“Prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila“, reza un refrán muy popular.
Como pocos en la historia reciente, el actual proceso electoral en Puebla, especialmente la carrera por la gubernatura, se ha caracterizado por la desproporción, tanto en cantidad como en calidad, de las promesas realizadas por los tres candidatos en contienda.
En estos primeros 24-25 días de campaña, Alejandro Armenta, Eduardo Rivera y Fernando Morales han entrado en una curiosa y singular disputa por ver quién ofrece más y más y más, sin decir, primero, cómo y cuándo lograrán aterrizar tan brillantes proyectos y, segundo, con qué los van a financiar.
Si bien el presupuesto anual del estado ha ido creciendo paulatinamente, se necesitarían dos o tres veces más de lo que actualmente recibe Puebla, para soportar la carga que implicaría ejecutar muchas de las promesas que han venido realizando los candidatos a un electorado cada vez más escéptico, pues -como dice otro refrán- “la burra no era arisca, la hicieron a palos“.
Sí, cada campaña es lo mismo, pero esta vez parece que se han “volado la barda“. Han prometido de todo, y todo es todo, y en contraste, para los temas realmente prioritarios y de urgente atención para la entidad, especialmente seguridad pública, agua potable, movilidad, educación y salud, se han quedado cortos. O no han sabido explicar ni comunicar al detalle, las partes medulares y prácticas de sus iniciativas centrales.
En otras palabras: mucha demagogia y propaganda, poca sustancia; muchos qués, escasos cómos.
Como si fueran magos y bastaran una varita mágica y un sombrero -con todo y conejo- para hacer realidad todos los propósitos -o más bien: despropósitos-.
El candidato de la alianza “Mejor Rumbo para Puebla”, Eduardo Rivera, por ejemplo, ha prometido desde la creación de la Secretaría del Agua -lo que más bien suena a más burocracia- y sembrar a un representante de gobierno en cada uno de los 217 municipios del estado -lo que no sólo invadirá la esfera de competencia y las facultades de los alcaldes, sino que fácilmente puede ser inconstitucional-, hasta una nueva universidad pública y un Centro Estatal de Diagnóstico del Espectro Autista.
Otras ofertas del ex alcalde han sido: programa “Peso a Peso para el Campo”, más de 500 estancias infantiles, 10 mil millones de pesos para emprendedores, 20 mil calles en Puebla capital y el interior del estado, mil espacios públicos para hacer deporte, tabletas para todos los policías, 70 unidades móviles de salud, siete centros regionales de salud, centros de atención de violencia de género, dos nuevas líneas de RUTA, mil kilómetros de carreteras, el Instituto Estatal de Planeación, tarjetas “Salud Contigo” para cobertura universal de medicinas y consultas, centros regionales para el cuidado de personas adultas, seguros de vida para los policías y becas para sus hijos, un hospital de alta especialidad para Amozoc y… ¡el presupuesto ya se acabó!
Por su parte, el candidato de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, Alejandro Armenta, ha prometido: 3 nuevas líneas de RUTA, el Valle de la Tecnología -convertir a Puebla en algo similar a Silicon Valley-, una planta de paneles solares, mil unidades eléctricas anuales para el transporte público, más arcos de seguridad, una red de teleféricos, una línea de cablebús (Angelópolis-La Paz), rehabilitación de todos los rellenos sanitarios, el Banco de la Mujer, un Hospital del Adulto Mayor, una universidad para la Sierra Negra, ampliación de la autopista a cuatro carriles (en el tramo estadios-Amozoc), agroparques en todo el estado, creación de la Secretaría del Deporte, rehabilitación de tuberías y drenajes en 100 municipios, dos avionetas para combatir incendios forestales y… ¡el presupuesto se nos volvió a acabar!
Fernando Morales, candidato de Movimiento Ciudadano, tampoco se ha quedado atrás y a la fecha, sin rubor, ha ofrecido: “mandar a la chingada” a Agua de Puebla para Todos -lo que implicaría, de inicio, una inversión de más de 13 mil millones de pesos-, una red de vehículos DRT (Demand Responsive Transport) para el sistema de transporte público (de la Volkswagen a San Miguel), la creación del Instituto Estatal del Transporte, verificación gratis para todos y todas, salarios de 5 mil pesos mensuales a mujeres víctimas de violencia y madres solteras; lo mismo para campesinos y campesinas; reducción del Impuesto sobre la Nómina (de 3% a 2.5%), desayunos calientes para todos los niños de todas las escuelas, créditos millonarios para todos los empresarios del estado, construcción de nuevas cárceles y mercados municipales, atención médica gratuita para todos los menores de edad, un sistema de lectoescritura y bibliotecas en todas las escuelas públicas, creación del Instituto del Combate a la Pobreza (¿qué caso no existe ya la Secretaría de Bienestar?), concesionar el Museo Barroco (ya está concesionado y se están pagando mil 742 millones de pesos en 280 cómodas mensualidades), crear el Instituto de la Diversidad Sexual, medicinas y tratamiento gratis a poblanos de cero a 17 años y… ¡ahora sí ya no nos quedó un solo peso!
Hay que decir que a la Feria de Promesas -no confundir con la sensacional Feria de Puebla 2024, que arranca este jueves- se han sumado, también con singular entusiasmo, los candidatos a la presidencia municipal de Puebla y muchos candidatos y candidatas a diputaciones federales y locales que vienen ofreciendo absolutamente todo, primero por desesperación, segundo porque ni siquiera saben cuál es el verdadero papel o las verdaderas facultades de un legislador. Ejemplos sobran, lamentablemente.
Hace unos días, el especialista Luis Antonio Godina, asesor de Alejandro Armenta, aseguró que las propuestas de Eduardo Rivera son inviables, ya que requerirían más de 10 mil millones de pesos, lo que equivale a tres veces el presupuesto estatal sexenal para gasto de inversión no etiquetada. Agregó que lo propuesto por el abanderado del PAN no tiene sustento técnico y presupuestal ni financiero.
Pero el puntual análisis del ex secretario de Finanzas podría extenderse a la mayoría de los candidatos y las candidatas a puestos de elección popular, y seguramente concluiríamos algo muy similar.
Y es que, como dice otro conocido refrán, aplicado invariablemente ya que llegan al poder: “prometer y prometer hasta meter, y una vez metido, olvidar lo prometido“.
¿O me equivoco?