José Juan Espinosa podría estar viviendo sus últimos días en libertad al convertirse en el primer corrupto en estrenar la #LeyAntifuero en Puebla.
La caída de Espinosa Torres se cocina a fuego lento y por diversos frentes para que el infame ex alcalde de San Pedro Cholula no tenga oportunidad alguna de eludir a su destino en las sombras del Penal de San Miguel.
Tras la muerte de su dueño, el siniestro Rafael Moreno Valle, el diputado local caído en desgracia se inventó un mundo alterno para escapar de su realidad. En este lugar imaginario, el “JJ” no es un porfiado corrupto, no es un traidor descubierto, no se hincó y le beso la mano a Martha Erika Alonso para suplicarle perdón y tampoco es un delincuente que desfalcó las arcas de Cholula y mucho menos lava dinero en San Pedro y Atlixco a través de su Mafia Inmobiliaria.
En su dimensión paralela, Espinosa es un político de una pieza, una voz crítica impoluta, un hombre que no se rinde al poder en turno y un padre y esposo ejemplar quien no violenta a su familia.
La locura clínica de José Juan ya ha tocado fondo.
Ahora, el considerado como el peor edil de San Pedro es una de las cabezas visibles del BOA en la aldea, quien, junto con Genoveva Huerta, se describen como dos perseguidos del barbosismo por el simple hecho de ser opositores al gobernador del estado y no por sus antecedentes públicos y conocidos de corrupción.
Resulta muy extraño que a la fecha el nombre de José Juan Espinosa no haya sido incluido en la lista de beneficiarios de la Estructura Maya, con la que el preso Eukid Castañón desvió cientos de millones de pesos del erario del estado, a pesar de que es de dominio público que el legislador local fue uno de los principales operadores del residente del Penal de Tepexi de Rodríguez durante el oscuro régimen morenovallista.
No es casualidad que la riqueza inexplicable de Espinosa Torres y de su familia incrementó exponencialmente durante la década que Moreno Valle instauró a sangre y lodo su dictadura en Puebla.
José Juan siempre encontró la forma de serle útil al extinto Rafael, ya fuera con millonarios negocios en San Pedro Cholula o en tiempos electorales.
Para nadie es un secreto que el “JJ” fue el quintacolumnista de Moreno Valle en Morena durante la elección del 2018.
Las muchas y variadas carpetas de investigación abiertas en contra de Espinosa, además de documentar la defraudación fiscal, su enriquecimiento inexplicable, el peculado, robo y despojo, entre otros muchos delitos, contienen los negocios que el corrupto ex edil cholulteca realizó con el gobierno morenovallista.
Uno de ellos es el jugoso contrato que Funerarias Asis, empresa en la que su padre Juan Espinosa Técuatl funge como prestanombres, tiene con el Sindicato de trabajadores de la Secretaría de Salud del estado.
El contrato data desde los tiempos del intransitable Jorgito Aguilar Chedraui y del nefasto Malcom Ramírez Martínez, ex secretario general del SNTSS, quienes fueron la dupla que dejaron en la ruina y colapsaron a la Secretaría de Salud del estado.
En mayo de 2019, integrantes del Sindicato de Trabajadores de la Salud en Puebla advirtieron al gobernador Miguel Barbosa, entonces abanderado de Morena, a través de un desplegado la la intromisión en su equipo de campaña de Malcom Ramírez, a quien acusaron de abuso de autoridad y oportunista, por militar en el PRI y después apoyar públicamente a Martha Érika Alonso.
Este reportero tuvo acceso al contrato que Funerarias Asis a la fecha mantiene con el SNTSS en Puebla. El convenio incluye a cinco mil trabajadores de la SSA, quienes son obligados a aportar mensualmente la cuota de 36 pesos para un seguro de gastos funerarios con la empresa de Espinosa Torres.
Es decir, mes con mes, el “JJ” se embolsa 180 mil pesos por lucrar con la posible muerte de los sindicalizados de la Secretaría de Salud.
Un negocio que le deja dos millones 160 mil pesos anuales al corrupto José Juan.
Este dirty business es sólo una muestra de las decenas de ‘negos’ que Espinosa hizo con el siniestro Moreno Valle.
Apenas, sobra decirlo, es la punta del icerbeg.
La caída de José Juan se cocina a fuego lento.
Las manecillas del reloj no se detienen.