El ámbito económico para el país no es nada favorable.
La aprobación del presupuesto para el próximo año así lo confirma, el déficit fiscal presupuestal es cada vez es más alto y se tiene que compensar a través de deuda, tanto pública como privada, esta última adquirida con el Banco Mundial.
Los ingresos propios ascienden a poco más de 7.5 billones de pesos, pero el gasto gubernamental es de más de 9 billones de pesos, es claro que algo está mal y ya no hay forma de seguirlo sosteniendo.
Es por esa razón, que el coordinador de los diputados federales de Morena y líder de la Cámara baja, el zacatecano Ricardo Monreal, ha comenzado a hablar de manera insistente en la necesidad de llevar a cabo una reforma fiscal, basada según él, en una mejor redistribución de la riqueza.
El tema es que el Estado no cuenta con otra forma de hacerse de más recursos que no sean nuevos impuestos o aumentar las tasas de los ya existentes.
En múltiples ocasiones hemos escuchado la “trillada” frase de que se va a tratar de, “ahora sí”, incrementar el número de contribuyentes aumentando la base y combatiendo a la evasión, así como la informalidad, cosas que nunca se hace.
Lo real y que afectará a miles de familias en México, sobre todo a la ya de por sí lastimada clase media, es que estas reformas fiscales se basan en incrementar el IVA y el Impuesto Sobre la Renta, lo que golpeará directamente a la población y a los sectores productivos del país, quienes están prácticamente ahogados ante las tasas impuestas.
No les queda de otra, los recortes en este año ya afectaron al sector salud, al educativo, al de infraestructura, a la seguridad y ni aun así les alcanza, porque ampliaron la cobertura de los programas sociales, que han resultado ser políticamente rentables, como ya se vio el 2 de julio y desde que la 4T tomó el control del país.
Debido a esto se habla de que el IVA pasará del 16 al 20% en todos los productos, se dice que incluso en alimentos y medicinas, así como también se incrementaría el ISR lo que podría ser el golpe final para miles de empresas en el país.
No es broma, el panorama económico para el próximo año es muy poco alentador y más si se toma en cuenta que difícilmente se va a echar abajo el T-MEC, pero sí habrá diversas sanciones y nuevas reglas, según han dejado ver tanto el gobierno de Canadá como el de los Estados Unidos.
La situación es realmente complicada, pero como casi siempre ocurre en nuestro país, muy pocos realmente se dan cuenta de la realidad en la que se encuentra México.
Armenta reconoce la lealtad
Si hay dos personajes que en todo momento le fueron leales al hoy gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta Mier, esos son José Luis García Parra y José Tomé Cabrera, quienes estuvieron con el hoy mandatario en las buenas y en las malas, en las duras y las maduras.
José Luis García Parra, quien ayer fue designado jefe de la Oficina del Gobernador, área de reciente creación con la nueva Ley Orgánica de la Administración Pública, es un personaje que viene con quien será el nuevo mandatario de Puebla desde que este empezó a despachar en el DIF durante la administración que encabezó Mario Marín Torres.
Es cierto que José Luis es sobrino de doña Margarita, esposa del exmandatario, sin embargo, José Luis no arrancó en una posición de privilegio en esa administración, al lado de Alejandro Armenta y siendo como es quien será el nuevo gobernador de Puebla, el único camino para ascender era el trabajo, los resultados, el sacrificio, la puntualidad, la disponibilidad, el esfuerzo y los resultados. La “amistad no se presume, se honra”, es uno de los lemas de Alejandro Armenta.
José Luis acompañó a quien será el gobernador de Puebla, con puestos o sin puestos, siempre a la espera de que el proyecto político en el cual se había enrolado pudiera conseguir el objetivo, la gubernatura de Puebla.
Aguantó de todo, el estar con poca paga, las idas y venidas, los vaivenes propios de la vida y esto porque, también hay que decirlo, siempre confió en Armenta y lo digo como si fuera un acto de fe, porque así fue y hoy tiene su recompensa.
Lo mismo aplica para quien será el nuevo director general de Comunicación Social de la administración estatal, José Tomé Cabrera, a quien conozco desde los años de la Universidad Madero, de donde somos orgullosamente egresados.
Pepe es un hombre educado en la meritocracia y la lealtad, aspectos que aprendió de su amigo y jefe, quien hoy será el nuevo gobernador de Puebla y en quien siempre creyó, sin importar las altas y bajas de la vida pública.
José es un hombre experimentado dentro de los medios de comunicación de Puebla, trabajó en varios de ellos, desde abajo, hasta consolidar una carrera y un prestigio, que hoy le permite poder estar al frente de esta importante y nada fácil encomienda.
Y esto también aplica para Claudia Hernández Medina, otra orgullosamente “maderista”, quien también por méritos propios, se suma al equipo de trabajo del gobernador electo.
Claudia ha seguido a Armenta a lo largo de una buena parte de su carrera política, por lo que ahora recoge lo cosechado.
En los tres casos, también hay que dejar en claro que además de lealtad, hay mucha capacidad.