El pronunciamiento que este sábado hizo el consejero estatal del PAN y expresidente municipal de Tehuacán, Felipe Mojarro Arroyo, a favor de Eduardo Rivera Pérez como prospecto a la dirigencia nacional del PAN, y las declaraciones de éste en el sentido de que valorará esa posibilidad, hay que tomarlas con cautela.
Por principios de cuentas hay que decir que las posibilidades del excandidato a la gubernatura de Puebla de presidir el Comité Ejecutivo Nacional del PAN son prácticamente nulas. Eduardo Rivera es un personaje local, no una figura con alcances y vínculos nacionales para suceder a Marko Cortés Mendoza.
Lo cierto es que el expresidente municipal de Puebla sí quiere ser incluido en el CEN del PAN, lo que parece viable con cualquiera de los aspirantes que han manifestado su interés por asumir la dirigencia nacional: Jorge Romero Herrera, Damián Zepeda Vidales, Kenia López Rabadán y Adriana Dávila Fernández, en ese orden de importancia.
Pero de ahí a lanzarse a buscar la presidencia nacional de su partido, como se lo solicitó el que fuera su asesor en vivienda dentro del ayuntamiento de Puebla, Felipe Mojarro, la verdad es que hay un enorme trecho y ninguna posibilidad real.
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Donde sí está en condiciones de hacer valer su influencia y predominancia sobre los demás grupos del PAN en Puebla es en la renovación del Comité Directivo Estatal, sobre todo si ésta queda en manos de los más de cien consejeros estatales del partido.
Localmente Eduardo Rivera cuenta con el número de consejeros, comités municipales y estructuras suficientes para mantener el control y hacerse de la presidencia y la secretaría general, pero corre el riesgo de que el PAN siga dividido y que el resto de los grupos se alejen de la próxima dirigencia, le jueguen las contras u operen en su contra, o de que los panistas marginados o desplazados emigren a otros partidos, como ha ocurrido.
De ahí que no debería echar en saco roto las palabras del exdirigente estatal del PAN, Francisco Fraile García, quien la semana pasada renunció a su militancia panista de 51 años, al apuntar que el futuro presidente del partido debe ser aquel que en Puebla genere los mayores consensos, garantice la integración y participación activa de los principales grupos en las estructuras y órganos de dirección, y el que anteponga los intereses del partido a los particulares de su grupo político.
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Según el PAN, Eduardo Rivera fue mejor que Xóchitl y los candidatos al Senado
En las evaluaciones que el PAN y el equipo de campaña de Eduardo Rivera vienen haciendo de los resultados de los comicios del 2 de junio, la conclusión es que el candidato a la gubernatura de la coalición Mejor Rumbo para Puebla está lejos de ser el responsable de la debacle electoral en la entidad por las siguientes razones.
Fue el candidato más votado en Puebla por encima de la candidata presidencial Xóchitl Gálvez Ruiz y los candidatos de la primera y la segunda fórmula al Senado. Aquella obtuvo 716 mil 148 sufragios; Néstor Camarillo Medina y Ana Teresa Aranda Orozco, 858 mil 730; mientras que Eduardo Rivera, 1 millón 52 mil 216 votos.
La votación de Eduardo Rivera también fue superior a la que en conjunto obtuvieron los candidatos comunes o en coalición del PAN, PRI, PRD y PSI al Congreso del Estado y a las presidencias municipales. En los 26 distritos locales computaron 936 mil 28 votos y en los 215 municipios, donde las elecciones fueron declaradas válidas, 999 mil 933 sufragios.
De los últimos 6 candidatos a la gubernatura del PAN y partidos aliados, Eduardo Rivera superó en número de votos a Francisco Fraile en 2004, a José Antonio Gali Fayad en 2006 y a Enrique Cárdenas Sánchez en 2019. Los dos candidatos que lo superaron, por muy poco, fueron Rafael Moreno Valle en 2010 con 1 millón 111 mil 318 sufragios y Martha Erika Alonso Hidalgo en 2018 con 1 millón 153 mil 79 votos.
En la capital del estado, Eduardo Rivera también obtuvo más votos en 2024 que en 2021, cuando por segunda ocasión ganó la presidencia municipal de Puebla. Hace tres años computó 318 mil 424 sufragios y ahora 348 mil 966.
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