¿Qué tan unidos están, en realidad, Eduardo Rivera Pérez y Mario Riestra?
¿Cuánto quiere uno el triunfo del otro?
¿De verdad les conviene?
¿Por qué, al menos hasta hoy, andan por caminos separados, con agendas, narrativas e intereses diferentes?
¿Por qué no aparecen juntos -o aparecen muy poco juntos- en ruedas de prensa, foros académicos, reuniones de partido y eventos diversos, a diferencia de Alejandro Armenta y Pepe Chedraui?
¿Por qué escasean las fotografías en las que Eduardo y Mario posan uno al lado del otro?
¿Qué hay detrás de ese distanciamiento?
¿Una “guerra fría“?
¿Guerra en el Paraíso?
¿Por qué Riestra presume constantemente los resultados de la encuestadora CE Research, que le da dos puntos de ventaja sobre Chedraui?
Es decir, la misma empresa que, al mismo tiempo, afirma que Armenta supera por 13 puntos a Eduardo Rivera.
Es decir: ¿Riestra valida que Eduardo Rivera va perdiendo por dos dígitos?
¿Qué tiene que ver todo esto con que Eduardo y Mario no sólo pertenecen a distintos, y divergentes, grupos internos panistas, sino que traducen la realidad política de forma muy distinta y tienen, por tanto, diferentes modos de hacer política?
¿Por qué los estrategas y operadores de uno y otro bando se ven con tanta desconfianza, con tanto escepticismo?
¿Por qué, por ejemplo, el apoyo de Eduardo Rivera a un soldado de Riestra, el dirigente municipal del PAN, Jesús Zaldívar, con serios problemas legales, ha sido tan de “dientes para afuera“?
¿Tan “de compromiso“?
¿Qué tiene que ver todo esto con la áspera disputa que se dio, tras bambalinas, por la integración de la planilla de regidores del hipotético Cabildo encabezado por Riestra?
¿Hasta donde El Yunque trató de influir en el armado e imponer a Mario el mayor número de sus piezas?
¿Por qué en el cuarto de guerra de Riestra se habla tanto de voto diferenciado?
Voto diferenciado por aquí, voto diferenciado por allá…
¿Por qué se afirma que puede ganar incluso si la coalición opositora pierde la gubernatura?
¿Por qué en el cuartel de Rivera se comenta que incluso perdiendo la capital, se puede ganar el estado, algo similar a lo sucedido con Miguel Barbosa en 2019?
¿Por qué a Rivera no acaba de simpatizarle tanta cercanía y tanta interlocución de Riestra con el dirigente nacional panista, Marko Cortés?
¿Es cierto que Riestra se visualiza ganador y alcalde de Puebla y con buena, excelente relación con un Armenta gobernador?
¿Es cierto que un Eduardo Rivera gobernadorsabe que si Riestra se convierte en presidente municipal de Puebla, se convierte a su vez, en automático, en su natural sucesor y eso no encaja precisamente en el proyecto a largo plazo del grupo al que pertenece?
¿Hasta dónde en realidad Eduardo Rivera y Mario Riestra han superado las profundas, gravísimas diferencias que tuvieron en tiempos del morenovallismo?
¿Aquellos duros tiempos, tiempos de canallas, en que los aliados panistas de Rafael Moreno Valle operaron con todo para ayudarlo a apoderarse del partido y destruir a sus figuras más preponderantes, como precisamente Eduardo Rivera?
¿Cuántos lodos de esos polvos subsisten todavía en su entorno?
¿Cuánta desconfianza hay acumulada en uno y otro?
¿Cuánto recelo?
¿Son amigos-enemigos?
¿Enemigos-amigos?
¿Son una verdadera mancuerna?
¿O más bien, males necesarios que no tienen otra opción que coincidir en una batalla electoral en la que no sólo están en juego sus carreras políticas, sino sobre todo el futuro y el control del Partido Acción Nacional en Puebla?
Es decir, o Eduardo Rivera gana y se confirma como el dueño del PAN poblano, o Eduardo Rivera pierde y Mario Riestra gana y emerge, el 2 de junio, como el nuevo mandamás en el partido y como la ficha con la que Acción Nacional jugará la sucesión estatal en 2030.
¿De verdad caminan unidos para lograr un “Mejor Rumbo para Puebla”?
¿En serio uno anhela el triunfo del otro, y viceversa?
¿De verdad?
