Se han cumplido los primeros cien días de los nuevos gobiernos municipales y en la fuerza política dominante, que es la 4T, la misma que acumula a 131 de los 217 ayuntamientos del estado, se perciben más “sombras que luces” de varios de sus alcaldes que gobiernan al viejo estilo del PRI, que ya protagonizan problemas de violencia; que cargan bajo sus hombros vicios y abusos del pasado; y que, en lugar de mejorar los servicios públicos, los han empeorado.
El problema de fondo es que, por ahora, no se percibe ningún esfuerzo para generar un comportamiento de los ediles que esté apegado al espíritu de la Cuarta Transformación Pública del país, que es la base ideológica del movimiento obradorista y se supone, marca una distancia con las formas abusivas de gobernar del PRI y el PAN.
Esa labor les correspondería a los partidos de la 4T, que son Morena, el PT, el PVEM, Fuerza por México y Nueva Alianza.
La situación es que todas estas agrupaciones políticas tienen algo en común: dirigentes sin carisma ni autoridad sobre los alcaldes.
Simplemente se deja que cada presidente municipal defina su propio rumbo, sin que nadie sancione las malas actuaciones de estos gobernantes.
No todo es malo, hay algunos ediles que demuestran tener un proyecto sólido de gobierno y se les ve involucrados totalmente en la atención de los problemas de sus demarcaciones. Tres casos notables son los siguientes: Omar Alberto Muñoz Alfaro de Cuautlancingo, Juan Manuel Alonso Ramírez de San Martín Texmelucan y Ariadna Ayala Camarillo de Atlixco.
En contraparte, otros alcaldes de la 4T están dejando mucho que desear. Estos son algunos ejemplos:
En la capital, el edil José Chedraui Budib llegó al cargo con un fuerte discurso de denuncia de graves anomalías cometidas por su antecesor, el panista Adán Domínguez, acompañado de la idea, de la expectativa, de que esas deficiencias se atenderían en lo inmediato, que era una urgencia.
Se resolvió el pago atrasado a varios proveedores del ayuntamiento de la ciudad de Puebla, pero fuera de ese aspecto se percibe un paso extremadamente lento en resolver la crisis de baches que hay en la ciudad, en dar mantenimiento a las zonas verdes del municipio y hacer funcionar bien a muchas luminarias y semáforos.
Si José Chedraui no apura la atención a esas dificultades, en breve se convertirá –si no es que ya lo empieza a ser— en el principal responsable de la pésima situación que se encuentran los servicios públicos de la Angelópolis.
La alcaldesa de Teziutlán, Karla Victoria Martínez Gallegos, llegó al puesto e ignoró el principio de austeridad republicana de la 4T. Una de las primeras acciones del ayuntamiento fue la compra de una lujosa camioneta –de unos 2 millones de pesos– para uso exclusivo de la edil. Sin contar que con esta administración empezó a fallar el servicio de limpia de la cabecera municipal.
Otro caso similar es el de Julián Alfredo Velázquez Romero, quien dirige el ayuntamiento de Tepeaca, pues apenas inició su gestión y dejó de funcionar bien el servicio de limpieza. Ya pasaron 100 días y no se corrige la deficiencia de ese servicio público. Se le pregunta a la gente por este personaje y una respuesta constante es: “al alcalde nadie lo quiere”.
Rogelio López Angulo, edil de Huauchinango, no puede acabar las obras públicas que él mismo dejó inconclusas en el trienio pasado. Entre ellas el principal mercado de ese lugar.
Óscar Paula Cruz, presidente de Cuetzalan, arrancó su gobierno y se incrementó la delincuencia en esta demarcación de la Sierra Norte. Curiosamente la vez anterior en que fue alcalde, pero del PRI, también pasó lo mismo.
El presidente municipal de Tepexi de Rodríguez, Humberto Bolaños del Rosario, ya se hizo notar entre la población por el incidente en donde golpeó, en pleno centro de la cabecera municipal, a un sexagenario solo porque se estacionó brevemente en una zona que no es de aparcamiento.
Eliseo Morales Rosales, quien es el primer regidor del ayuntamiento de Izúcar de Matamoros, en lugar de buscar reducir la violencia en el municipio, prefirió mandar a comprar mil ataúdes “para lo que se ofrezca”.
A José Severiano de la Rosa Romero la gente lo ve como una extensión del cacicazgo de su hermano, Mario de la Rosa, quien gobernó los dos periodos anteriores. Con ambos políticos morenistas, Amozoc ha cobrado notoriedad por los asaltos, asesinatos y episodios violentos en la vía pública.
Los alcaldes de San Pedro Cholula y de Tehuacán, Tonantzin Fernández Díaz y Alejandro Barroso Chávez, respectivamente, se les nota extraviados, pues no se les ve “pies ni cabeza” a sus proyectos de gobierno.
Tonantzin Fernández ya lleva dos conflictos graves: tenía un par de días en que había rendido protesta ante el Cabildo y le estalló una rebelión de los agentes de la Policía Municipal en contra del director de esta corporación, Diego Armando Rojas, quien fue destituido.
Y un mes más tarde, la alcaldesa tuvo que remover a Irvin de Jesús Jiménez Sánchez de la Subdirección de Seguridad Pública luego de que se difundió el pasado obscuro de este personaje, como mando policiaco, en Guerrero, Tabasco y el municipio poblano de Amozoc.
Roberto Solís Valle, alcalde de Huejotzingo, se le ve sometido a los intereses de un consorcio de casas de interés social.
Carlos Barragán Amador, que por tercera vez es el titular del gobierno de Xicotepec de Juárez, ya empezó a hacer lo mismo que cuando era del PRI: organizar fiestas, bailes y torneos deportivos, para olvidarse del progreso de esta región de la Sierra Norte.
Además, poco le importó violar el Estado laico al llevar a un sacerdote a que encabezara un oficio adentro de las oficinas del ayuntamiento.