Las diferencias entre los Pumas de Joaquín del Olmo y los de Mario Carrillo son, de momento, inexistentes. De hecho, se puede decir que el cambio resultó más preocupante que esperanzador por lo que los universitarios ofrecieron en la derrota de 1-0 ante el San Luis.
El plantel felino, que sumó su tercera derrota consecutiva en el Olímpico, ofreció un juego pobre en ideas ofensivas y nulo en intensidad, además de que se notó incómodo con los constantes cambios que llevó a cabo su nuevo técnico a lo largo del partido. Ver un juego espectacular, como la directiva y afición lo pretenden, no luce factible, al menos a corto plazo.
En dos semanas de trabajo, El Capello no fue capaz de cambiarle la imagen a su plantel e incluso se puede decir que empeoró parte de lo que ya estaba implantado. Lo más cuestionable: que haya decidido sentar a Alejandro Palacios, que venía de dar un buen juego ante el Morelia, para meter a Odín Patiño, incrustrar a José Antonio García como central por izquierda cuando nunca había jugado en esa posición y sacar a Martín Romagnoli para habilitar a Luis Fuentes como contención. Todo ello sólo sirvió para para que los suyos tuvieran un mal funcionamiento.
En los 90 minutos del partido resultaría osado decir que los de casa se acercaron en más de tres ocasiones al arco de Óscar Pérez, dado que nunca lo hicieron con claridad. Los Reales, que decidieron ceder el control del encuentro y apostaron por el contragolpe, siempre les dificultaron el accionar.
En la primera parte sólo fueron dos las aproximaciones de los locales, pero ninguna de ellas nítida. En una, al minuto 16, Efraín Velarde mandó desviado un remate de palomita y en otra, ya en el minuto 26, el inerme Emanuel Villa cabeceó de manera errática, tras un buen servicio de Fernando Espinosa. Esa inoperancia al ataque únicamente sirvió para llenar de presión a los felinos y para llevarlos a perder la concentración, situación que los visitantes no desaprovecharon.
En el minuto 55, tras una mala salida de la defensa puma, el colombiano Santiago Trellez tomó el balón, enfiló hacia el área y logró sacar un zurdazo que fue rechazado por Patiño, pero en el contrarremate Luis Ángel Mendoza apareció para colar el esférico a la portería con un toque suave de derecha que pasó a un costado del portero.
Carrillo buscó la manera de revertir la situación y determinó sacar a Javier Cortés y a Martín Bravo para darle juego a Eduardo Herrera y Emilio Orrantia, pero volvió a errar en su parado. El Grande jugó más como enganche y el Charal debió recorrer la banda izquierda, cuando no son posiciones que dominan.En general, Carrillo sólo evidenció el desconocimiento que tiene de sus jugadores.
