El episodio de la Ley de Ciberasedio en Puebla dejó un pésimo diagnóstico, temprano aunque también contundente, sobre el Partido Acción Nacional (PAN) y sus posibilidades hacia la elección intermedia de 2027: es prácticamente inservible como oposición, está profundamente roto y sus disputas intestinas le anuncian un naufragio.
Las reformas al Código Penal del estado, que tipificaron varios delitos digitales y que han generado un amargo debate, exhibieron a los panistas al desnudo y sin pudor, así como sin solución para sus yerros y pleitos internos.
El caso de la Ley de Ciberasedio y la tibieza y subordinación que mostró la dirigencia estatal, que encabeza Mario Riestra Piña, confirmó el caos del otrora partido gobernante en Puebla.
El caso exhibió los pactos secretos de Riestra Piña con el régimen armentista, que lo impulsó a la dirigencia estatal.
La tibieza con que Mario se refirió al asunto en un comunicado dejó al descubierto que le debe mucho al actual régimen; para comenzar su llegada al Comité Directivo Estatal (CDE) de Acción Nacional.
También dejó clarísima la profunda división que existe en el PAN de Puebla.
Resultó inútil que Riestra tratara de fijar una postura “moderada”, con un insaboro e incoloro comunicado.
No solo no condenó la Ley de Ciberasedio –cinco reformas al Código Penal estatal– que algunos colectivos, varios periodistas y hasta la CNDH interpretan como una amenaza de censura a la libertad de expresión, sino que hasta agradeció al gobernador que haya llamado a discutirla y/o mejorarla aunque ya hubiera sido aprobada.
Bueno, ¡ni Morena lo hizo tan bien, tan rápido y tan solidario como el PAN, en ese sentido!
El comunicadito proarmentista desató los demonios intestinos del PAN-Puebla.
Los grupos afines al exalcalde Eduardo Rivera Pérez aprovecharon la coyuntura para exhibir a Mario Riestra como lo que es: un líder “opositor” cómodo, acomodaticio y simulador.
Un flancito, dirían algunos cronistas.
Riestra no controla a los diputados locales, pues la mayoría obedecen al ex alcalde capitalino, a excepción de su hermana, Susana Riestra, faltaba más.
¡Ni modo que la familia no lo respete ni lo respalde!
Para lavarle un poco la cara, ella asumió públicamente una postura más crítica y aguerrida.
Pero en el fondo también insulsa.
En tanto, los soldados de Rivera llamaron incluso a ampararse o promover un recurso ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), una postura que nunca respaldó Riestra.
Todo desató una gran inconformidad que terminó rebotando en el líder nacional del blanquiazul, Jorge Romero.
El presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) ordenó la publicación de un desplegado en un sentido diametralmente opuesto al de Riestra.
Sin su tibieza.
Sin su sumisión al armentismo.
Con una postura de verdadera oposición.
“El Partido Acción Nacional rechaza tajantemente la reforma aprobada por el Congreso del estado de Puebla que castiga con cárcel a quienes ‘ofendan’ en redes sociales. Se trata de una norma ambigua, con términos vagos, que representa un grave retroceso en materia de libertades y a la censura desde el gobierno”, reza el texto oficial del CEN.
El comunicado resulta además tácitamente severo contra Riestra, pues le corrige la plana y lo desnuda en sus intereses y compromisos personales.
Para nadie es un secreto que el régimen armentista ayudó a Mario Riestra a ganar la interna panista, pues incluso muchos consejeros del PAN que ya estaban en Morena fueron mandados a votar a su favor en la asamblea de diciembre pasado, en la que derrotó al candidato de Eduardo Rivera.
Hoy la crisis y polémica en torno a la Ley de Ciberasedio han vuelto a desnudar el desastre que es el PAN poblano y lo difícil que le resultará recomponerse para las próximas elecciones, en tanto no asuma su verdadero papel de oposición.
Riestra ha quedado muy por debajo de las expectativas.
Ha quedado también exhibido y desnudo.
Aquellos ciudadanos que de manera legítima no comulgan con la cuarta transformación (4T) tampoco se sienten representados por ningún partido político y menos por un PAN gris, que ha renunciado a ser contrapeso en el estado.
Cómo estará la cosa que, con todo y sus bemoles –porque tampoco se atreven a tocar ni con el pétalo de una rosa al gobernador–, hasta los priistas Néstor Camarillo y Delfina Pozos han sido, al menos en este tema, mejor oposición que el debilitado y fracturado panismo poblano.
De ese nivel de abyección quedó Mario Riestra.
Con esa cara ha dejado al PAN.
Tiritando de frío y con su eterno e hipócrita doble juego: aquí sumisión al gobernador, pero, por la espalda, mandándolo a golpear con sus amigos columnistas de la CDMX, en especial del periódico El Financiero.
Sobre el pronunciamiento de la CNDH
El comunicado de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) dirigido al Congreso del estado de Puebla es, sin duda, un mensaje político disfrazado de exhorto institucional. Aunque formalmente se limita a solicitar una revisión de la reforma sobre ciberacoso y ciberasedio, en realidad lanza una advertencia velada: si no se deroga o modifica el decreto, la CNDH interpondrá una acción de inconstitucionalidad.
Este movimiento no es menor. Escala el tema a nivel nacional y lo sitúa en el centro de una tensión entre los poderes estatales y un órgano autónomo que, no olvidemos, desde la llegada de Rosario Piedra Ibarra (hija de la histórica activista Rosario Ibarra de Piedra) ha operado alineada al Gobierno federal. En ese sentido, la postura de la CNDH responde a una lógica más amplia de presión política, en la que Puebla se convierte en escenario de disputa entre el control narrativo de lo público y la defensa de los derechos fundamentales.
Lo más curioso del caso es ver ahora al Partido Acción Nacional (PAN) salir prácticamente a elogiar a la CNDH, pidiendo que se le tome en cuenta. Hace no mucho, desde ese mismo partido se acusaba a Rosario Piedra de ser lo peor que le había pasado a la Comisión, una figura impuesta y sin independencia real. Pero claro, cuando conviene para hacer oposición, se olvidan fácilmente los veranos pasados.
El problema es complejo: la reforma aprobada por el Congreso local, impulsada por una legítima preocupación por la violencia digital, fue mal redactada, mal comunicada y peor aún, mal defendida. Y ahora, lejos de abrir un debate técnico o jurídico, se vuelve un tema de trinchera, de bandos, de poses políticas que olvidan los matices.
Pero también hay que decirlo: si la oposición quiere tener autoridad moral para exigir revisión, debe hacerlo con dignidad, sin caer en el oportunismo, y sin olvidar que la coherencia también es una forma de resistencia.
Ya, por cierto, la presidenta del Congreso del estado, la diputada Laura Artemisa García Chávez, respondió a la CNDH y dejó en claro que están abiertos a revisar lo necesario para garantizar las libertades de toda la sociedad.
Como @CongresoPue, leo con atención el exhorto de la @CNDH, en Puebla estamos siempre abiertos a la escucha de todas las voces, porque sólo así se construye la democracia.
Esta ocasión no ha sido la excepción, estamos abiertos a revisar lo necesario para garantizar las… https://t.co/KZzEW1deQD— Laura Artemisa Oficial (@artemisa_laura) June 22, 2025