La anemia que padece el Comité Directivo Estatal del PRI no sólo es resultado de los excesos de su actual dirigente, Fernando Morales Martínez, de la negativa de sus militantes a cumplir con el pago de sus cuotas, y de los aviadores que anteriores presidentes le heredaron.
Otras causas que también han contribuido al deterioro de las finanzas del tricolor y al despido de sus delegados distritales y especiales hay que ubicarlas en la suspensión de los recursos que antes enviaban los gobernadores de otras entidades.
Entre ellos, los mandatarios de Tlaxcala, Mariano González Zarur, y de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa. Este último canalizaba su aportación a la nómina del partido a través de su paisano Ranulfo Márquez Martínez, quien hasta el 20 de marzo se desempeñó en Puebla como delegado del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
¿Por qué desde que el hijo del ex gobernador Melquiades Morales Flores llegó a la dirigencia del PRI estos recursos dejaron de fluir?
Las razones parecen diversas.
Una es que Fernando Morales, a diferencia de su antecesor Juan Carlos Lastiri Quirós, dejó de gestionar estos apoyos con tales gobernadores priístas.
Otra es que el actual dirigente poblano se confió y malgastó los 14.75 millones de pesos que el PRI recibió del Instituto Electoral del Estado (IEE) por concepto de actividades ordinarias permanentes durante 2012.
Dicha suma alcanzaba para cubrir la totalidad de la nómina del partido, aun con los aviadores que, dice Fernando Morales, le dejaron en la estructura, como el chofer de Beatriz Paredes Rangel, César Rodríguez Nolasco. Lo que no cubría eran los viajes en helicóptero, a los que tan afecto es el hijo del ex gobernador Melquiades Morales, o los sueldazos que asignó a sus principales ayudantes y colaboradores.
Una tercera razón es la desconfianza que el propio Fernando Morales generó entre los empresarios que antes financiaban o patrocinaban al PRI en campañas electorales, y en esta ocasión se desentendieron u optaron por buscar otros medios, como José Chedraui Budib.
La desconfianza se extendió a ciertas instancias del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, que preferían canalizar los recursos para Puebla a través de quien fungía como delegado de la Secretaría de Organización, Juan Manuel Vega Rayet, y no de Fernando Morales, ante las quejas de candidatos a diputados federales de que éste no los apoyaba por estar en contubernio con el gobernador Rafael Moreno Valle.
Quejas que ni más ni menos recibió en su momento Miguel Ángel Osorio Chong, el segundo hombre de más confianza del presidente electo Enrique Peña Nieto, de parte de candidatos como Pablo Fernández del Campo Espinosa, Enrique Doger Guerrero y Ana Isabel Allende Cano, entre otros.
