Es inevitable el paralelismo entre lo que está sucediendo con el PAN, que hoy dirige Mario Riestra, y el PRI que dirigió Néstor Camarillo, hoy feliz militante de Movimiento Ciudadano. ¿Qué pasa si el PAN destruye al PAN?
Sucede justo ahora, todos lo vemos mientras comemos una bolsa de palomitas.
Primero habrá que recordar que cuando Mario Riestra ganó la dirigencia estatal, lo hizo gracias a la conjunción de varios grupos: Jorge Aguilar, Mundo Tlatehui, Roberto Grajales, Mercedes Aguilar, Pablo Rodríguez Regordosa y Rafel Micalco. Ellos y lo que representan.
Bueno, pues todos creyeron en la propuesta de una dirigencia incluyente que hoy, más bien, trabaja al contrario y en perjuicio de los pocos panistas poderosos y bien posicionados que quedan.
Uno a uno, la dirigencia del PAN ha ido enterrando a quienes fueron sus aliados.
Empecemos por el caso más reciente, el de Lupita Cuautle.
En su afán de congraciarse con la administración estatal, dicen que fue el propio partido el que filtró a Gobernación que algunos de los participantes de la marcha estaban con el Ayuntamiento de San Andrés Cholula.
El mismo partido que días antes se deslindó, en privado, del diputado Rafael Micalco, a quien culpó de actuar “solito” cuando intentó aclarar el tema de la comparecencia del titular de Seguridad Pública.
El que, antes de eso, ya había tachado de “loquito” a Pablo Rodríguez Regordosa por sus beligerantes tuits contra el Gobierno estatal.
El deslinde es una estrategia, pero buscar la confrontación de panistas exitosos con el gobierno es otra cosa. Una que podría resultar muy mal para el propio partido.
¿Qué pasa con Lupita Cuautle?
Se necesitan tres dedos de frente para argumentar sobre ello.
Primero, San Andrés Cholula es el único municipio importante que gobierna el PAN y Lupita Cuautle, dicen, tiene posibilidades de buscar la reelección.
El problema con ella y con otros panistas se originó en la renovación de los comités municipales, en la que Riestra se tomó parecer a él mismo e impuso en la capital, sin éxito y en un acto machista, a su amigo Manolo Herrera.
Ahí casi pierde también a Mónica Rodríguez, a quien le habían prometido ese cargo cuando se sumó al proyecto.
Pero, bueno, hoy nos centramos en San Andrés.
Lupita Cuautle y Edmundo Tlatehui tienen claro quién fue su verdugo, también saben cuánto valen como panistas, gobernantes y políticos.
Más tardó la dirigencia de su propio partido en grillarlos, que Movimiento Ciudadano en ofrecerles un espacio a través de Néstor Camrillo con quien, por cierto, tienen cuentas pendientes.
Y, bueno, qué decir de Eduardo Rivera, están a punto de sacar del partido al único militante con posicionamiento para contender por la alcaldía de la capital, aunque repita por millonésima ocasión. Deslindarse y echar a otros panistas al campo de batalla para nada beneficiará al partido. Ya vieron lo que pasó con el PRI, centralizar el poder y evitar el crecimiento de otros militantes hunde, y Acción Nacional se mueve en arenas movedizas.




