Durante los últimos 12 meses, Sergio Salomón ha construido un gobierno que se ha distinguido por ser conciliador y, sobre todo, por reconocer que se trata de una encomienda momentánea.
Parece sencillo, pero no lo es.
Haciendo un poco de historia, podemos recordar que el marinismo pensó en un proyecto político que abarcaría más de un sexenio, casi, casi como un Maximato.
Después, Rafael Moreno Valle intentó perpetuarse en la figura de su esposa, Martha Erika Alonso Hidalgo, quien por lo corto de su gobierno –10 días– no logró imponer su sello.
En la administración de Miguel Barbosa sucedió algo similar. El exmandatario también olvidó que su sexenio tenía una fecha final. La muerte le sorprendió y no pudo llegar a ella, pero la intención de perpetuarse en el poder quedó demostrada en más de una ocasión.
Cuando los gobernantes olvidan que sus encargos son exclusivamente por un periodo determinado, el riesgo del autoritarismo, el saqueo y la violación a las leyes aumenta.
Desde que Sergio Salomón inició su administración tuvo claro que su paso por Casa Puebla sería solo de unos meses, los suficientes para estabilizar al estado y darle rumbo.
Al anuncio de obras como los distribuidores viales, la reparación de carreteras al interior del estado, la construcción de una Central de Autobuses en el Sur y la línea 4 de RUTA, se suman acciones para combatir la inseguridad en el estado.
Justamente ayer, Salomón adelantó que se buscarán mejoras laborales y salariales para los uniformados estatales, a fin de fortalecer a los cuerpos de seguridad. Este anuncio se inscribe en el marco de la llegada de elementos de la Marina a Puebla, justamente para inhibir el crimen en el estado.
Sin duda, entre lo breve de su gobierno y las muy adelantadas campañas electorales, será imposible que se abarquen todos los pendientes que tiene la entidad. Insisto, estabilizar al estado, conciliar y entender que el poder no es eterno son un buen comienzo en este primer año de gobierno.
El tren del ecocidio
Mañana viernes, el presidente Andrés Manuel estará de gira en el sur del país. Irá a vanagloriarse de haber destruido kilómetros de selva y de haberse entercado en construir un tren sobre una superficie inestable, como lo son los suelos que cubren los ancestrales cenotes.
Lo hará a su manera. Será una inauguración al estilo de la 4T, es decir, arrancarán en Campeche sin que el Tren Maya esté completamente concluido, con toda la opacidad sobre los hombros, y sin una logística clara para hacer sustentable y sostenible el proyecto.
Ni más ni menos.