La Silla Rota
Hace 20 años, en demanda de democracia, justicia y libertad, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) salió a la luz para declararle públicamente la guerra al gobierno federal.
La mañana del 1 de enero de 1994, un contingente de más de mil personas encapuchadas, con uniformes en café y mal armadas, llegó a San Cristóbal de las Casas para demandar un alto a la violencia, así como un freno a la marginación y la pobreza. El detonante para la agrupación guerrillera, esgrimido entonces, fue la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), acuerdo que justamente ese 1 de enero entró en vigor.
Ese primer día de 1994 los activistas del grupo guerrillero intentaron tomar siete alcaldías (San Cristóbal de las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huiztán y Chanal) como forma de lucha; en territorio de Chiapas declararon abiertamente la guerra al régimen, situación que derivó en “una pesadilla de 12 días” de lucha con el Ejército en las comunidades de aquel estado del sureste mexicano, pues el gobierno respondió con el bombardeó a sus comunidades.
Ese mismo día, el presidente Carlos Salinas de Gortari ordenó un alto el fuego a las tropas federales, por lo que después de este periodo el Ejército Zapatista entró en negociaciones para dar paso a acuerdos con el gobierno, y también abrió la puerta a la “guerra de baja intensidad”.
Posicionamiento del EZLN y sus líderes
En sus primeras declaraciones públicas, los combatientes, cuya cabeza visible fue en primera instancia el autollamado “Subcomandante Insurgente Marcos”, reclamaron que la consigna del poder, bajo la óptica del pueblo, era: “Para todos todo, nada para nosotros”. Acusaron que les fueron arrebatadas tierras, casas y animales, y también se dijeron víctimas de expulsiones, saqueos, incendios y asesinatos, y por ello decidieron levantarse en armas.
“Marcos”, quien fungió como portavoz del movimiento zapatista, aseveraba que sobre su Ejército “podrán cuestionar el camino que se eligió, pero no las causas”.
Días antes de su irrupción en la arena pública, el EZLN lanzó una Declaración de la Selva Lacandona con el grito de “¡Basta!”, a través de la cual recordó que “somos producto de 500 años”, y agregó que producto de las diferencias en distintas épocas, “el pueblo se rebeló formando sus propios líderes; surgieron Villa y Zapata, hombres pobres como nosotros a los que se nos ha negado la preparación más elemental para así poder utilizarnos como carne de cañón y saquear las riquezas de nuestra patria, sin importarles que estemos muriendo de hambre y enfermedades curables, sin importarles que no tengamos nada, absolutamente nada, ni un techo digno, ni tierra, ni trabajo, ni salud, ni alimentación, ni educación, sin tener derecho a elegir libre y democráticamente a nuestras autoridades, sin independencia de los extranjeros, sin paz ni justicia para nosotros y nuestros hijos”.
En Chiapas, campesinos y habitantes de diversas zonas se suman a su causa. El EZLN le apostó a la concientización social y ganó la respuesta de intelectuales, indígenas, estudiantes, sindicalistas, profesores y otros sectores de diferentes puntos del país.
A Rafael Sebastián Guillén Vicente, como fue identificado “Marcos” (se autodefinió así en honor a un compañero caído) por el gobierno federal, lo acompañaban líderes como las ‘comandantas’ Ramona, Esther y Fidelia. La primera de ellas, que dirigió la toma de San Cristóbal de las Casas durante el levantamiento del Ejército Zapatista, falleció en 2006 víctima de cáncer; Esther y Fidelia se caracterizaron por ser defensoras de los derechos de los indígenas y de las mujeres.
Otros comandantes identificados en el llamado Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN son “Tacho” (Humberto Trejo Jiménez, según el gobierno federal), quien participó en la toma de alcaldías, así como “David” y “Omar”.
Negociaciones y logros del Ejército Zapatista
Como parte del diálogo con el gobierno tras haberse suspendido los combates armados, los zapatistas convocaron a la Convención Nacional Democrática, participaron en el llamado de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) que se formó en el seno del Congreso de la Unión, y firmaron los Acuerdos de San Andrés Larráinzar.
En la Convención, los miembros del EZLN iniciaron el diálogo para sentar las bases para lograr la paz y la justicia en el sureste mexicano. Tras dos años de conflicto y negociación, en 1996 firmaron los Acuerdos de San Andrés; sin embargo, este diálogo no prosperó y lo abandonaron.
En 1997 regresaron a las negociaciones con el gobierno federal en busca del reconocimiento de los derechos indígenas, así como para dar seguimiento a los compromisos acordados; sin embargo, abandonaron las mesas de diálogo al ver que el gobierno no aceptó sus condiciones.
Uno de los momentos más significativos en esta historia tuvo lugar también en 1997, cuando un contingente del EZLN, encabezado por el “Subcomandante Marcos”, viajó a la Ciudad de México y fue recibido en Ciudad Universitaria por la comunidad estudiantil, por activistas y escritores; durante su discurso frente a los cientos de asistentes, la “Comandanta Ramona” demandó respeto a los acuerdos de San Andrés. Después estuvieron en el Zócalo capitalino, donde “Marcos” pronunció un discurso.
Finalmente, en 2001, ya con el presidente Vicente Fox, los zapatistas rechazaron los Acuerdos de San Andrés al considerar que no respetaban la iniciativa original e ignoraban el pacto para reconocer los derechos de los indígenas.
En ese mismo año una delegación zapatista volvió a viajar a la Ciudad de México; llegó a Ciudad Universitaria (CU) tras recorrer 12 estados en 15 días, y su marcha concluyó en el Zócalo capitalino, donde los recibieron entre 200 y 250 mil simpatizantes; los zapatistas buscaban diálogo con el partido en el poder (Acción Nacional), para negociar con la alternancia, tras haber perdido el PRI el poder.
Las banderas
En tanto, a través de la Cocopa (integrada por legisladores de ambas cámaras) también se buscó un camino hacia la paz. Esta propuesta buscó reanudar el diálogo en calidad de árbitro, tras varias diferencias entre las autoridades y los zapatistas.
El EZLN destacó que uno de los logros en sus primeras acciones fue que “la sociedad civil asumió el deber de preservar a nuestra patria; ella manifestó su desacuerdo con la masacre y obligó a dialogar”.
Los zapatistas argumentaron que su lucha estaba apegada al derecho constitucional; asimismo, rechazaron cualquier intento de desvirtuar su causa por supuestas acusaciones de narcotráfico, narcoguerrilla o bandidaje, y desde 1993 advirtieron: “No dejaremos de pelar hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo, formando un gobierno de nuestro país libre y democrático”.
Sobre los problemas agrarios, las negociaciones llevaron a un Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas (CEOIC), en el cual se acordó atender las demandas, a fin de dar solución a las problemáticas por invasiones agrarias, situación que derivó en propuestas como la agilización de trámites para recuperar predios invadidos, así como realizar la documentación requerida para acreditar a los verdaderos propietarios; esto a fin de controlar el conflicto armado.
Trayectoria y legado
Aun cuando se cumplen el 1 de enero próximo 20 años de la aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, su origen se remonta al 17 de noviembre de 1983, bajo la denominación Fuerzas de Liberación Nacional (FLN); de acuerdo son el “Subcomandante Marcos”, en 1986 eran seis integrantes del Ejercito Zapatista, y el número creció en sólo tres años a unos mil 300 combatientes, entre indígenas y mestizos.
Este 2013, los zapatistas anunciaron, a través de su página web, que “la fiesta del 20 aniversario del alzamiento se realizará en los cinco caracoles zapatistas y es abierta a todos, menos a la prensa”, según detalló el “Subcomandante Moisés”.
A la fecha, el EZLN pasó de ser un movimiento guerrillero a uno de carácter social indígena, que tuvo impacto a nivel internacional por sus inicios con estructura militar y por su lucha en defensa de territorios; algunos analistas destacan que el movimiento zapatista sobrevivió a cambios ideológicos y políticos, y que muchos de sus postulados siguen vigentes, pues las causas que les dieron origen no han sido resueltas.
También destacan que el zapatismo ha mantenido vigencia, pese a que ya no tiene la misma exposición mediática que en sus inicios, además de que sus integrantes se vieron afectados por la falta de liderazgos y discursos que impacten a la sociedad en los últimos años. En 20 años, sin embargo, el movimiento zapatista refleja agotamiento y estancamiento discursivo, que ya no atrae a la opinión pública con la misma intensidad que hace algunos años.