El verdadero trasfondo de la movilización de este miércoles en contra del resultado electoral de San Pedro Cholula no es modificar los números oficiales de los comicios en este municipio, sino es encontrar una vía de supervivencia política de dos figuras de la oposición: Eduardo Rivera Pérez y Roxana Luna Porquillo, que enfrentan el riesgo de que en unas semanas se queden sin nada, sin ningún espacio de participación y de capacidad de influir en el espacio público de Puebla.
Marchar y realizar un plantón frente a la sede del Tribunal Estatal Electoral de Puebla (TEEP) de nada sirve a estas alturas para cambiar el resultado oficial de las votaciones del 2 de junio en San Pedro Cholula, pues aunque hay una diferencia mínima de apenas 285 sufragios a favor de Morena sobre el frente opositor, la posibilidad de voltear los números de la contienda radica en la calidad jurídica de la impugnación que presentó la coalición del PAN, el PRI y el PRD, y no en el alboroto o presión que se pueda ejercer contra las instancias jurisdiccionales.
Se antoja poco probable que Roxana Luna pueda ganar en los tribunales lo que no obtuvo en las urnas, ya que en el cómputo de la elección de San Pedro Cholula literalmente hubo un recuento de voto por voto, casilla por casilla, para obtener la suma final de sufragios que le favoreció a la candidata de Morena, Tonantzin Fernández Díaz.
Hasta ahora no se conoce ninguna experiencia de que, por la presión política “en las calles”, se haya obligado al TEEP a emitir un fallo a favor o en contra de una fuerza política. Sobre todo, cuando hay una segunda instancia jurídica, que es el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que tiene “la última palabra” en todos los litigios comiciales y sus fallos se mueven al margen de las protestas que se hagan en la vía pública del estado.
Lo que verdaderamente ocurre con las dos personajes en mención son las siguientes realidades:
Primera: Roxana Luna Porquillo se quedó en el limbo, luego de que oficialmente ha desaparecido el Partido de la Revolución Democrática en los ámbitos nacional y local, pues esta fuerza política no alcanzó más allá del 2 por ciento de la votación total.
A los hermanos Roxana y Vladimir Luna se les acabó el PRD, luego de que en los últimos ocho años fueron quienes controlaron el partido y disfrutaron las prerrogativas económicas de dicho instituto político, mismo que no supieron cuidar, proteger y procurar para que no acabara cayendo en la extinción.
Segunda: Eduardo Rivera es visto ante “los ojos” de la militancia panista como el principal autor de la debacle electoral del 2 de junio.
Rivera fue quien seleccionó a casi todos los candidatos a cargos de elección popular –empezando por su propia postulación como aspirante a gobernador–, incluidos los del PRI y el PRD.
Él diseñó las estrategias electorales, definió el discurso de la oposición para enfrentar a Morena y el contenido de la propaganda.
Fue quien puso al frente del Comité Directivo Estatal del PAN a los dirigentes Augusta Díaz de Rivera y Marcos Castro, junto con los demás integrantes del Comité Ejecutivo del albiazul.
Y ahora todos lo ven como el autor de todas las fallas que generaron la peor derrota electoral del PAN de los últimos 29 años.
Una situación complicada porque en unos meses ya se tienen que ir de sus cargos Augusta Valentina Díaz de Rivera y Marcos Castro, lo que ha despertado “el apetito” de varios grupos del PAN que quieren quitarle a Eduardo Rivera el control del albiazul, bajo la idea de que: “perdiste y te vas”.
Conclusión: se puede advertir que la actitud de Roxana Luna y Eduardo Rivera, que ayer salieron juntos a protestar contra el TEEP, es una reacción parecida a la de un jugador de cartas, que luego de una noche difícil tiene resaca, perdió todo su dinero en el juego y quiere argumentar que le hicieron trampa, sin reconocer que más bien no tuvo la suerte necesaria.
Rivera y Luna están buscando recoger “las cenizas” que quedaron tiradas luego de la derrota del 2 de junio.
¿Qué es lo que ahora buscan ambos líderes políticos?
¿A qué obedece su marcha de este miércoles?
Eso solo ellos lo saben contestar y no lo van a expresar hasta que logren sus propósitos.
Pero se advierten dos escenarios:
Uno es que seguramente Roxana Luna Porquillo buscará ingresar a las filas del PAN, utilizando la bandera de que es la única candidata perdedora del frente opositor que está todavía peleando un hipotético triunfo electoral.
Si no entra al PAN, ya no tiene espacio en ningún partido político.
Dos es que Eduardo Rivera está queriendo utilizar el espacio del conflicto poselectoral de San Pedro Cholula como plataforma de propaganda para promoverse, él o su grupo político, como aspirantes a la dirigencia estatal del PAN, misma que se renovará a finales de este año.
Y es que hay una realidad brutal para ambos: si no logran un espacio formal de participación pública en los próximos dos o tres meses, para fin de años pierden todo. Ambos se quedan “en la banca” del abandono político.