La declaración de Jorge Arturo Cruz Lepe –que hizo la tarde del miércoles ante el cabildo—de que el ayuntamiento de Puebla tiene “tres infiltradas” en los movimientos feministas de Puebla, además de calificar que algunas de estas agrupaciones son más “radicales” que otras, no se debe ver como un simple desliz del secretario de Gobernación de la Comuna o como un exceso verbal. Pareciera que es una estrategia deliberada para dividir y provocar conflictos hacia el interior de esas agrupaciones que luchan a favor de los derechos de género.
Hacer público que hay “infiltradas” en los colectivos feministas, seguramente es una estrategia para despertar entre varias de las activistas de esos colectivos una ola de sospechas, acusaciones, discusiones, acerca de quiénes podrían ser “los topos” que mandó el secretario de Gobernación del ayuntamiento de Puebla.
Y de esa manera provocar conflictos entre organizaciones y activistas. Lo que se busca es intentar debilitar al movimiento feminista, que tanto irrita a ciertos sectores de la derecha poblana, que es enemiga de la lucha por los derechos de género y vive bajo el dominio ideológico del clero católico, que solo acepta el modelo de familia tradicional y conservadora.
No es la primera vez que Jorge Cruz Lepe recurre a esas practicas de intrigar, dividir y agredir a organizaciones populares. Sin importarle que entra en contradicción con el carácter conciliador y tolerante del edil de Puebla, Eduardo Rivera Pérez.
Al principio del actual trienio, de inmediato se confrontó con los líderes de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre (UPVA), como consecuencia de que Cruz Lepe se habría reunido con grupos de comerciantes a quienes les condicionó que se les permitiría ejercer sus actividades en la vía pública siempre y cuando dejaran las filas de la UPVA.
Varios testimonios de comerciantes sostienen que, en cada reunión, Cruz Lepe aseguraba que era inminente el encarcelamiento de varios dirigentes de la 28 de Octubre, entre ellos Rubén Sarabia Sánchez, alias Simitro, el líder y fundador de la UPVA, como una manera de generar un debilitamiento de esta organización popular, la más importante del estado de Puebla.
25 años antes, ocurrió algo similar, pero con un final trágico. Era la época del alcalde panista de la ciudad de Puebla, Gabriel Hinojosa Rivero, y en ese entonces Cruz Lepe tenía su primera incursión como funcionario del área de Gobernación del ayuntamiento de Puebla.
En aquellos años, el gobierno del estado y el PRI utilizaron su poder corporativo para crear la Alianza de Agrupaciones Autónomas, mejor conocida como la Triple A y que era dirigida por Carlos Talavera y Rodolfo Sánchez.
Había un doble objetivo con esta organización: generarle conflicto al ayuntamiento panista de Hinojosa Rivero y provocar violencia contra la UPVA.
Jorge Cruz Lepe en su calidad de funcionario municipal podía haber buscado una conciliación entre la UPVA y la Triple A. No lo hizo, se dedicó a intrigar entre ambas organizaciones, pero fingiendo una actitud de árbitro entre los dos bandos.
A los líderes de la Triple A les ofreció cederles espacios en los mercados municipales de la capital, a cambio de que redujeran su beligerancia contra el gobierno de Gabriel Hinojosa.
Y a la 28 de Octubre le daba garantías de que el ayuntamiento no solaparía las agresiones de la Triple A en contra de los comerciantes agremiados en la UPVA.
Frente a esa supuesta actitud conciliatoria, había una estrategia perversa de provocar enfrentamientos entre la UPVA y la Triple A.
Cruz Lepe –sostienen dirigentes de la UPVA– para generar el choque entre ambas agrupaciones, se puso a repartirles a los líderes de la Triple A una serie espacios en los mercados que eran propiedad de militantes de la 28 de Octubre, desde muchos años atrás.
A los de la Triple A les decía que los locales estaban desocupados y el ayuntamiento avalaba que los utilizaran, como parte de un programa de reactivar el funcionamiento de varios mercados.
Mientras que a la 28 de Octubre les prometía que iban a desalojar a los comerciantes invasores, que eran controlados por Carlos Talavera y Rodolfo Sánchez.
Hasta que el 27 de julio de 1997, la Triple A intentó tomar por asalto el mercado Miguel Hidalgo, que es la sede de la 28 de Octubre.
Los militantes de la UPVA se armaron de tubos y palos. Superaron en número a los invasores, pero éstos últimos iban con armas de fuego.
El saldo de ese episodio de violencia fue: un muerto –un militante de la 28 de Octubre–, 27 lesionados, 9 vehículos incinerados y cientos de puestos del mercado Hidalgo acabaron destruidos.
Esa es la política de Jorge Cruz Lepe de intrigar, dividir y confrontar a las organizaciones populares, a las que siempre ve con cara de “enemigos”.