Un alcalde que ha empezado a acumular un historial oscuro, cuando todavía no llega ni a los primeros 60 días de gobierno, es Eliseo Morales Rosales, el edil de Izúcar de Matamoros, quien popularmente es conocido como “el Chino Morales”. El mayor escándalo se ha conjugado por dos hechos: por un lado, en los últimos meses ha existido un notorio incremento de la delincuencia y por otro, el presidente municipal compró mil ataúdes para regalar a la población, “pa lo que se ofrezca” (sic). Algunos han visto tal situación como si fuera una advertencia de que viene un periodo sangriento para la región.
Algo extraño ha ocurrido pues, aunque supuestamente llegó a la región un grupo de efectivos de la Marina a reforzar la vigilancia, en los últimos tres o cuatro meses se ha registrado un fuerte aumento en la percepción de inseguridad entre la población por una serie de robos a comercios, ejecuciones en la vía pública y asaltos a transeúntes.
Dice un conocedor de la realidad de Izúcar de Matamoros que recientemente le comentó un comandante policiaco: “Parece que le hubieran abierto las puertas de Izúcar de Matamoros al crimen organizado”.
Una situación que ocurrió entre el periodo de conclusión del gobierno de la ex edil morenista Irene Olea Torres y el inició de la gestión de “El Chino Morales”, quien ganó la alcaldía bajo las siglas del PVEM.
Incluso hace un par de semanas –consigna el periodista Ernesto Álvarez, del portal E-Consulta— que en tan solo un solo fin de semana hubo el atraco a seis comercios, incluida una tienda departamental de Coppel. Ante tal ola delictiva el alcalde declaró que la población debe esperar poco de tiempo para que se apacigüe los índices criminales, al expresar: “Yo les pido no tanta paciencia, pero si un poco”.
En medio de este aumento de la violencia, en lugar de que el ayuntamiento se destacara por detener –por medio de la policía local— a bandas delictivas, el alcalde actuó con la siguiente excentricidad:
Habría mandado a comprar unos mil ataúdes de madera a la región de Tepeaca para regalárselos a la gente y tenga en que enterrar a sus muertos. “Pa lo que se ofrezca”, ha dicho en varias ocasiones.
Los sarcófagos están apilados en la Casa Colorada, que es una de las sedes del ayuntamiento y es un museo, pues se trata de un inmueble que data del siglo XVII y es célebre porque en 1811 ahí se reunieron los héroes de la Independencia Mariano Matamoros y José María Morelos y Pavón. Se considera que fue la cuna del primer ejército mexicano. Y ahora, es a donde la gente debe pasar por un ataúd si es que algún pariente lo alcanzó mortalmente la ola criminal del municipio.
La compra de los féretros es un desacierto porque no es insumo que contribuya al desarrollo social o la solución de problemas de servicios públicos.
Y es un pésimo mensaje a la población. Es como decirle a la gente: en los siguientes meses habrá muchos muertos en la región.
Por si fuera poco, de pronto al alcalde le ha dado por utilizar el tema de los ataúdes en expresiones desafortunadas.
Hace unas semanas el edil Eliseo Morales acudió a una reunión con los inspectores municipales, que siempre han sostenido un conflicto con los mayordomos de las iglesias católicas de la demarcación.
Ahí el edil les dijo a los inspectores que la ayuda que el ayuntamiento otorga para la realización de fiestas patronales se va a entregar a los mayordomos o los párrocos, sin pasar por los inspectores. Estos últimos se inconformaron por esa situación.
A la anterior inconformidad, agregaron los inspectores la queja de que ganan muy poco, unos 3 mil pesos al mes.
Dicen que la primera respuesta del presidente municipal habría sido: que esa era la orden –la de favorecer a los mayordomos de la grey católica– y que a quien no le gustara, pues ahí ya estaban listas las “las cajas de madera” para quien no obedeciera.
“Ora qué presidente”, habría reclamado uno de los inspectores. (Sic)
A lo cual el alcalde quiso dar marcha atrás en sus palabras, diciendo que no era una amenaza, que a cualquiera le puede alcanzar la muerte en cualquier momento, incluido a él mismo.
Para calmar los ánimos, el señor Morales Rosales les anunció a los inspectores que su salario se va a duplicar a 6 mil pesos.
Dicho anuncio podía haber sido un factor de distensión, pero no lo fue porque luego del anuncio del aumento salarial, el alcalde les habría reclamado a los inspectores, palabras más, palabras menos: “Y por qué no agradecen”, mostrando su enojo por que no le aplaudieron.
Algo así como cuando el priista Enrique Peña Nieto siendo presidente de México se quejó amargamente: “Ya sé que no aplauden”, en alusión a los reporteros de fuente.
Posdata: ya pasaron muchos días del anuncio de la mejora salarial de los inspectores y todavía no reciben el aumento.