Ignacio Mier Velazco pasó de la euforia de creer y hacer creer a muchos de que sería el próximo gobernador de Puebla, a convertirse en un candidato a senador “de manos caídas” en el actual proceso electoral ya que, de todos los aspirantes de la 4T, es el que menos hace campaña y la mayor parte del tiempo se ignora cuáles son sus labores proselitistas.
Una muestra clara de ese desdén hacia el actual proceso electoral es el siguiente recuento:
Mientras la dupla del priista Néstor Camarillo Medina y la panista Ana Teresa Aranda Orozco llevan recorridos poco más de 100 municipios, en su calidad de candidatos al Senado por la oposición, se estima que Ignacio Mier a lo mucho, ha tenido actividades entre 14 y 20 municipios, que es una cantidad insignificante para generar un impacto positivo en todo el estado.
La semana pasada, el líder priista Néstor Camarillo Medina estuvo en por lo menos 10 municipios, entre ellos Zacapoaxtla, en donde logró reunir a varios miles de simpatizantes, mientras que el morenista Ignacio Mier Velazco únicamente se le vio en dos demarcaciones de la entidad.
Pareciera que sus actividades proselitistas únicamente se reducen e la colocación de espectaculares, en donde se exhibe en una fotografía con la candidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo y aparecer esporádicamente en algunos medios de comunicación regionales.
Fuera de eso “no mueve un dedo” para hacer ganar sufragios a favor de Morena y sus aliados.
Por el contrario, pareciera que busca ayudar, colaborar, contribuir, a que crezca la intención del voto de la oposición, mediante su actitud de “brazos caídos”, de no contribuir en nada a la reñida contienda electoral del estado.
Esa actitud inició cuando a finales de marzo, en la ciudad de Tehuacán, dijo públicamente que encabezaría las protestas contra la imposición de candidatos a alcaldes, lo que desató un fuerte reclamo de las dirigencias de partidos de la 4T, que lo acusaron de romper con la unidad.
Ante ello, Mier amenazó con abandonar la postulación como aspirante al Senado de la República, bajo el argumento de que no iba permitir que se coartara su libertad de expresión.
Lo que en realidad sucedió es que Ignacio Mier presionó y logró que Jorge Barroso Chávez, un cercano colaborador, fuera postulado como candidato de Morena a alcalde de Tehuacán.
Luego de lograr la imposición de uno de los suyos, el señor Morenacho –que era su sobrenombre de campaña— se ha ausentado del proceso electoral y se ha “tirado a dormir en la hamaca”.
En por lo menos en un par de visitas de Claudia Sheinbaum a territorio poblano, Mier ha hecho acto de presencia para estar más atento a la pantalla de su teléfono celular que a los discursos de los actos proselitistas.
Y en el debate de los candidatos al Senado, de las primeras fórmulas, tuvo una participación insípida, sin un ápice de interés. Fuera de enunciar aspectos fundamentales de la plataforma electoral de la 4T, no hizo la más mínima crítica al Prian. Incluso en un par de ocasiones felicitó a Néstor Camarillo, su contrincante, quien fue el primer sorprendido por la actitud pasiva del actual coordinador de los diputados federales de Morena.
Se ve mucho más a Ignacio Mier –a lo largo de la semana— en sus oficinas del Palacio Legislativo de San Lázaro que, en territorio poblano, que es donde más se demanda su presencia y tendría que estar haciendo campaña electoral.
Mier tiene garantizada su entrada al Senado de la República, gane o pierda la elección, pues ante el hipotético escenario de que la oposición obtuviera la mayoría de los votos, el señor Morenacho obtendría una curul por la vía de la primera minoría.
Ese no es fondo del asunto que explica el marasmo en que se encuentra Mier, pese a ocupar la tercera candidatura más importante de la 4T en la entidad.
Lo que ha llevado a esta actitud al señor Morenacho es su profundo odio hacia su primo Alejandro Armenta Mier, a quien no le perdona que le haya ganado la candidatura a la gubernatura, pese a todos los discursos que ambos personajes han pronunciado a favor de la unidad del movimiento obradorista.
Se dice que, poco después de perder la postulación, Mier habría buscado la manera –a través de terceros– de acercarse a Eduardo Rivera Pérez, el líder de la oposición y candidato del Prian a la gubernatura de Puebla. Todo con el propósito de hacer perder a su primo.
Pero después se percató que sufriría graves consecuencia de que fuera detectado como un traidor a la 4T.
Entonces optó por paralizar la candidatura al Senado que ocupa y que se supone, que debería ser el segundo frente electoral más importante del obradorismo en Puebla, lo cual ni remotamente ha ocurrido.