El diario The Washington Post publicó un reportaje donde indica que el presidente de México, Felipe Calderón Hinojosa, quien envió “batallones de soldados mal entrenados a las calles para luchar contra poderosas organizaciones criminales, deja esta semana el campo de batalla después de seis años, con un saldo de al menos 60 mil muertos por la violencia del narcotráfico y con su guerra esencialmente en un punto muerto”.
El medio estadounidense asevera que “a pesar de que las fuerzas de seguridad han capturado o matado a más de dos docenas de los líderes de los cárteles más buscados en México, muchas de estas vacantes han sido cubiertas. De igual manera, mientras algunos cárteles han sido disminuidos, otros han prosperado, por lo que no ha habido ninguna disminución apreciable en la droga que se contrabandea a Estados Unidos”.
El reportaje firmado por Nick Muiroff y William Booth indica que la estrategia de Calderón desató “niveles sin precedentes de la delincuencia”, tanto así, que envió a su partido a una derrota en las elecciones presidenciales de julio pasado, esto a pesar de que las encuestas revelan que los mexicanos apoyan la campaña militar.
“El Presidente electo, Enrique Peña Nieto, reemplazará a Calderón el próximo sábado con la promesa de seguir adelante con la lucha en contra del narcotráfico, además de mantener una alianza con Estados Unidos”.
Sin embargo, indica The Washington Post, Peña Nieto dice que su lucha será de otra manera, “no precisamente medirá el éxito a partir de un conteo por los líderes de los cárteles de droga capturados, sino con un descenso de las tasas de homicidio en el país”.
Hasta el momento, el diario señala que no está claro “cómo Peña Nieto podrá ofrecer avances en seguridad en aquellas ciudades y pueblos donde las tropas del gobierno son a menudo el único baluarte entre un relativo orden y un control absoluto de los criminales”.
“Calderón ha insistido en que su estrategia militar ha hecho un México más seguro. Los homicidios atribuidos al crimen organizado disminuyeron los primeros seis meses de este año, según su administración, siendo ésta la primera vez desde que ocurre desde que el mandatario tomó posesión en 2006″.
El diario estadounidense asegura que “el país ha pasado varios meses sin que haya asesinatos masivos donde los cadáveres sean lanzados en carreteras o dejen cuerpos torturados colgando en puentes a pocos kilómetros de la frontera con Estados Unidos”.
Los reporteros ven un panorama más positivo para el país: “Las tasas de homicidios han caído en las ciudades fronterizas notoriamente peligrosas como son Tijuana y Ciudad Juárez. Las empresas han vuelto a abrir y los ciudadanos alaban una calma relativa”.
La percepción pública sobre la aprobación de Calderón ha ido en aumento, y en discursos recientes el mandatario ha insistido: “La historia será el juez” de su gobierno.
“En estos seis años, nuestra nación ha librado una lucha sin precedentes para el estado de derecho, la justicia y la libertad para nuestras familias”, dijo Calderón en un discurso reciente al Congreso mexicano en donde destacó que la lucha contra el narcotráfico sigue siendo un proceso en evolución.
Calderón llegó al poder prometiendo reducir la pobreza, aumentar las oportunidades de educación y abrir el país a la libre empresa y a la competencia. Se hicieron avances modestos, “pero su gobierno fue consumido por la guerra contra las drogas”.
Muiroff y Booth señalan que detener el flujo de narcóticos ilegales de México a Estados Unidos fue una de las principales prioridades de la lucha contra las drogas para Washington, que ha apoyado a Calderón con casi $ 2 mil millones para cuestiones de seguridad.
El gobierno de EU entregó helicópteros Black Hawk, gafas de visión nocturna y programas informáticos para la lucha contra el crimen. Ayudó a formar a miles de policías federales mexicanos en las academias apoyadas con dinero de los contribuyentes estadounidenses.
Sin embargo, seis años después de que inició la lucha de Calderón, la marihuana proveniente de México, la metanfetamina y la heroína siguen siendo baratos y más abundantes que nunca en Estados Unidos, según datos del Gobierno del país vecino. Además, encuestas de las Naciones Unidas indican que el precio por gramo de la cocaína en las calles estadounidenses es más o menos el mismo que era hace una década.
Calderón no fue el primer presidente de México en enviar soldados contra los cárteles de drogas. Pero el despliegue de más de 50 mil soldados fuertemente armados y enmascarados para patrullar las calles del país se convirtió en la estrategia de seguridad dominada por una policía que fracasó por escándalos de corrupción, además de quedar envuelta por un sistema de justicia penal disfuncional, dicen los críticos.