Para los mexicanos, el Día de Muertos es una fecha mística en la que la solemnidad y la alegría se toman de la mano y danzan tanto en los hogares como en los camposantos. En esa fecha y días previos, el dolor se apaga un momento para recordar, entre coloridas ofrendas, guirnaldas de papel picado y sonrisas, a quienes, como se dice en México, “se adelantaron en el camino”. Tiene su origen en la época prehispánica y se celebra, prácticamente, en todo el territorio del país; su importancia es tal y su carga cultural tan fuerte que, en 2008, la UNESCO declaró esta festividad como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Catrina. Foto: Juan Salcedo / EsImagen
Las fechas
Desde el 28 de octubre, las familias mexicanas comienzan a preparar la ofrenda con la que recibirán a sus difuntos y estos, se cree desde tiempos inmemoriales, regresan del inframundo para visitarles. De acuerdo con la tradición, a partir de esa fecha, los muertos vuelven en un día específico que depende de la manera en que murieron, sin embargo, las fechas oficiales son el 1 y el 2 de noviembre, Día de Todos los Santos y Día de los Fieles Difuntos, respectivamente.
El origen
El Día de Muertos surgió porque nuestros antepasados tenían la creencia de que, después de la muerte, el alma continuaba su camino en el inframundo, donde seguía necesitando de utensilios, herramientas y alimentos. Inicialmente, estas festividades eran dirigidas por la diosa Mictecacíhuatl, también conocida como la “Señora de las Personas Muertas”, y eran dedicadas a la celebración de los niños y parientes fallecidos.
Ex Convento de San Gabriel, en San Pedro Cholula. Foto: Juan Salcedo / México Ruta Mágica
Significado de las ofrendas
Los altares u ofrendas que hasta la fecha se monta durante esos días son una representación física de la visión sobre la muerte y están llenas de simbolismos, alegorías y significados, ¡y objetos y comida para agasajar a los difuntos!
En la época prehispánica la Conquista, el número de niveles se elevó a tres, representando la Tierra, el Inframundo y el Cielo.
Estas ofrendas se elaboran con amor y esmero, y siempre son coloridas, cada nivel es cubierto con manteles y papel picado, aunque cada lugar tiene sus propias costumbres, por ejemplo, Yucatán, donde en lugar de manteles, usan hojas de platanar en los altares.
Algunos de los elementos de la ofrenda son el agua, fuente de vida; la sal, para evitar que el alma se corrompa en su camino; así como frutas, la comida y bebida preferidas de los difuntos cuando estaban en vida y, por supuesto, la flor de cempasúchil, entre otros.
Y en muchos sitios, las ofrendas son colocadas en los cementerios, donde la gente pasa la noche al lado de la tumba de su difunto, compartiendo los alimentos, cantando y rezando por el descanso de su alma.
Catrina. Foto: Juan Salcedo / México Ruta Mágica
La Catrina
Así como esta celebración se ha vuelto representativa de México en el extranjero, la Catrina se ha convertido en un icono de estas fechas, una imagen indisociable del Día de Muertos.
La Catrina es un dibujo creado por el ilustrador José Guadalupe Posada, quien grabó la archiconocida imagen sobre metal en 1873 como una burla a los garbanceros, indígenas que, por sus pírricas ganancias, se sentían europeos.
Por lo anterior, Posada llamó a su personaje “La Calavera Garbancera”, la cual, en un inicio, no tenía ropa y solo llevaba un sombrero con plumas de avestruz, “al estilo europeo”.
Fue el pintor Diego Rivera quien, en 1947, en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, la vistió de manera elegante, razón por la cual terminó llamándosele La Catrina.
