A pocos o casi a nadie conmueve en el gobierno lo que ocurre en el municipio de Guadalupe Victoria.
El municipio al oriente del estado es rehén de la delincuencia; lo mismo roban, matan, extorsionan o secuestran.
De los hechos delictivos, el presidente municipal priista Felipe Cortés Hernández se hace el desentendido y en la comodidad que le da el poder se lava las manos aduciendo que se trata de un asunto federal.
Las llamadas bases de operación mixta integrada por seguridad púbica estatal, federal y del Ejército (BOM) fue una pieza propagandística; tan fugaz fue su llegada como su partida.
La gravedad de la inseguridad pública toca a las puertas de las relaciones internaciones de México con Italia porque en este municipio fue secuestrado y asesinado un ciudadano de aquella nación europea.
El 5 de julio lo secuestraron, tres días después lo asesinan sus plagiarios, no sin antes torturarlo. Ya muerto, sus captores exigieron a su familia un primer pago, cumplieron; exigieron un segundo, y lo hicieron, pero el ciudadano italiano ya había sido privado de la vida.
El extranjero fijó su residencia en este municipio hace 17 años porque desposo a una mujer que laboraba en la embajada de México en Italia, donde el hombre realizaba actividades del servicio diplomático de su país.
El clima de inseguridad pública en el país convirtió al municipio en la tumba del ciudadano extranjero desaparecido durante 58 días; hallaron sus restos el martes 28 de agosto.
En 2010, el 11 de agosto, ya había ocurrido un caso similar con el secuestro, cobro del rescate y asesinato del comerciante y agricultor Carlos Rivera. Está impune.
En junio del año pasado, en el acceso a la población del municipio de San Luis Atexcac, fue ejecutado otro comerciante que opuso resistencia a su secuestro; se reportó como un robo con violencia. Y tampoco pasó nada, salvo abultar las estadísticas de los delitos.
Con el secuestro y asesinato del ciudadano italiano ¿si pasará algo?, todo indica que no.
