Aunque en la parte final de su informe-discurso el presidente municipal de Puebla, Adán Domínguez Sánchez, dejó entrever que sí buscará la dirigencia estatal del PAN, una vez que concluya su gestión el 14 de octubre, la verdad es que él y su grupo deberían revalorar esa decisión por los pendientes que dejan, las observaciones —aún sin solventar— que les hizo la Auditoria Superior del Estado (ASE) del ejercicio 2022 y las que le hará del ejercicio 2023, además de los probables daños patrimoniales que se acumularán.
Lo peor que le podría ocurrir al PAN en Puebla, después de la estrepitosa derrota que sufrió en los comicios locales de junio pasado, sería designar como presidente de su Comité Directivo Estatal a un político con procesos administrativos abiertos o no solventados.
El propio Adán Domínguez ya sabe que en varias áreas y dependencias del Ayuntamiento de Puebla hay problemas de gastos que no se justifican, contratos que han sido observados por la ASE y adjudicaciones que reflejan un inocultable favoritismo hacia ciertos proveedores y contratistas.
El presidente municipal saliente de Puebla es, sin duda alguna, el mejor cuadro que hoy tiene el grupo dominante del PAN para pelear la dirigencia estatal del partido. Pero, paradójicamente, es también uno de los más vulnerables por los descuidos, abusos y omisiones en que incurrieron su antecesor y algunos funcionarios y dependencias del ayuntamiento, como la Secretaría de Administración, la Sindicatura y Secretaría de Seguridad Ciudadana.
Si Adán Domínguez tiene claro el camino que debe seguir para mantenerse en la política y lograr un cargo público, creo que antes de tomar la decisión de registrarse como candidato a la presidencia del CDE del PAN primero debería analizar hasta qué punto su paso por el Ayuntamiento de Puebla como presidente municipal sustituto contribuirá al fortalecimiento o debilitamiento de su partido.
Y considerar que como resultado de los conflictos al seno del PAN por la disputa de la dirigencia estatal habrá panistas que lejos de apoyarlo y defenderlo serán los primeros en criticar su gestión y el desempeño de ciertos funcionarios que hoy deben responder por la contratación de box lunchs y sanitarios portátiles a sobrecosto, el irregular remate de vehículos chatarra, los millonarios pagos que se hicieron por un chatbot que dejó de funcionar, un helicóptero de seguridad que poco se vio y millonarios juicios civiles y laborales que perdió la Sindicatura.
No estoy diciendo que Adán Domínguez vaya a ser sujeto de un procedimiento legal o administrativo. Para nada. Pero sí que éste será objeto de observaciones y señalamientos tanto de la Auditoría Superior del Estado como de los regidores de Morena que acompañarán la gestión de José Chedraui Budib y los nuevos funcionarios municipales que llegarán al Ayuntamiento de Puebla y que no querrán cargar con los rezagos, deudas y pendientes que heredarán a partir del 15 de octubre.
Pregunto: ¿Le conviene al PAN un dirigente sujeto a estas circunstancias?
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