El fenómeno Samuel García significa que el mundo es tonto.
El mundo considerado como una parte del país –Nuevo León, por supuesto–, y el mismísimo país.
Es decir: México.
No es la primera que somos tontos.
Lo fuimos cuando votamos a Fox.
Yo no lo voté, pero eso no me hace menos tonto.
Hemos sido tontos durante mucho tiempo.
Un caso ejemplar:
Benito Juárez odiaba –y le temía– a Porfirio Díaz.
Por eso hizo dos cosas: mantenerlo lejos, pero en la nómina presidencial.
Una vez muerto el benemérito, Díaz hizo lo que quiso.
Entre otras cosas: poner de presidente interino a un poblano: Juan Nepomuceno Méndez.
No lo tuvo mucho tiempo: solo dos meses con diez días.
(En ese lapso, por cierto, el jefe moral de los Tres Juanes reorganizó la Guardia Nacional, volvió obligatoria la educación primaria, generó la libertad de culto y abolió la pena de muerte civil y los castigos corporales).
Ya ensillado en la Presidencia, Díaz se quedó ahí treinta años.
Por eso no lo quería don Benito.
Y eso que eran paisanos.
Uno indio.
Mestizo el otro.
Volvimos a ser tontos cuando le permitimos a Plutarco Elías Calles que generara un maximato.
Como Jefe Máximo de la Revolución Mexicana, don Plutarco puso a tres peleles en la Presidencia: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez.
El de en medio fue conocido como “El Nopalito”.
Por algo sería.
Qué país tan tonto fuimos en esos años.
Lo volvimos a ser cuando Maximino Ávila Camacho hacía lo que quería con don Manuel –presidente en los años cuarenta–, a quien llamaba “cara de bistec”.
Hemos sido tontos varias veces a lo largo de nuestra historia patria.
Por eso sorprende que nos burlemos de los argentinos al elegir a Milei como presidente.
Claro que son tontos al elegir a alguien que habla con su perro muerto.
(Yo hablo con mis cuatro perros vivos, y eso no me hace menos tonto).
Pero nuestra historia nacional canta terriblemente las rancheras.
Algunos teóricos dicen que los pueblos jamás se equivocan.
Difiero.
Los pueblos a veces no se equivocan.
En muchas ocasiones sí lo hacen.
Los neoleoneses, por ejemplo, llevan dos al hilo.
Eligieron primero al “Bronco” –que también quiso ser presidente de México– y luego al “Meme”: Samuel García.
Sorprende que los regios, tan brillantes como se creen, hayan elegido dos veces seguidas a dos tontos como gobernadores.
Pero más sorprende que García esté creciendo como lo está haciendo en la puja presidencial.
Eso significa que nuestro nivel de tontería –o de banalidad– va al alza indefectiblemente.
Ya lo sabemos: Xóchitl Gálvez es una nulidad que ha crecido por su alto nivel de intrascendencia.
Todo el tiempo dice tonterías pensando que el pueblo es tonto.
Y sí: el pueblo es tonto, pero no tanto como para elegirla a ella.
El pueblo es tonto, pero lo es en la sintonía del Meme que quiere ser presidente.
Hay pueblos tontos.
El nuestro es uno de ellos.
Saberlo no me hace menos tonto que todos los demás.