El presidente de la Cámara de Diputados, el panista Santiago Creel Miranda, y el diputado federal poblano de Morena, Ignacio Mier Velazco, han tenido estos días varios encontronazos para descalificarse. El primero, porque reclama el avasallamiento de la mayoría y porque quiere una reunión de 60 minutos con el Presidente de la República, para darle -según él- recomendaciones sobre seguridad pública; mientras, el segundo porque se sube al ring con desesperación y hambre de notoriedad, aprovechando el viaje. Es la “guerra” de dos políticos con ansías de reflectores y en campaña.
Creel quiere ser candidato a la Presidencia de la República por el Partido Acción Nacional (PAN) en 2024.
Ha buscado serlo desde 2006, cuando fue secretario de Gobernación con Vicente Fox, pero fue destronado en la interna panista por Felipe Calderón.
No llegó más que a senador.
Ocupa hoy la presidencia de San Lázaro y aprovecha todos los reflectores para sus afanes de sumar adeptos y subir en conocimiento.
Pero no logra ni una ni otra.
Es visto como un insustancial político, incluso desde sus mejores épocas.
Mier Velazco sueña con ser candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura poblana.
De ser un chalán de Manuel Bartlett en el PRI, al llegar a la coordinación de la bancada morenista, supuso que tiene posibilidades.
Piensa que el cargo es trampolín.
También, el de Tecamachalco ve cámaras y micrófonos y se le antoja entrevista.
Ve camión y se le antoja viaje.
Ve burro… y lo mismo.
En unos XV años quiere ser la quinceañera, el chambelán, el padrino y el papá de la festejada.
Aunque en Puebla, en donde quiere aparecer en las boletas, casi nadie lo conozca y sus referencias sean tan negativas.
El debate que mantuvieron estos políticos de baja estatura (minions le dicen en referencia a películas infantiles) en redes, comenzó por una verdad que Creel soltó en una conferencia con estudiantes universitarios.
Dijo que en la Cámara de Diputados “no hay procesos de negociación, porque no hay diálogo, no puede haber democracia sin la inclusión de las minorías”, acusó en la Universidad Anáhuac.
Mier le respondió en redes, con su estilo simplón y con lugares muy comunes:
“Querido diputado Santiago Creel, cree el león que todos son de su condición. Si Morena no respetara a las minorías, usted, le aseguro, no sería Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados”.
Y al más puro estilo de barrio, Mier le exigió a Creel que “no se pase de lanza”.
En fin, vino una y otra respuestas.
Reproches.
El tema fue largo.
Se calentó por momentos, pero terminó muy tibio.
El asunto tiene también como fondo la petición que hizo Santiago Creel al Presidente de la República, para hablar de seguridad.
En sus redes sociales hace unos días el panista pidió una cita de 60 minutos y argumentó su pasado como secretario de Gobernación, como referencia de autoridad moral.
En fin.
También sobre eso el poblano Mier dijo que anda en campaña y quiere subir el nivel de sus interlocutores.
La guerra de declaraciones es de bajo nivel.
No tiene importancia.
Es debate que no incide en la vida pública real.
Son ataques de precampaña.
Afanes de reflectores y de titulares.
Pero divierten, y mucho, al respetable público que los acompaña.