviamente, Eduardo Rivera difundió un sondeo de Massive Caller, empresa que en el pasado hasta Xóchitl Gálvez ha descalificado, para decir exactamente lo contrario.
Lo cierto es que el panista necesitaba, le urgía noquear y no sólo dejó ir vivo a Armenta, sino que este lo tundió varias veces, desmintiendo a los manuales de comunicación política, que señalan que el puntero no ataca, sólo cuida su ventaja.
En las redes sociales, un análisis digital utilizando herramientas del big data -que elimina bots- indicó que Armenta salió fortalecido del debate.
Dominó la conversación y mantiene altos niveles de opiniones positivas entre la ciudadanía.
A partir del inicio del evento, se generó un mayor número de menciones a favor de Armenta; entre las 5 y las 7 pm se registraron 4 mil 500 menciones para el candidato de Morena, con un alcance global de 3.4 millones de usuarios.
En ese mismo periodo, se detectaron 4 mil 400 menciones para Eduardo Rivera, que tuvieron un alcance estimado de 3.2 millones de usuarios.
Otro indicador relevante para saber quién fue el ganador es el humor social.
Se clasificaron las menciones en positivo, negativo y neutro para saber en qué sentido se expresan los usuarios de redes sociales sobre los candidatos.
Armenta recibió un 47% de opiniones positivas y un 40% de opiniones negativas. Por su parte, Rivera obtuvo 22% de comentarios positivos y un 60% de negativos.
Lo anterior, nos arroja un saldo de +7 para el candidato de Morena y de -33 para el candidato del PAN.
Como se vio en el debate, el candidato opositor, resultó ser el que más ataques lanzó y ello parece haberle afectado en la percepción digital.
Dado el contexto de violencia e inseguridad, el elector parece estar cansado del conflicto entre los actores políticos. De allí que los votantes prefieran claramente las propuestas planteadas por Armenta a las críticas de Rivera.
Por su parte, el candidato de MC Fernando Morales registra un incremento en el volumen de menciones, al llegar a 1 mil 100; muy por encima de su promedio diario.
Como era de esperarse, por su todavía relativo bajo nivel de conocimiento, él saca una ventaja del debate por tener mayor presencia en la discusión pública.