Un post, el mediodía del pasado viernes, desató no pocas especulaciones y conjeturas sobre la sucesión –en marcha– en la Arquidiócesis de Puebla, un asunto de la máxima importancia política para el estado.
A través de su cuenta de X, el gobernador Alejandro Armenta Mier dio cuenta de una reunión con su amigo, el arzobispo Víctor Sánchez Espinosa.
Además de la confirmación de la excelente relación entre ambos personajes, algo llamó poderosamente la atención: la presencia de un tercer convidado al encuentro, que se dio “con total respeto y armonía” y en el que coincidieron “en el trabajo permanente a favor de las causas justas de las y los poblanos”.
Ese tercer asistente se trata ni más ni menos que de monseñor Óscar Roberto Domínguez Couttolenc, cuya aparición en la fotografía posteada por Alejandro Armenta hizo pensar a muchos que podría ser el “caballo negro”de la sucesión eclesiástica.
Como aquí se ha dicho, ahora sí, tras la elección del nuevo papa, el estadounidense Robert Francis Prevost, León XIV, ha iniciado inevitablemente el largo proceso de sucesión en la Arquidiócesis de Puebla, que la muerte del Papa Francisco –el pasado 21 de abril– había obligado a congelar hasta que nuevas condiciones lo permitieran.
No es que la sustitución de monseñor Víctor Sánchez Espinosa vaya a ocurrir en días, semanas o meses; realmente nadie lo puede saber con precisión conforme a los cánones de la jerarquía eclesiástica y los códigos de poder dentro de la Iglesia católica.
La razón más poderosa para que el relevo del arzobispo de Puebla esté en marcha, es por su avanzada edad y problemas de salud, contra los que ha luchado desde hace años.
Es el ciclo natural de la vida y del poder: Sánchez Espinosa está por cerrar su etapa al frente de la Arquidiócesis e incluso es oficial que ya presentó su carta de renuncia, dirigida al papa León XIV.
Cumplió 75 años el pasado 21 de mayo, lo que marcó el inicio de su jubilación y lo obligó a renunciar al cargo según el Código de Derecho Canónico.
Como es del conocimiento público, monseñor Sánchez Espinosa ha enfrentado complicaciones cardiacas, incluyendo un infarto, y problemas óseos que lo han llevado al quirófano en más de una ocasión.
Por eso, cualquier movimiento o señal en torno al arzobispo, es registrado e interpretado como parte de dicho proceso.
La presencia de Óscar Roberto Domínguez Couttolenc en el encuentro entre el gobernador y el jefe de la grey católica en Puebla desató varias lecturas en ese sentido.
¿Quién es monseñor Domínguez Couttolenc?
Nació en Puebla el 13 de mayo de 1956, desde 2024 funge como arzobispo de Tulancingo, ha sido obispo de Tlapa y Ecatepec, en su juventud hizo misiones en Kenia (África) y su ordenación sacerdotal se realizó el 11 de junio de 1983 a manos del arzobispo Rosendo Huesca y Pacheco, el antecesor de Víctor Sánchez Espinosa.
Óscar Roberto Domínguez Couttolenc se suma, así, a la lista de quienes aspiran o han sido mencionados como posible sucesores del arzobispo de Puebla, la cual está integrada por:
Eugenio Lira Rugarcía: actualmente obispo de Matamoros, fue vocero y obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Puebla y por eso es ampliamente conocido y mantiene grandes relaciones políticas, sociales y económicas en el estado.
Francisco Javier Martínez: obispo auxiliar, originario de Guadalupe Victoria.
Felipe Pozos Lorenzini: fue rector del Seminario Palafoxiano, posteriormente obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Puebla y hoy es obispo titular en Ciudad Obregón, Sonora.
Dagoberto Sosa Arriaga: es poblano (nació en La Loma, Aquixtla) y ha sido obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Puebla. Desde 2013 es obispo de la Diócesis de Tlapa, en el estado de Guerrero. Hay quien lo ve como “el caballo negro”, pero nada es seguro.
El pasado 21 de mayo la Arquidiócesis de Puebla informó que “el señor arzobispo Mons. Víctor Sánchez Espinosa, al cumplir los 75 años de edad, ha firmado la carta de renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis angelopolitana, dirigida a Su Santidad el Papa León XIV.
”Las leyes de la Iglesia, plasmadas en el Código de Derecho Canónico, en el canon 401 párrafo 1, establecen que, ‘al Obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias’” (sic).
Interrogada sobre si monseñor Domínguez Couttolenc es “el bueno” en la sucesión, una informada y empoderada fuente de la Arquidiócesis de Puebla respondió, escueto pero honesto:
“Todos pueden ser”.
Y sí, en efecto: nadie sabe –nadie puede saber– con exactitud quién será el noveno arzobispo de Puebla de los Ángeles –usualmente nunca llega el favorito.
Incluso suele ocurrir que llega quien nunca ha sido mencionado.
Como un sismo, es completamente impredecible.
Afortunadamente, pese a todo, monseñor Víctor Sánchez Espinosa goza actualmente de cabal salud y nadie está apresurando su salida como máximo jerarca de la Iglesia católica en Puebla.
Como todo en la vida, todo a su tiempo, todo en su momento: no antes, no después.
Hagan sus apuestas.
¡Amén!