La transición entre el gobernador saliente, Sergio Salomón y el saliente, Alejandro Armenta ha sido y no me gusta la palabra, porque ya está muy trillada, algo más que tersa. Algo que ha ayudado para que se dé esto es, sin duda, que se trata de dos personajes del mismo partido, pero también de dos políticos profesionales, que se conocen desde hace tiempo; incluso, son originarios de la misma región, Salomón de Tepeaca y Armenta de Acatzingo, quienes han trabajado juntos.
Cómo olvidar esa histórica foto de 2015, siendo Alejandro Armenta candidato a diputado federal por el PRI, la coordinadora de campaña, Silvia Tanús “la jefa”, con Sergio Salomón y Javier Aquino como sus coordinadores.
La buena relación entre ambos personajes se ha mantenido; incluso, luego del triunfo de Armenta, el pasado 2 de junio. El hombre nacido en Izúcar y avecindado en Acatzingo ha sido sumamente cuidadoso de las formas y respetuoso de su antecesor, a quien en todo momento ha respetado. Esto no es muy y común en la política mexicana, en donde el protagonismo suele ganarles a los hombres del poder, quienes reclaman de inmediato el dominio del escenario.
La forma en que se han acoplado ambos personajes ha hecho posible, por ejemplo, que ambos en septiembre vayan a realizar un viaje juntos a Alemania, para consolidar inversiones en el sector auto partes, el motor de la economía poblana.
Por su parte, Sergio Salomón ha seguido ejerciendo en plena comodidad, sus últimos meses como gobernador de Puebla y poniendo en marcha obras por toda la entidad.
El único problema que parece superar a ambos personajes y que seguramente será el tema medular de la próxima administración es el tema de la seguridad, en el cual deberá de enfocar toda su energía el nuevo mandatario. Del 2 de junio a la fecha se nota un incremento en el tema de la inseguridad en Puebla, lo cual representa un “foco rojo” en el tema de gobernabilidad.
La transición está en marcha, dentro de una luna de miel entre los dos personajes políticamente más importantes en la entidad y en beneficio de quienes habitamos en este territorio.
Es algo de lo poco que se puede aplaudir dentro de este periodo que he llamado, el sexenio maldito, que se caracterizó por la muerte de dos gobernadores, la pandemia, la inestabilidad y el rezago para Puebla. La luna de miel parece mantenerse, más adelante ya vendrán otras pruebas para ambos personajes, temas como la aprobación del presupuesto para el próximo año, el aumento a la tarifa del transporte público y el contrato de Agua de Puebla, pero eso ya se verá en su momento.
El Tribunal Electoral del Estado, un apéndice del poder. Nada se puede esperar del Tribunal Electoral de Puebla y mucho menos imparcialidad. Al igual de que IEE, el cual se encuentra supeditado al poder local, el Tribunal es parte de simulación que existe en los “organismos autónomos” de la entidad.
Desde su integración, se supo por ejemplo que la actual presidenta, Idamis Pastor Betancourt, llegó a esta posición, merced a la recomendación del hoy gobernador electo de Puebla, Alejandro Armenta. Nada puede esperar la oposición respecto a la actuación del Tribunal local, pero deben de agotar esta instancia en busca de obtener justicia, esto ante la noticia de que Morena les transmitió votos a sus satélites de Fuerza México y Nueva Alianza.
En una de esas, el Tribunal termina diciendo que la periodista, Mónica Camacho debe de ofrecer disculpas por haber descubierto la trampa de Morena.
Como lo pronostique, difícilmente van a prosperar los recursos interpuestos por Mario Riestra. Puebla parece haber retrocedido en el tiempo 40 años atrás en su historia.