Quien parece tener un cierre de año catastrófico –hasta ahora– es el exedil de Chignahuapan Lorenzo Rivera Nava, a quien se le está derrumbando como “castillo de naipes” su proyecto de ser el próximo presidente del PRI en el estado de Puebla, pues no solamente se ha atravesado en su camino un añejo problema legal que enfrenta desde que era autoridad municipal, sino que ahora se le ha descartado debido a informes que lo señalan de ser un cercano “colaborador externo” de Morena.
Sus problemas no se reducen a si logra avanzar o retrocede en las negociaciones para elegir al nuevo presidente priista en la entidad poblana, sino su mayor complicación es que tiene abierto un proceso legal grave –derivado de contratar, cuando era alcalde, a un jefe policiaco que estaba acusado penalmente de un homicidio– y que, en un descuido, lo podría llevara a que no termine el presente mes en libertad.
Dentro y fuera del PRI se insiste –por quienes conocen del tema– que está activa una orden de aprehensión en su contra y que es cuestión de unos días para que se pudiera hacer efectiva.
Tal situación plantea el riesgo de que Rivera Nava pase un amargo cierre de año por el pendiente judicial que no pudo resolver en los últimos tres años.
Durmiendo con el enemigo
Cuentan los enterados que se han complicado las negociaciones de construir una planilla única para renovar el Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI y evitar que el proceso interno de seleccionar al nuevo presidente de esta fuerza política acabe en una confrontación que provoque mayores divisiones y debilidades en el tricolor.
Uno de los problemas por el cual no se ha alcanzado un consenso para construir una sola fórmula que agrupe a todas las corrientes internas del partido, ha sido la actitud obstinada de Lorenzo Rivera de manifestar que está dispuesto a garantizar la unidad en el PRI, pero con la condición de que a él lo elijan presidente de dicho instituto político.
De poco le está ayudando que mantenga en esa posición inflexible, ya que en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI se le ve como una figura muy vulnerable y que tendría un margen reducido para conducir el partido como una verdadera fuerza política de oposición a la 4T.
Hasta hace un par de meses, el exalcalde de Chignahuapan parecía tener el camino allanado para encabezar la dirección priista, pues contaba con el respaldo del presidente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, mejor conocido como Alito, así como de una mayoría de integrantes del Consejo Político del PRI.
Una popularidad que se derivaba de la influencia que ejerce Lorenzo Rivera Sosa, el padre del exedil de Chignahuapan, quien tiene “derecho de picaporte” tanto en el CEN priista como entre los grupos locales del partido.
En el último recuento que se hizo de las simpatías de los miembros del Consejo Político del PRI, se apuntaba que los Rivera, padre e hijo, tenían el respaldo de dos terceras partes de los miembros de ese órgano de gobierno.
Dicho escenario ha cambiado radicalmente por tres factores:
Primero: que es probable que al PRI poblano le pase lo mismo que le ocurrió recientemente al PAN, que debió repetir su elección de dirigentes en la capital porque no respeto el principio de paridad de género.
Tal escenario plantea que el PRI debe elegir a una mujer como dirigente, luego de que han dominado los hombres al frente del CDE priista en los últimos años.
Segundo: brotó el proceso legal que enfrenta Lorenzo Rivera Nava desde que era alcalde de Chignahuapan, pues se le ha buscado imputar cargos por proteger, tolerar y contratar a un jefe policiaco –llamado Juan Carlos Pérez– que estaba acusado y con una orden de aprehensión por el presunto homicidio de un trabajador de la construcción, que respondía al nombre de Ángel González.
Tercero: se dice que recientemente se habría recibido en el CEN priista un informe en el cual se indica que, en la elección extraordinaria de Chignahuapan de marzo de este año, en que se eligió un nuevo ayuntamiento, el grupo político de los Rivera jugó a favor de Morena.
Siendo un factor decisivo para que el candidato morenista Juan Rivera Trejo ganara por una diferencia de 15 puntos a la aspirante Yasmín Medina, de Movimiento Ciudadano.
Unos comicios que se destacaron porque el abanderado del PRI, Luis Mario Olvera Cortés, renunció a la postulación tres días antes de las votaciones.
Y es que se dice que el proyecto de los Rivera se centra en obtener la presidencia del PRI estatal, para de esa manera tener manera de negociar con la 4T, en particular con el Gobierno del estado, los intereses particulares de Lorenzo Rivera Nava y su familia.
Como es lograr que le aprueben sus cuentas públicas en el gobierno municipal de Chignahuapan y se deseche el proceso legal –por el escándalo del policía supuestamente homicida– que no lo deja dormir desde hace varias semanas.
Todos esos problemas ya no le gustaron a Alito.
Y por esa razón, por ahora, las oportunidades de Lorenzo Rivera Nava de dirigir el PRI, son casi insignificantes.




