Durante los últimos nueve meses, los panistas morenovallistas encabezados por Genoveva Huerta Villegas hicieron esfuerzos denodados para impedir la postulación de Eduardo Rivera Pérez como candidato a la alcaldía de Puebla, empresa en la que acabaron fracasando. Sin embargo, esa actitud opositora les permitió granjearse –de última hora– los primeros lugares en la planilla de regidores de la capital, en la lista de diputados locales plurinominales y un número importante de nominaciones a aspirantes a ediles de ayuntamientos del norte y el centro del estado.
Por eso el acuerdo que ayer se suscribió en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PAN por el cual se acepta la postulación de Rivera Pérez, se debe ver como un frágil equilibrio al interior de este partido, ya que el aspirante panista logra la candidatura, pero a un precio muy alto, que es: convivir con los morenovallistas, que en los últimos años han sido sus verdugos políticos.
De acuerdo con lo que narró una fuente altamente confiable, desde el viernes de la semana pasada ya se sabía que el CEN llamaría a los líderes de los principales grupos del PAN poblano para comunicarles que, contra viento y marea, Eduardo Rivera tiene que ser el candidato en la capital.
Marko Cortés, el presidente del PAN, en la reunión de ayer fue claro y contundente: Rivera tiene necesariamente que ser el abanderado porque “así lo muestran los números”, pues de acuerdo a una lista de encuestas, el exedil de la capital es el mejor posicionado para ganar –por ahora– los comicios de la Angelópolis.
Desde la semana pasada Cortés ya había comentado a algunos panistas de Puebla que Eduardo Rivera es una figura clave de la estrategia nacional del PAN para levantar su votación global, que le permita al albiazul convertirse en la segunda fuerza política nacional y no perder el papel protagónico de ser el principal contrapeso del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Sin duda, hasta el fin de semana anterior todo ese era un panorama absolutamente favorable a Eduardo Rivera, que con anterioridad había planteado al CEN panista que únicamente sería candidatos si le permitían nombrar a todos los integrantes de su planilla de candidatos a regidores y síndico municipal.
El problema es que Marko Cortés aplazó la reunión para anunciar la postulación de Rivera primero del viernes al domingo y finalmente se hizo este martes.
Esos cuatro días de atraso, permitieron que surgiera un movimiento audaz de los morenovallistas, entre ellos Pablo Rodríguez Regordosa, Marcelo García Almaguer, Jorge Aguilar Chedraui y otros más, que al publicar este lunes un desplegado exigiendo que se midieran a otros actores panistas en las encuestas que van a definir al candidato de la capital, lograron abrir un espacio de negociación en el CEN albiazul.
Y ante la urgencia que había de definir el caso de Puebla, se tuvo que forzar un acuerdo en el cual se aceptó la nominación de Eduardo Rivera, pero a cambio de ellos lo morenovallistas exigieron mucho más de lo que les correspondía, pues actualmente su peso político en el estado de Puebla ya es insignificante.
En mucho se logró ese convenio por la debilidad de carácter de Marko Cortés, el presidente nacional del PAN, que no se atrevió a poner un freno a las ambiciones de los últimos integrantes del grupo político del extinto Rafael Moreno Valle Rosas.
Lo único que alcanzó a plantear el presidente nacional del partido, en la reunión de ayer, es que habrá “una vigilancia estricta” del CEN al comportamiento de todos los actores importantes del PAN en las próximas campañas. Esas advertencias todo mundo sabe que nunca se cumplen, cuando en todo el país están en juego miles de cargos de elección popular.
Al final lo conseguido por los morenovallistas, es que van a ocupar los primeros lugares de la lista de candidatos a regidores en la capital.
También en el listado de diputados locales por la vía plurinominal.
Y se les otorgara candidaturas a alcaldes en varios municipios del norte del estado y la zona metropolitana de Puebla.
Con ello seguramente se benefician figuras como Pablo Rodríguez, Mónica Rodríguez Della Vecchia, Marcelo García Almaguer, Oswaldo Jiménez López, Jorge Aguilar Chedraui, Mario Riestra, entre otros personajes.
Lo grave para Eduardo Rivera es que no se acaba de sacudir a los morenovallistas, que durante su gobierno en la ciudad de Puebla, entre los años 2011 y 2013, le pusieron muchos obstáculos a sus proyectos de obra y servicios públicos.
Posteriormente, en 2017, lo quisieron meter a la cárcel y lo convirtieron en un perseguido político.
Y en los últimos nueve meses le pusieron todo tipo de piedras en el camino para que no fuera el candidato.
Es pertinente preguntarse: ¿Los morenovallistas van a jugar a ganar con Eduardo Rivera o lo van a sabotear?
El tiempo dará la respuesta.