La meta de 35 millones de votos en todo el país y 2 millones en Puebla, que se ha propuesto la presidenciable Claudia Sheinbaum, tiene muchas dificultades.
No solamente son matemáticas, sino también políticas.
Si bien la unidad que ha venido construyendo en torno suyo el coordinador estatal de la 4T, Alejandro Armenta, se puede decir que va “viento en popa”, queda por delante el mayor de los riesgos: la repartición de los cargos que le corresponderán a los verdaderos operadores en tierra, quienes buscan diputaciones locales y un lugar en los ayuntamientos.
La unidad más allá de la foto es una tarea muy compleja.
Los días siguientes al 10 de noviembre, cuando fue ungido virtual candidato, Alejandro Armenta ha tejido fino y rápido, para la operación cicatriz.
Todo va a “pedir de boca”.
Del equipo de Ignacio Mier se han sumado los más beligerantes, como si nada.
De las otras trincheras también ha habido comunión con el proyecto del senador.
El gobernador Sergio Salomón ha sido parte fundamental de esta tarea.
La autoridad moral que le da su comportamiento imparcial en el proceso interno estatal es impecable y suficiente para llamar a la suma de todos.
Mier irá a la senaduría, en la primera fórmula, y con seguridad y holgura llegará a un escaño.
Los otros aspirantes a la gubernatura tendrán, muy probablemente, premios de consolación que los dejen y las dejen satisfechos y satisfechas.
A todos en Morena les conviene que Claudia Sheinbaum, en la candidatura presidencial, y Alejandro Armenta, a la gubernatura, estén fuertes.
Van en el mismo barco.
Sin embargo, qué pasará con quienes están abajo.
En mayor o menor medida, en los distintos equipos se les habían prometido posiciones.
O al menos, muchos y muchas, habían creído que las conseguirían.
En las charlas informales, más de uno o una se sentía ya diputado federal, local, alcalde o regidor, regidora, porque apoyaron a tal o a cual.
Sin embargo, no habrá lugar para todos.
Si prevalece la inercia de ir con los más competitivos, sin importar de dónde provengan, inevitablemente habrá muchos defraudados.
Si fulano, que no apoyó a zutano, queda con una candidatura, habrá inevitablemente resentidos.
Descobijados.
Relegados.
Ese es el mayor riesgo.
Porque es ahí en donde la unidad está en riesgo.
Abajo.
Nunca arriba, en la cúpula.
De ahí, entre otras razones, el curioso llamado que este fin de semana lanzó Alejandro Armenta en el sentido de que, como coordinador estatal de defensa de la 4T, no tolerará, por ningún motivo, que “alguna persona pretenda garantizar, a mi nombre, alguna responsabilidad en los ámbitos municipal o distrital, a cambio de algún beneficio personal”.
Esos procesos, remarcó, “se realizan bajo los principios de competitividad y equidad de género (…) Te invito a denunciar cualquier acto indebido a las instancias legales y partidarias; asimismo a quien violente los principios democráticos de nuestro partido Morena”.
La lucha y pelea por las candidaturas a presidentes municipales y diputaciones federales y locales está a todo lo que da y este proceso es en realidad el mayor riesgo de fractura en Morena Puebla.
Si no se solventa bien, con el menor número de heridos, las fisuras podrían derivar en rupturas completas, para beneplácito de la oposición que solo espera poder “cachar” a inconformes que puedan resultar competitivos en las urnas.
Son 35 millones de votos los que quiere conseguir Sheinbaum en 2024.
Alrededor de 5 millones más que Andrés Manuel López Obrador en 2018.
Alejandro Armenta ha ofrecido 2 millones de sufragios, para ella y, por supuesto, para él.
En 2018, en Puebla, López Obrador consiguió casi 1.8 millones de votos.
Lo hizo con una Lista Nominal estatal de 4.65 millones de potenciales electores.
Pero ha venido, como es natural, creciendo esa cifra.
En 2021, en la elección intermedia federal, la Lista Nominal del estado aumentó a 4.73 millones.
La proyección es que para la jornada electoral de 2024, llegue a 4.9 millones.
Visto así, las matemáticas hacen viable la meta de 2 millones de votos para Morena y sus candidatos a gobernador y presidenta.
Sin embargo, no se trata solamente de esas cifras.
Sino de que crezcan o no las candidaturas de la oposición.
Tanto como del nivel de participación.
Que acudan los poblanos y las poblanas en más de 65 por ciento de la Lista Nominal a las urnas.
Y eso se construye abajo.
Con los operadores de tierra.
Ellos y ellas, que hoy tienen la esperanza en obtener una candidatura.
Ellos y ellas, que son el eslabón más frágil de esa cadena que llaman unidad.