Escribir cómo y por qué fue que José Chedraui Budib resultó finalmente ungido como precandidato de Morena a la presidencia municipal de Puebla sería repetitivo y ocioso, inservible pues, a la luz de todo lo que se comentó en las semanas previas a su selección, ocurrida el sábado, por lo que será mejor ir hacia delante y olvidar ya ese debate, hoy estéril, en torno a su origen partidista –priista–.
Una vez sorteados los obstáculos del camino y conseguido el boleto para ir a la contienda electoral, lo que sigue en la ruta crítica de Chedraui Budib es tratar de ganarle a Mario Riestra Piña, el precandidato de la oposición, en el municipio más panista y antimorenista del estado.
Que pueda derrotar a Riestra Piña o no será un enigma imposible de resolver antes del 2 de junio, con todo y lo que pretendan anticipar las encuestas sobre intención de voto que muy pronto comenzarán a circular llevando a estos dos personajes como protagonistas de la elección, pero su sola incursión como candidato de Morena y sus partidos aliados obliga a plantear escenarios que, al menos en el estado de Puebla, no habían existido alrededor de otro político postulado por la 4T.
Como candidato de Morena, el presunto partido salvador de los pobres y los desprotegidos de este país, de los “chairos”, para estar en sintonía con el lenguaje que le gusta propiciar al presidente López Obrador como parte de su estrategia de confrontación social, “Pepe” Chedraui es una suerte de experimento electoral cuyo propósito teórico será arrebatarle una importante tajada de votos al candidato de la oposición, debido principalmente a su perfil empresarial.
Antes de la irrupción de Chedraui en la competencia interna se decía lo mismo de personajes como Olivia Salomón y Rodrigo Abdala.
De ellos se comentaba que gracias a sus circunstancias socioeconómicas y a sus relaciones con la élite del poder, no solo político, sino económico, podían caer bien entre ese electorado de clases media y alta que está molesto con López Obrador y que quiere ir a las urnas para echar a su partido del poder, y hacerlo cambiar de opinión, aunque fuesen candidatos –uno de los dos– del mismo instituto político al que, hasta antes de esa hipotética postulación, se rechazaba.
Ese razonamiento aplica todavía mejor con Chedraui, que supera con creces las cualidades vistas en su momento en la ex titular de la Secretaría de Economía y el ex delegado de los Programas del Bienestar.
Justo en este punto es donde la precandidatura del empresario se vuelve interesante y merecedora de toda expectación:
¿Podrá “Pepe” Chedraui, debido a su origen empresarial y a su pertenencia a los círculos más privilegiados del poder económico del estado, ser atractivo para los electores que hasta hace unos días pensaban sufragar en contra de los candidatos de Morena, y convertirse, ahora, en un vuelco inesperado, en su mejor opción de gobierno, solo por ser diferente al grueso de los políticos, mujeres y hombres, lopezobradoristas?
Esa es la parte medular de esta precandidatura, además de la relación personalísima y de amistad que nuestro personaje tiene con el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, y que se ha documentado al detalle.
¿Será “Pepe” el arma política que requiere el partido oficial para evitar una derrota más en el municipio de Puebla, como las sufridas en las últimas dos contiendas electorales, las de 2019 y 2021?
Como en toda guerra, existen dos versiones.
Entre los integrantes de la coalición Sigamos Haciendo Historia, donde cohabita la 4T, dicen que sí lo será y aseguran que la candidatura será un éxito, que sumará votantes que los fundadores de Morena no habrían podido conseguir, de ninguna manera, y que recuperará la presidencia municipal después del revés de Claudia Rivera Vivanco ocurrido tres años atrás.
Aquí hay plena confianza en que los que son simpatizantes morenistas votarán todos por él y que los que no lo son podrán hacer una clara disección del personaje para comprender que, aunque enfundado en la camiseta guinda, ofrecerá en realidad otro estilo de conducción gubernamental, para obsequiarle el sufragio.
Entre los liderazgos de la alianza Mejor Rumbo para Puebla, donde vela armas la oposición, se opina otra cosa.
Ahí no temen al perfil de Chedraui porque afirman que el empresario se mimetizará con los morenistas tradicionales para hacer campaña y perderá ese sello distintivo por el que se le ha exaltado.
Como ejemplo ponen sobre la mesa las primeras fotografías que circularon inmediatamente después de que se formalizó su nombramiento, el sábado, en la ciudad de México, en las que apareció rodeado de políticos como Gabriel Biestro, Nora Merino, “Liz” Vilchis, Andrés Villegas y Olga Romero, todos nativos de la 4T y muy identificados con ella.
Los opositores, que llevan a Mario Riestra como candidato, han decidido prestar más atención a los nexos de Chedraui con el gobernador del estado que a sus ligas con la élite empresarial. “Esa será la verdadera clave de su fuerza electoral”, subrayan. Y quizá tienen razón.
Pase lo que pase, con José Chedraui Budib, Morena parece haber hecho su mejor elección para competir en el territorio que le resulta más complicado.
Mario Riestra lleva poco más de seis años en campaña, desde que fue secretario general en el ayuntamiento de Luis Banck, y es considerado por muchos el candidato más completo y competitivo de la oposición, incluso por encima de Eduardo Rivera Pérez, lo que obliga a esperar una de las disputas más reñidas del proceso electoral en el estado.