“Le gustaban chiquitas”, esa es la afirmación que hacía el gobernador Vargas, el personaje de ficción que retrataba con gran fidelidad parte de la personalidad del hoy detenido ex gobernador, Mario Marín Torres.
En la película La dictadura perfecta – del año 2014 – el nombre de Mario Marín salió de las sombras y puso de manifiesto, en chiste pero a la luz, el vínculo que unió al empresario Kamel Naciff con el ex mandatario: la pederastia.
Aunque nunca fue acusado directamente de ese crimen, siempre se rumoró su afición por las más jóvenes y la película ironizó sobre el tema.
Como ese “mito”, otros más giraron en torno a Marín Torres los años que siguieron a su salida del poder, por ejemplo, cuando el finado gobernador Rafael Moreno Valle Rosas inició su administración otro mito se gestó sobre el priista, que tenía cierta inclinación a la santería pues en Casa Puebla habrían sido encontrados objetos utilizados para creencias paganas, nunca se confirmó este trascendido.
En sus cumpleaños una realidad era el menú, siempre se servían carnitas y mixiotes, obviamente acompañados de un plato de arroz.
Las fiestas de Mario Marín retrataban al viejo PRI, eran grandes impensables en estos tiempos de pandemia, había conjunto musical y la celebración se alargaba hasta el otro día con sus más cercanos.
Antes de su “caída”, de Marín Torres – nacido el 28 de junio de 1954 – siempre se contó la misma historia, que fue otra realidad, solía vender y repartir periódicos alrededor del Teatro Principal, su origen humilde cuando era “querido” por el pueblo fue incluso comparado con el del Benemérito de las Américas, Benito Juárez, con quien solo compartía su práctica masónica.